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De Guía a Beziers, pasando por Barcelona

De Guía a Beziers, pasando por Barcelona

Dionisio Rodríguez/ Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 21 de diciembre 2019, 16:41

En torno al día de Navidad de 1897 ya se encontraba Saint Saëns (1835-1921) en Las Palmas de Gran Canaria en la que sería su cuarta temporada en la isla, que resultará llena de novedades y muy fructífera en su producción musical. Llevaba nuestro compositor en Madrid desde mediados de noviembre, había realizado allí conciertos de gran éxito como director e intérprete, siendo además enaltecido y honrado con reconocimientos por las sociedades matritensis del Ateneo, la Sociedad de Conciertos y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Por mediación de su buen amigo el conde Guillermo de Morphy (1836-1899), secretario personal de la reina, la corte de la regente María Cristina le había escuchado en el órgano de la basílica de San Francisco, amén de ser recibido en palacio donde tocó el piano para la familia real y fue condecorado con la Encomienda de Isabel la Católica. El frío madrileño le hace escapar a finales de diciembre hacia su querida Cádiz, donde tras una brevísima estancia se embarca para Las Palmas de Gran Canaria.

Desde el comienzo, el aciago año de 1898 siembra malos vientos para los intereses coloniales españoles. Además del conflicto existente en Cuba en pro de su independencia, los EE UU desean expandir sus dominios y las posesiones del antiguo reino parecen ser presa fácil de su poderío. Cuba, Puerto Rico, Filipinas y otras tierras españolas, van a caer en manos de la administración norteamericana tras una cruel y desigual guerra, en la que se sacrificaron miles de jóvenes españoles y que empobreció y humilló a la vieja nación europea. La monarquía y el gobierno no tuvieron otra opción que reconocer todos los términos norteamericanos en el armisticio de París (10/12/1898), temerosos de que la guerra se trasladara a este lado del Atlántico y se perdieran además los territorios insulares (Canarias y Baleares) amenazados de invasión. Era entonces embajador de España en París y anfitrión de la delegación española don Fernando de León y Castillo.

Saint Saëns permanece en Canarias durante todo el episodio del crucero norteamericano USS Maine, su entrada intempestiva en La Habana en enero, su controvertida explosión en febrero y la declaración de guerra norteamericana de abril, amén de la llegada de barcos y soldados a las islas junto con los avisos de una posible invasión, que hizo que muchas familias se refugiaran en pueblos del interior. El maestro Bernardino Valle, buen amigo del compositor, que se encontraba en Madrid desde febrero en compañía de su mujer y uno de sus hijos, regresa precipitadamente a primero de abril en vista de la situación y se instala con su familia en su casa de Teror, en las medianías de la isla.

Mientras tanto, Saint Saëns disfruta de su estancia consciente de que su más importante trabajo, entre otras partituras de esa temporada insular, es sin duda su tragedia escénica Dejanire, música escrita mayormente en la tranquilidad y reposo de Villa Melpómene (Guía, Gran Canaria); una finca aún existente y que entonces pertenecía a un buen amigo suyo, Juan (Jean) Ladevéze, comerciante y agente marítimo de las líneas francesas además de cónsul honorario en Las Palmas, instalado desde hacía tiempo en la isla.

El jueves 17 de febrero otro de sus buenos amigos en Las Palmas, deán de la Catedral y oriundo de Guía, José López Martín, con su verbo entusiasta narra las andanzas, la vestimenta y hasta la agenda de Saint Saëns en Villa Melpómene, en un artículo en el diario España que reproducimos por su interés: «Del Interior. Un Recuerdo a Saint Saëns. El célebre compositor francés háyase de temporada en la Villa Melpómene en Llano-Parras. En la hermosa finca, cerca del mar. Admirando los soberbios paisajes que presenta el Atlántico y la Montaña de Gáldar (descrita por Saint Saëns) rodeada de campiñas encantadoras donde se asientan las ciudades del Norte, Gáldar y Guía, pasa el tiempo el ilustre músico. Escribe mucho. Su inteligencia nunca está ociosa. Levántase a las siete, y calzando sus desnudos pies con unas zapatillas amarillas, al estilo de su patria, Argel, envuelto en una ropilla de franela blanca, se dirige al comedor, por cuya ventana entran a saludarles los mirlos y capirotes y los perfumes del trébol y las legumbres en flor. Allí, sobre la larga mesa, escribe sobre los pentagramas del papel notas y más notas, llenas de armonía, música tan solo digna del autor de Sansón y Dalila. Abandona el trabajo a las 11para almorzar y sobre el mantel se entretiene un rato jugando al dominó. Vuelve a hacer música, a trabajar, hasta que llega la tarde y el célebre francés, alegre, satisfecho, lejos de ovaciones, del bullicio que le cansa, sale de la quinta para dar uno de sus largos paseos, dirigiéndose por la carretera ya a Guía, ya a la Vega de Gáldar o a la histórica ciudad respirando el aire perfumado de las flores, sintiendo y admirando la poesía del cielo, las campiñas y las montañas de Gran Canaria».

