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VICTORIANO S. ÁLAMO
Domingo, 15 de noviembre 2020, 00:00
Explotó el polvorín de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC). El incendio es considerable, pero aún hay tiempo de controlar las llamas, que amenazan con llevárselo todo por delante. Los problemas internos, origen del fuego, estaban latentes desde hace meses, pero la entrevista publicada el pasado martes por este periódico en sus ediciones impresa y digital, con las explosivas declaraciones de la mezzosoprano letona Elina Garanca contra la gestión de su contratación, dieron eco público, a nivel local, nacional e internacional, debido al poder mediático de la artista báltica, a una situación que era un secreto a voces en el Cabildo de Gran Canaria.
Resulta primordial exponer dos cifras para entender la relevancia de esta nuevo conflicto en la formación musical cuya temporada de abono se desarrolla en el Auditorio Alfredo Kraus. El presupuesto total de la Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) para este 2020 asciende a 7.715.483,97 euros de dinero público, que asume el Cabildo de Gran Canaria. Solo los gastos de personal tienen un montante de 6.262.208,71 euros. Del plan de emergencia de la Covid puesto en marcha por la Consejería de Cultura se han destinado 21.893,92 euros para unas obras en la sede.
La contienda que ha llevado a este incendio tiene su punto neurálgico en los desencuentros y luchas de poder entre Karel Mark Chichon, director titular y artístico de la OFGC, la consejera de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Guacimara Medina, y el nuevo gerente, Christian Roig. Las hostilidades tienen más ramificaciones, antecedentes y participantes.
Desde que arribó a la presidencia del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales tuvo claro que el madrileño Pedro Halffter tenía sus horas contadas como director titular y artístico de la OFGC. Tras su salida y la posterior del gerente Juan Mendoza, Morales, el por entonces consejero de Cultura, Carlos Ruiz, y el director general, Oswaldo Guerra, iniciaron la pausada búsqueda de un nuevo director.
Los dos exponentes 'más poderosos' de la música clásica local, que han manejado los hilos en la sombra durante décadas, contaban con sus propios candidatos. Los 'sugirieron' y al ver que sus propuestas no eran aceptadas, comenzaron a 'presionar'. Pero Morales y los suyos no cedieron. Algo inédito. El elegido fue el británico Karel Mark Chichon.
Este compañero de estudios de Halffter -con el que no guarda una buena relación, por cierto- tuvo y tiene como uno de sus principales apoyos a Ulises Jaén, director artístico de los Amigos Canarios de la Ópera(ACO). Ambos y sus respectivas esposas -Isabel Rey y Elina Garanca, respectivamente- son amigos desde hace años.
Chichon aterrizó en una OFGC que iba a proa al marisco. Acababa de vivir una huelga de sus músicos a raíz de unas polémica prueba de selección para violín. El grupo de gobierno del Cabildo tampoco cedió.
Desde un punto de vista musical, según los expertos consultados y los propios integrantes de la formación, se había tocado fondo. El británico asumió las riendas con una doble tarea, poner orden en el corral y disparar las posibilidades musicales de la orquesta. A diferencia de Halffter, desde el primer día afrontó de cara los problemas y su propuesta musical fue clara y rotunda. En el atril, apuntan los músicos, tiene las ideas muy claras. Se ensaya y se repite hasta que toca como él quiere. No permite distracciones ni la dejadez y la desidia que reinaba hasta su llegada.
«Los músicos que trabajan están encantandos con Chichon, a los que no les gusta esforzarse, no. El trato con los que trabajan es exquisito. Creo que los abonados y los habituales de la orquesta son conscientes de lo que hemos mejorado con él», explica un músico de la OFGC que pide guardar el anonimato. Los restantes con los que se ha contactado para este reportaje, que no son del mismo círculo de amistades en el seno de la orquesta, han opinado como él. Conviene recordar las palabras de uno de sus compañeros a este periódico, también bajo el anonimato, durante la huelga: «Sobre el escenario todos vestimos igual y parecemos iguales. Pero no todos hemos llegado a la orquesta de la misma manera ni todos tenemos el mismo nivel, ni el mismo interés, ni las mismas ganas de trabajar». Lo cierto es que con Chichon los que se llevaban antes mal no se han hecho amigos. Pero las peleas y zancadillas pasaron a la historia, todos reman en la misma dirección.
Con los profesionales que llevan la gestión interna de la OFGC y, sobre todo, la producción de los conciertos y la logística diaria, su relación ha sido complicada, incluso turbulenta. Las fuentes consultadas lo atribuyen a una cuestión de caracteres, organización del trabajo, cambios de pareceres constantes sobre todo tras la pandemia y diferentes ritmos de ejecución. Sin ir más lejos, existe inquietud entre los músicos porque a estas alturas desconocen el programa del concierto de Navidad, qué músicos participarán en el mismo -la normativa ahora impide que sean todos- y quién lo dirigirá.
