El Barça también celebra sobre el césped

El Barça celebró por partida doble. Lo hizo primero tras la cautelar otorgada por el CSD para la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor, y repitió después en Yeda con la clasificación para la final de la Supercopa de España. El conjunto de Hansi Flick se impuso por 0-2 al Athletic en un encuentro que tuvo bajo control en todo momento y que se llevó gracias a los tantos de Gavi y Lamine Yamal. Los culés ya esperan rival y sonríen tras días convulsos.

Una partida de ajedrez. Eso es lo que se pudo ver en los primeros compases de partido. El Athletic y el Barça se conocen y eso se notó en cada centímetro del terreno de juego, rigurosamente estudiado por Flick y Valverde. Los del Txingurri presionaron en campo contrario, pero se encontraron con un rival que supo sortear esa dificultad y que tiene en Pedri a un maestro en esa virtud. El canario fue el metrónomo y alrededor de él comenzó a fluir un gran Barça que alternó el juego en corto con envíos largos y llegadas al área a través de jugadores desde la segunda línea.

Avisaron Koundé con un mano a mano y Raphinha con un libre directo que despejó Unai Simón. Fue la antesala del gol, que cayó por su propio peso. Balde entró como un puñal al espacio y su pase atrás lo cazó Gavi para abrir el marcador. Fue el justo premio a un Barça con las ideas muy claras. Flick colocó a Pedri en el doble pivote para eludir la presión del Athletic y a Gavi como enganche para asfixiar a un rival más nervioso de lo habitual, algo que le pudo costar caro si un error de Paredes lo hubiera aprovechado Raphinha, incapaz de batir a Unai Simón.

Fue el peor momento de un Athletic que capeó el temporal y que sufrió las consecuencias de no lograr implantar su idea de juego. Y es que los bilbaínos se quedaron entre dos aguas tras fallar la presión y tampoco lograron correr al contragolpe al no tener disponibles a dos de sus principales espadas como Sancet y Nico Willims. El joven extremo, que esperaba su turno en el banquillo, se desesperaba ante la falta de acierto de sus compañeros y ante la ausencia de ritmo de una primera mitad que se encaminó al descanso sin sobresaltos, por mucho que la afición de Yeda hiciera una ola que ya es habitual en la Supercopa.

Tras la reanudación, el ritmo seguía siendo impropio para dos equipos acostumbrados a jugar con tanta intensidad. Ese escenario se ajustaba más a la idea de un Barcelona que jugaba a las cuatro esquinas y que tenía en el triángulo formado por Casadó, Pedri y Gavi un auténtico salvavidas. A estos tres se sumó Lamine Yamal, que despertó la admiración del público y que poco a poco logró minar la confianza de un Athletic incapaz de sostener su desequilibrio. En una de esas se metió entre el central y el lateral y su movimiento lo vio Gavi para plantarle ante Unai Simón. Lamine Yamal no perdonó y comenzó a cerrar un partido que estuvo en todo momento bajo la batuta azulgrana.

Y eso que el Athletic dio un paso al frente con desventaja en el marcador. Valverde introdujo a Vesga, Nico Williams y De Marcos y su equipo mejoró hasta inquietar la portería de Szczesny con dos disparos desde fuera del área que sirvieron para demostrar que el polaco está en plena forma. Los dos avisos sirvieron, eso sí, para que Flick refrescara al equipo de cara a la recta final. El germano retiró a Gavi, Lamine Yamal y a Lewandowski para dar entrada a Frenkie de Jong, Fermín y Ferran Torres. El objetivo era recuperar la intensidad y el control, algo que los azulgranas no lograron. De Marcos e Iñaki Williams marcaron, pero en fuera de juego y el Barça logró el billete para una final muy esperada, la que permitirá a Laporta tener por fin unos días tranquilos.

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