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— ¿Qué motivó el nacimiento del Festival Hispanoamericano de Escritores?
— Es una iniciativa de la Cátedra Vargas Llosa, con JJ Armas Marcelo a la cabeza, que ha recibido el respaldo de una institución canaria, el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, gracias a la visión del senador por la isla de La Palma Mariano Hernández Zapata. En cuanto a las motivaciones estrictamente literarias, aduciré solo las mías: creo que el desarrollo del pensamiento y la literatura de un territorio se estimula cuando se crean espacios de encuentro entre sus escritores y los escritores de otros territorios.
— ¿Cuándo nació la idea y cómo ha sido el camino recorrido para que se convirtiera en una realidad?
— Surgió hace más o menos un año, tras una visita que JJ Armas Marcelo, por un lado, y yo, por otro, realizamos al Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), invitados por el IAC gracias al buen hacer de nuestro amigo Manuel Concepción. Además, en esa ocasión, Armas Marcelo pudo ofrecer una conferencia, organizada por Anelio Rodríguez Concepción, en La investigadora, centro masónico de Santa Cruz de La Palma, y asistir al Festival Internacional de Música. El primer paso importante fue la búsqueda de la voluntad política necesaria. Luego, obtenido el apoyo del Ayuntamiento, dirigimos nuestros esfuerzos a obtener apoyo institucional de fuera de las islas –en esto JJ Armas Marcelo y la Cátedra Vargas Llosa han sido cruciales–, y a obtener el «sí quiero» de un buen número de escritores y escritoras de Hispanoamérica, España y españoles de Canarias.
— ¿ Por qué en La Palma y concretamente en Los Llanos? ¿El enclave ha sido un aliciente para los participantes o un obstáculo?
— Los Llanos es perfecto, porque no se entiende la isla de La Palma sin Hispanoamérica. Donde quiera que mires, Hispanoamérica está presente. La Palma fue uno de los tres puertos, con Amberes y Sevilla, que, muy al principio de la presencia española allá, obtuvieron el privilegio del comercio con América. Los Llanos de Aridane de hoy es un lugar en el que los escritores invitados podrán hacer una vida urbana muy cómoda, encontrarse y reunirse hasta sin querer, sin pérdidas de tiempo en traslados. Además, se come bastante bien en Los Llanos. Y tiene muy cerca, en Tazacorte, el tercer mejor hotel de España, el Hacienda de Abajo, elegido también recientemente mejor hotel de Canarias. Y frente a la historia del Hotel Hacienda de Abajo y el enorme número de obras de arte que atesora, el futuro, representado por el Instituto de Astrofísica de Canarias y el observatorio del Roque de los Muchachos. El IAC ofrecerá una visita a los escritores, con despliegue de divulgadores para transmitirles información (de relevancia para la humanidad) que nos llega a través de este observatorio. Por lo demás, tengo la sensación de que, lo que resulta un aliciente, sin duda, para los escritores y escritoras que van a venir, son los escritores y escritoras que se van a encontrar.
— ¿La creación literaria isleña necesitaba de un encuentro como éste para situarse a nivel internacional?
— No es tanto una cuestión de situarse a un nivel, me parece, como de relacionarse, simplemente. Algunos escritores canarios se han venido quejando mucho de la falta de caso que se hace a los escritores de Canarias fuera de Canarias. Ante la queja sobre un posible aislamiento hay una receta segura: generar la posibilidad de intercambio. Los canarios, no solo los escritores, tenemos la posibilidad de convertirnos en buenos anfitriones. No me refiero a la mera atención turística, claro. Es algo más complejo e interesante para todos. Canarias es un territorio con grandes posibilidades de desarrollo por medio del encuentro. Y para ser invitados lo mejor es, primero, invitar.
— ¿La etiqueta de literatura canaria o lo más adecuado sería hablar de literatura, a secas, que también se escribe desde las islas?
— Tiendo a ver la literatura escrita en español como un todo, en el cual también se encuentra, por supuesto, la literatura escrita por autores canarios. Por lo demás, me gustaría ser escritor, a secas, no «quedarme» —parafraseando una maldad maravillosa de Jorge Edwards—, en escritor canario. «En Chile había uno que iba para escritor», dice Edwards, «y se quedó en escritor chileno». Pues eso, el primer terror de un escritor canario debiera ser, precisamente, ir para escritor y, sin embargo, acabar haciendo literatura canaria.
— ¿Qué criterios se han seguido para la selección de prescriptores y participantes?
— Como punto de partida, hemos intentado que haya un número de diez escritores hispanoamericanos —más o menos, no somos nada estrictos en este tipo de cuestiones y ahora mismo no los tengo contados, la verdad—, otros diez españoles y al menos quince españoles de Canarias. Por supuesto hemos intentado que haya escritores que estimamos de relevancia, con obras consolidadas, pero también jóvenes, representantes de otras generaciones, apuestas, etcétera. Se trata, en cierto modo, de que todos los escritores se sientan candidatos potenciales a ser invitados, porque así es. Una programación puede ser representativa —de algo, no sé muy bien de qué, pero sí conformar una variedad que se corresponda con una realidad determinada—. Es importante invitar a los distintos, a los que tendrán su sitio dentro del festival y podrán ocuparlo sin problemas. Y también a los que se respetan, a los que van a celebrar encontrarse. Me parece que es fundamental que nos divirtamos, y que hagamos que los asistentes a los actos se diviertan.