La política de solistas y directores invitados ha dado un giro absoluto desde que llegó Chichon. Y esto ha levantado ampollas. Sobre todo en el caso de una agencia de artistas cuyo nombre omitimos para no darle publicidad gratuita, que lidera el hermano de una excantante lírica canaria. En la época de Halffter y también antes reinó en la programación. Se le contrataba todo, sin atender a si los cachés eran ajutados y menos aún a si el artista merecía la pena. Chichon le cerró el grifo y empezaron las presiones. Entre lo que 'suelta' en los mentideros está la acusación de que Chichon contrata artistas de su agencia y se lleva comisiones. Hasta el momento, al menos en público y en el seno del Patronato de la Fundación OFGC, no se han presentado pruebas de que sea cierto.
Durante la pasada legislatura, salvo el breve periodo de seis meses que estuvo a prueba el anterior gerente, Chichon campó a sus anchas y resolvía todo directamente con el hoy exconsejero Carlos Ruiz.
El nuevo pacto de gobierno en la corporación insular supuso que Cultura pasara de manos de Nueva Canarias al PSOE. Asumió Guacimara Medina la consejería y por tanto la presidencia de la Fundación OFGC. La política grancanaria sabía que la Orquesta podía ser un foco de problemas. No se equivocó, lo descubrió pronto y las desavenencias con Chichon afloraron con rapidez. Más aún cuando la relación de éste con la jefa de producción ha llegado a situaciones límites. La caja de pandora se abrió definitivamente cuando la comisión ejecutiva, liderada por la consejera, decidió fulminar de la temporada al controvertido director suizo Charles Dutoit. Era una apuesta personal de Chichon.
Aquella crisis se resolvió con una rueda de prensa en la que se anunció que ese concierto de abono lo dirigiría una directora. Ésta finalmente se cayó por problemas de salud y su sustituto tampoco dirigió, porque se decretó el estado de alarma por la pandemia de la Covid-19.
A la vez, se puso en marcha el concurso para la elección de un nuevo gerente. Chichon no participó en el proceso de selección ni en la elaboración de las bases. No le sentó bien y desde la Fundación aseguran que no entraba entre sus competencias.
A finales de agosto se hizo público el fallo que designó como ganador a Christian Roig. Dos de los finalistas presentaron sendos recursos de alzada. Fuentes de la Fundación OFGC aseguran a este periódico que cuentan con un informe jurídico que los rechaza y que asegura que el proceso se ajustó a las bases. Ese informe, ha podido saber este periódico, lo firma el mismo abogado que ha llevado para la Fundación Auditorio Teatro de Las Palmas de Gran Canaria el caso del concurso que ganó Tilman Kuttenkeuler y que impugnó y ganó en la Justicia Juan Márquez.
La relación laboral entre Roig y Chichon es de guerra. Sobre todo tras correr como la pólvora en el seno de la orquesta que el gerente, en un encuentro con los músicos, les comunicó que el contrato del británico, que fue ampliado y expira en 2023, no se ajusta a la ley. Las fuentes consultadas al respecto apuntan que exiten unos informes jurídicos que así lo atestiguan, pero otros no lo tienen tan claro.
La pasada semana, 34 integrantes de la OFGC remitieron una carta firmada al presidente del Cabildo, Antonio Morales. Muestran su preocupación sobre la presunta parcialidad del concurso de selección del gerente. «Por otra parte, el primer mes de gestión del nuevo gerente ha sido claramente decepcionante, con injerencias en las competencias artísticas que corresponden al director musical creando un conflicto innecesario, retraso en la formalización de contratos que han derivado en la cancelación de solistas invitados y exigencia de test PCR a algunos músicos invitados mientras a otros se les dispensaba de ellas», aseguran en el escrito.
Muestran también su «inquietud» sobre las preguntas en torno a la viabilidad de la OFGC realizadas en el proceso de selección del gerente. Culminan la misiva diciendo que Chichon «ha sido artísticamente con diferencia de los mejores de la historia de la OFGC».
Las declaraciones del martes de Elina Garanca sobre cómo se ha gestionado su contrato fue la gota que colmó el vaso. Desde la Fundación se defienden y apuntan que el único problema que realmente existió fue que la mezzosoprano no facilitaba su NIE para elaborar según la normativa vigente el contrato y que éste se le había reclamado desde el 19 de octubre y que la cantante solo lo facilitó a primera hora del pasado martes, cuando se selló el acuerdo dos días antes de que finalmente cantara.
Los últimos acontecimientos dentro de esta batalla propia de un patio de colegio es que desde el jueves, el nuevo gerente ya dispone de firma, por decisión del Patronato y la Comisión Ejecutiva. Hasta ahora, todo, incluido los contratos de los artistas, los firmaba la consejera. El contrato de Vasily Petrenko, director invitado para los días 10 y 11 de diciembre, está en el aire, según las fuentes consultadas.
El viernes, Guacimara Medina se reunió con el comité de empresa y sus integrantes, entre otras cosas, le expresaron la preocupación que impera en el seno de la OFGC ante tanto descontrol y la luchas de poder y ego internas. Ella se comprometió a buscarle una solución y reunirse con el gerente y el director artístico y titular para ello. El reto es de órdago y en juego no está solo una orquesta de música clásica. Sino casi ocho millones de euros de dinero público.
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