La obra en cuestión ha tenido una larga génesis, está basada en el libreto que su íntimo amigo y colaborador Louis Gallet (1835-1898) ha elaborado sobre un mito clásico en el que interviene Hércules y su enamorada Dejanire. Saint Saëns está interesado no solo en la obra musical en sí, el proyecto le hace soñar con realizar un espectáculo para grandes masas que pueda recordar el primitivo mito y celebración del teatro griego.

Don Camilo compone, recibe y envía a su editor Auguste Durand (1830-1909) las pruebas de la partitura. A través de la intervención decisiva de un mecenas local de Beziers, Fernand Castelbon de Beauxhostes (1859-1934), cónsul de España, rico propietario vitícola y músico entusiasta, se van a obtener los fondos necesarios para poner en pie tan magno acontecimiento; el proyecto, aunque «temerario» como él mismo compositor va a expresar en sus cartas, resulta posible. Saint Saëns va a diseñar un evento pensado y realizado para grandes auditorios al aire libre, con los que el autor inaugura una nueva configuración de espectáculo para grandes masas que será muy imitado hasta nuestros días. Su éxito dará lugar a que otras producciones se realicen en años posteriores en el mismo marco del gran coso taurino de Les Arennes de Beziers.

En fecha sin datar, pero en cualquier caso en los primeros días del año le escribe desde Las Palmas de Gran Canaria a Durand hijo, que ayuda a su padre en el negocio editorial familiar: «Desde anteayer estoy inmerso en Dejanire, y ya he hecho una buena porción, ¡prepara a tu padre para este espantoso evento! Lo haré simple y largo, como le conviene a la música destinada a cincuenta mil oyentes».

El día 17 de enero le contesta a Castelbon, también desde Las Palmas de Gran Canaria al respecto de su propuesta de hacer funciones nocturnas de Dejanire aprovechando las posibilidades de la luz eléctrica. «Usted sabe que no soy partidario de las representaciones nocturnas, la pálida luz eléctrica, lunar, espectral, propensa a sobresaltos y a caídas intermitente, nunca valdrá lo que la luz del día». Le comunica asimismo que quiere dos bandas (orchestres d’harmonie) en el entorno escénico que se unan en un final apoteósico que «deje boquiabiertos a los oyentes», y un grupo de cuerdas para el acompañamiento de las partes cantadas; y añade muy deciso: «A condiciones nuevas, hacen falta medios nuevos».

Le añade su concepción del espectáculo cercana al teatro griego, con partes musicales, cantadas y declamadas amén de corifeos. «Creo que los papeles deberán ser dichos y no cantados, la música estará compuesta por coros, aires de ballet, marchas e intermedios». El 16 de marzo escribe a Durand: «No tendré tanto trabajo como crees con Dejanire». El día 22, después de haber recibido las últimas pruebas: «He recibido Dejanire, es muy bonita, muy original, y me pondré también al estudio de la cuestión sobre el terreno. No me demoraré».

Finalmente, en la primera representación de Dejanire actuaron la Banda de Barcelona, La Lyre biterroise de Bezier, y la Banda militar del segundo regimiento de ingenieros, más una orquesta de cuerdas formadas por miembros de la Villa de Barcelona y del Gran Teatro de Beziers, una orquesta de arpas (18 instrumentistas de Barcelona y París), un gran coro de 130 componentes y un ballet de 60 bailarines En la reposición en Beziers de 1899, dirigida por Gabriel Fauré (1845-1924) en presencia del compositor, se aumentó el ballet y el número de músicos participantes hasta 500 efectivos.