— ¿La selección de escritores isleños ha levantado ampollas en el gremio? ¿Algunos de los que no están han protestado a la organización?
— No tengo noticias de nada parecido. Solo alguna cosilla, pero no le he prestado atención, porque creo que el festival no consiste en eso, y, sin embargo, eso es inevitable. Por un lado, hay auténticos detractores de las jerarquías, pero las jerarquías se generan naturalmente en cuanto se produce algo de movimiento. Cuando no hay movimiento, el aburrimiento se apodera de nosotros. Una propuesta de este tipo remueve las cosas. Siempre habrá quien tema perder algo, incluso aunque ese algo no tenga un especial valor. Los que estaban demasiado cómodos en el asiento, se ven obligados a incorporarse. Los que quieren ascender –demostrar, aprovechar oportunidades–, se activan y compiten. Por supuesto, nuestra pretensión no es la de molestar, sino la de generar un movimiento sano. Sí debo decir que en esta edición nos hubiese gustado contar, y no ha sido posible por diversas razones, con autores como Andrés Sánchez Robayna, Jorge Rodríguez Padrón, Juan Cruz o Eugenio Padorno, porque nos parece que debemos aspirar a que Canarias esté bien representada, lo mejor posible, por el mayor número de escritores que puedan dialogar con los más relevantes de los invitados hispanoamericanos. Así que, por supuesto, esperamos contar con estos en próximas ediciones, así como con cualquier buen escritor o escritora que emerja.
— El propio festival marcará el paso, pero desde la organización, ¿qué se espera que se consiga con el mismo?
— Esperamos que se activen cosas que están desactivadas en Canarias, y que están desactivadas en Hispanoamérica respecto de Canarias y en la península respecto de Canarias.
— ¿Estamos ante un festival de ida y vuelta y que itinerará o la intención es que no se mueva de La Palma y en concreto de Los Llanos?
— Nuestro compromiso es con Los Llanos. Intentaremos que sea un éxito y que, si es posible y todos los interesados lo quieren, lo veamos desarrollarse y crecer. En Hispanoamérica hay muy buenos ejemplos de cómo un evento de estas características puede convertirse en un referente cultural de primer orden y, también, en economía para un territorio. Para empezar, la FIL de Guadalajara (cuya fundación, por cierto, colabora con el Festival Hispanoamericano de Escritores de La Palma): tengo entendido que, hace tan solo unas décadas, la FIL de Guadalajara empezó su andadura donde lo que había era un mercadillo de libros de viejo, con los escritores subiéndose a las mesas para leerle al público. Y hoy es la Feria Internacional del Libro más grande del idioma. Uno no puede saber qué será.
— ¿Sería un buen broche para esta primera edición que en los próximos meses algún rincón de la isla o un detalle muy palmero tenga peso en las nuevas creaciones de algunos de los participantes foráneos?
— Creo que eso se fomenta mejor de otro modo, con estancias de escritura. Algo que deberíamos hacer en Canarias. Recibir a un escritor, ofrecerle un lugar agradable en el que estar durante un tiempo determinado escribiendo su libro, con los gastos de manutención cubiertos. Pero es de prever que, si —en cualquier lugar— se establece una cita literaria en la que participa un buen número de escritores y escritoras periódicamente, tarde o temprano en ese lugar se van a producir anécdotas literarias, anécdotas del mundillo, si se quiere, chismes, y también cuestiones de importancia sobre las que alguien va a escribir.
— ¿Se podrá seguir el festival desde otros lugares del mundo vía por internet?
— Es un aspecto que aún no está definido. En parte depende de con qué medios podamos contar finalmente en los actos, algo que quedará sentado en las tres semanas previas al evento. Personalmente me debato entre dos posibilidades. Una es difundirlo lo máximo posible. Pero si damos la posibilidad de que cualquiera lo vea por streaming, me parece, no promovemos que la gente interesada en el evento venga a La Palma, que es la mejor forma de vivirlo. Dejarlo semioculto al mundo sería deseable culturalmente, aunque a contracorriente en relación con la tendencia general a democratizarlo todo lo máximo posible, lo que me parece que es, también, disgregar y dejar las cosas en menos. En definitiva, creo que me alegraré de poder darlo en streaming para todo el mundo, y me alegraré igualmente en caso de no poder hacerlo. Si no lo damos en streaming, haremos breves clips de las intervenciones para difundir por las redes sociales del festival. Esto es un mínimo y sí está previsto, pero sospecho que lo más importante del festival no va a producirse solo en los distintos escenarios. Vamos a estar generalmente muy asequibles en las calles de Los Llanos, en sus terrazas, cafeterías y restaurantes. Es una oportunidad única para estar con los escritores, conocerlos eventualmente, o pedirles una firma. Para ello hay que ir a Los Llanos. No hay Gran Hermano que pueda dar eso por streaming. Vivir las cosas no es lo mismo que verlas por internet.
— ¿Se tendrá acceso a las actas de las mesas y conferencias una vez finalizado el festival?
— No. Me temo que esto no es un congreso. En aspectos como ese se trata de algo más lúdico y vaporoso.
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