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El Teatro Pérez Galdós recibirá los próximos este viernes y sábado 'Mariposa', la aclamada obra de la compañía DeNada Dance Theatre, creada y dirigida por el coreógrafo canario Carlos Pons Guerra. Inspirada en la ópera 'Madama Butterfly' de Giacomo Puccini, reinterpreta la historia de amor y sacrificio en un contexto 'queer' y caribeño, situándose en la Cuba de la posrevolución.
Cuando su abuela lo llevó de pequeño a ver 'Madama Butterfly' al Teatro Pérez Galdós, Pons quedó cautivado por el sacrificio de la protagonista. Años después, este recuerdo se convierte en el germen de su propia reinterpretación de la historia, adaptándola a la realidad de un puerto tropical donde un joven renuncia a su identidad de género y a sus sueños en busca de una vida mejor.
El coreógrafo explica que la tragedia 'Mariposa' representa un homenaje a aquellas personas que, al igual que el protagonista, sacrifican su propio ser y valores para alcanzar el amor y la aceptación. «'Madama Butterfly' siempre me fascinó, pero quería darle un giro para hablar desde mi experiencia y de la comunidad LGBTIQ+», cuenta Pons. «Esta obra no solo es una historia de amor imposible, sino una exploración de los límites que muchos están dispuestos a cruzar para ser amados», añade.
La obra está ambientada en un puerto cubano, un lugar donde, según explica Pons Guerra, se concentran los anhelos y las decepciones de los personajes marginales de 'Mariposa'.
La música original, compuesta por Luis Miguel Cobo, combina influencias de Puccini con ritmos tropicales, creando una banda sonora que intensifica la experiencia sensorial de la obra. El libreto, escrito por la poeta indo-francesa Karthika Naïr, aporta una dimensión poética que dialoga con el cuerpo de los bailarines y un escenario cargado de simbolismo.
El coreógrafo y director menciona que su experiencia en el Caribe, especialmente en la República Dominicana y Cuba, fue clave para entender las dinámicas culturales y sociales que quería plasmar en la obra. Durante su estancia, observó el contexto de la prostitución masculina y la influencia que los visitantes extranjeros tienen en las vidas de estos jóvenes, muchos de los cuales ven en las promesas de amor que les ofrecían, una oportunidad para escapar de su precaria situación.
«Esta exploración me permitió crear un personaje que, como tantos otros, está atrapado entre la esperanza y la realidad, un sacrificio que resuena en la comunidad queer, donde la búsqueda de aceptación y amor puede llevar a decisiones difíciles y, en ocasiones, desgarradoras», explica Pons.
El coreógrafo encontró en Londres el espacio idóneo para desarrollar su talento. Desde su infancia en las islas, cuando comenzó a bailar en el Centro Coreográfico de Las Palmas de Gran Canaria, sintió la fuerza de la danza, pero las oportunidades para desarrollarse en su tierra eran limitadas. Pons recuerda que su carrera en danza tomó impulso al trasladarse al Reino Unido, donde descubrió un entorno más abierto y meritocrático: «Aquí se valora el esfuerzo, no quién eres o a quién conoces. Esto es especialmente importante en la danza, que en España no solo es la hermana pobre de las artes, sino la hermana desahuciada», denuncia.
El trabajo de Carlos Pons Guerra está marcado por su estética 'kitsch' y teatral, un reflejo de su propia identidad y herencia hispana.
Influenciado por cineastas como Almodóvar o escritores como Jean Genet y Angela Carter, el coreógrafo construye mundos cargados de emociones desbordantes, personajes marginales y atmósferas intensas: «Quiero que mi trabajo sea entretenido, pero también que haga reflexionar. Me gusta crear un espacio donde el público pueda escapar de su realidad, pero que al mismo tiempo lleve mensajes poderosos», asegura.
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