Saint Saëns resiste en Gran Canaria hasta mediados de mayo de 1898 y se situará claramente del lado español en el conflicto con EE UU. Durante la guerra su música se escucha en los conciertos patrióticos y benéficos por toda España; en Londres, participa en un importante evento recaudatorio de fondos para los soldados repatriados, en compañía del cuerpo diplomático y de otros músicos españoles en la capital, como el violinista Enrique Fernández Arbós (1863-1939) profesor de la Royal School of Music. Ya de regreso a París anda perfilando la partitura, y a primeros de agosto se desplaza a Beziers para estar en contacto directo con todos los elementos de la producción.

Para los grandes momentos de Dejanire Saint Saëns va a necesitar una primera Banda de calidad, Castelbon escribe a Celestino Sadurní (1863-1910) director de la Banda municipal de Barcelona a fin de que solicite los permisos necesarios para acudir a Beziers, y a Antonio Nicolau (1858-1933), influyente e importante músico de Barcelona para obtener su decisiva colaboración, pues no hay que olvidar que amén de la banda se desplazaban desde Barcelona instrumentistas de cuerda, viento, arpas, etcétera, para completar el enorme elenco de participantes en el espectáculo. La propuesta es muy bien acogida en el ayuntamiento barcelonés que lo apoya totalmente y envía a un delegado al frente de la expedición. Ambos maestros catalanes acudirán a Beziers y colaborarán con Saint Saëns en la parte musical de la obra. Hay que observar que en este espectáculo Saint Saëns ocupaba una posición elevada en un podio para que lo pudieran seguir los otros directores, al frente de sus respectivas agrupaciones.

El maestro Celestino Sadurní, condecorado en España y Francia por su actuación y conocido de Saint Saëns por sus estancias en Barcelona, era buen músico y suscitaba la total confianza del compositor en su implicación para obtener los mejores resultados de la banda catalana, dado su importante papel en el conjunto de la obra. La prensa comienza a dar cuenta de los desplazamientos previstos: «En breve partirá para Francia la Banda Municipal de esta ciudad, que tan hábilmente dirige el maestro don Celestino Sadurní, [...] al objeto de tomar parle, autorizada convenientemente por nuestro alcalde, en el estreno de la nueva partitura de Saint-Sans, próximo a verificarse en Beziers».

A todos ellos se suma un desconocido corresponsal del diario barcelonés La Dinastía, que con buen tino y sentido de la observación nos ofrece el reporte, la opinión y la visión de estos españoles que en medio de un conflicto bélico, fueron a participar en ese espectáculo inusitado y enormemente novedoso. El cronista de La Dinastía realiza una serie de artículos que bajo el título de «Las Fiestas de Beziers» nos va a ir narrando todos los eventos que van a tener lugar en la ciudad. Cuenta en primer lugar con detalle el penoso viaje, el caluroso recibimiento, los ensayos, el escenario y el ambiente local. Nos ha llamado la atención que se permitiera el acceso del público a los ensayos, todo un detalle de Castelbón y Saint Saëns con los habitantes locales, y el respetuosísimo saludo público del corresponsal a su director al final de las crónicas: «Después de un viaje de doce horas, durante el cual sentimos un calor extraordinario, Llegamos a Béziers a las 5 de la tarde. Nos esperaban en la estación las autoridades, Mr. Saint-Saëns y la comisión de los festejos con su presidente Mr. Castelbon, vice-cónsul de España e iniciador de las solemnes fiestas que han de celebrarse. Al entrar el tren en el andén de la estación la Lyre Biterroyse tocó la Marcha Real española y acto continuo la Banda Municipal tocó a su vez la Marsellesa siendo coronados ambos himnos con vivas entusiastas y calurosos aplausos. Al salir de la estación, cuyos alrededores estaban ocupados por una inmensa muchedumbre, se dirigió la comitiva, marchando delante la Lyre Biterroyse y la Banda Municipal y luego los demás invitados en carruajes a saludar las autoridades. Durante el trayecto la Banda Municipal tocó varios pasodobles no cesando un momento las ovaciones. La misma noche en el local que ocupa la Banda Municipal tuvo lugar el primer ensayo de Déjanire bajo la acertada batuta del autor de la obra, el eminente maestro Saint-Saëns, quedando muy satisfecho de la manera tan magistral con que supo interpretar dicha obra, secundando a dicho maestro, el director de la Banda maestro Sadurní, el cual recibió muchas felicitaciones del autor y demás concurrentes.

Ayer fuimos a Las Arenas en donde ha de celebrarse la representación de Déjanire. Era antiguamente un circo romano y años atrás se reconstruyó casi por completo para levantar una plaza de toros que es inmensa, pues caben según dicen más de diez y ocho mil personas. [...] El pblico que escuchó el ensayo salió sumamente complacido tanto de la importancia de la obra como de su ejecución, distinguiéndose en ella particularmente la Banda Municipal y su director el maestro Sadurní quien ayudó eficazmente al autor durante todo el ensayo. Van llegando cada día nuevos artistas y muchísimos forasteros atraídos por las grandes fiestas que se celebrarán. La representación de Déjanire promete un éxito inmenso y ha de ser una de las fiestas que se recuerdan de generación en generación, pudiendo estar orgullosa la villa de Béziers y agradecida como así también todos los amantes del arte a monsieur Castelbon y demás organizadores. Queda de V. su afmo. y S. S.—El Corresponsal».

Entre las variadas celebraciones anteriores a las esperadas funciones de Dejanire, señala el cronista una noche de las antorchas con retreta de las tres bandas que intervienen en el espectáculo, también un concierto de gala en un teatro local, cuya función termina de madrugada. ¡Beziers es una fiesta ! y la música española obtiene mucho éxito: «Beziers, 27, a las 10 noche. Se ha celebrado a primera hora de esta noche, una marcha de las antorchas que ha recorrido [...] las principales vas de la población. Tomaron parte en la retreta la banda municipal de Barcelona, La Lyre Biterroyse y la Banda militar del segundo regimiento de ingenieros. Dirigidas por el Mº. Sadurní; Mr. J. Alicot, y Mr. Eustache Una entusiasta multitud aplaudió con entusiasmo al paso de la comitiva, ovacionando a la banda barcelonesa. Una de las composiciones que han sido más aplaudidas es el pasodoble de Agua, azucarillos y aguardiente «(F. Chueca).

«Beziers, 28, a las 2 madrugada. Ha terminado en el teatro de la Opera Comique el concierto de gala. Han tomado en él parte la Lyre Biterroise y la Banda municipal de Barcelona. Ésta ha ejecutado los bailables de la ópera Sansón y Dalila, del maestro Saint Saëns, y una sinfonía del mismo autor. También ha ejecutado la Serenata morisca del maestro Chapí».

Según el calendario del corresponsal, el jueves 25 de agosto de 1898 tiene lugar la serenata a Saint Saëns, el viernes 26 el banquete y el concierto popular, la noche de las antorchas y el concierto de gala el sábado 27 y las funciones de Dejanire el domingo 28 y el lunes 29. Todo vendido y al parecer con reventa. «En esta villa continúan los preparativos para las grandes fiestas que han de celebrarse el 28 y 29. Los ensayos siguen con actividad cada tarde en Las Arenas bajo la dirección del Maestro Saint Saëns y con el concurso de todas las partes que han de representar Déjanire tanto musicales como de declamación. Se encuentra en esta villa M. Jambón el autor de las decoraciones él cual recibe entusiastas felicitaciones por su obra. [...] E1 jueves la Banda Municipal obsequi con una serenata al Maestro Saint Saëns en casa de monsieur Castelbón donde se hospeda. Tocaron la Javotte del mismo, instrumentada para banda por monsieur Eustace ya conocido en esa ciudad. Como siempre la Banda la ejecutó magistralmente siguiendo la acertada batuta del Maestro Sadurní quedando muy satisfecho y entusiasmado el autor de Déjanire, que bajó a felicitarlos y empuñando la batuta tocaron la Marsellesa y la Marcha Real española y a petición del numeroso público que escuchaba la Marcha de Cádiz (J. Valverde) siendo coronadas todas las piezas con grandes aplausos y vivas. M. Castelbón obsequió a los profesores con champagne dándose vivas a Francia, España, el maestro Saint Saëns y M. Castelbón. [...] Ayer las autoridades dieron un banquete a la Banda en el local que ocupan, pasando de ciento cincuenta los comensales, entre ellos el alcalde de Bziers, el maestro Saint Saëns, el vicecónsul de España, Mr. Jambón, el comité de festejos y otras personalidades artísticas extranjeras de los muchas que se encuentran en esta villa. Estaba engalanada la habitación con escudos y banderas francesas y españolas, pronunciándose al destapar el champagne entusiastas brindis el maestro Saint-Saëns, Mr. Castelbón, el alcalde, los maestros Nicolau y Sadurní y el señor Martínez, delegado del Ayuntamiento de Barcelona, siendo todos frenéticamente aplaudidos y dándose vivas a España y Francia. Concluido el banquete los profesores de la Banda marcharon a la Plaza de la Ciudadela donde estaba anunciado un concierto. Toda la inmensa plaza estaba ocupada por un inmenso público que aplaudió con entusiasmo todas las piezas que se ejecutaren especialmente la Carmen de Bizet y la jota de La Dolores (T. Bretón) de las cuales se pidió la repetición. La colonia española en esta ciudad regaló a la Banda Municipal una artística corona de metal con lazos en los cuales se leían expresivas dedicatorias. Tanto al empezar el concierto como en el final tocaron la Marsellesa siendo saludada con frenéticos aplausos y vivas por la inmensa muchedumbre qué salió muy complacida del mismo. Para hoy está anunciado el concierto de gala y mañana la primera representación de Déjanire pagándose las localidades a precios carísimos. Queda de V. su affmo. s. s. q. b. s. m. El Corresponsal. Béziers Agosto 1898».

Una verdadera multitud invade la ciudad y se elimina el tráfico rodado en las grandes vías para facilitar el flujo de visitantes. La urbe está totalmente desbordada, muchas personas sin alojamiento se acomodan como pueden por todos sitios. Para animar el cotarro sale una tarasca a recorrer la población. Las localidades están todas vendidas, el ambiente recuerda a nuestros actuales grandes conciertos. «Beziers, 28, a las 10 mañana. La animación en esta población es extraordinaria. La afluencia de forasteros es tal, que se calcula que muchos de ellos deberán dormir esta noche en la calle, de tal modo están atestadas fondas y casas de huéspedes. A primera hora da la mañana ha salido a recorrer la población una especie de tarasca que aquí la llaman Le Chameau, y a la cual acompañan grupos que bailan las danzas populares llamadas Destreilles y Du chevalet. [...] No queda una sola localidad disponible en las Arenas, donde debe estrenarse la pera Dejanire. En este momento se está ensayando en el gran patio del colegio municipal por última vez. Este patio se ha habilitado para los ensayos nocturnos por medio de la colocación de gran número de focos de gas. El maestro Saint Saëns se halla muy satisfecho de la banda municipal».

Llega por fin el ansiado estreno, el tiempo acompaña con un espléndido verano meridional y las funciones resultan todo un éxito. «Las Fiestas de Beziers. Estreno de la tragedia lírica del maestro Saint Saëns, Déjanire. El domingo pasado tuvo efecto la primera representación de Déjanire, la cual atrajo extraordinaria concurrencia, produciendo maravilloso efecto Les Arenes, antes de la representación. [...] La plaza estaba completamente llena, calculndose que pasarían de diez mil espectadores, que con su presencia y principalmente las señoras con sus vestidos, sombreros y sombrillas de colores llamativos, daban mayor vida y color a aquel animado cuadro iluminado por el espléndido sol del Mediodía. [...] Los coros muy bien [...] y la orquesta tambin, sobresaliendo la Banda municipal, la cual según el mismo maestro Saint Saëns fue uno de los elementos que coadyuvaron admirablemente al éxito da la misma. [...] En las dos representaciones los autores (Saint Sans y Gallet) recibieron una gran ovación teniendo que presentarse numerosas veces a las tablas junto con los artistas y a petición del público Monsieur Castelbón, a quien se debe gracias a su entusiasmo por el arte que se haya llevado a cabo esta gran obra».

Llega el momento en que toda la troupe llegada de Barcelona retorne a la ciudad condal pues pocos días después, y como resultado del acuerdo del Ayuntamiento con Castelbón y parte del elenco artístico de la obra, se va a celebrar en Barcelona un concierto benéfico. «Mañana martes tendrá lugar en el teatro de Novedades un gran concierto extraordinario, organizado a favor de los soldados repatriados que llegan a Barcelona, cuya iniciativa nació de los artistas que desempeñaron las principales partes en la nueva obra Déjanire, del maestro Saint Saëns, ha poco estrenada en Beziers. [...] El vicecnsul de España en Beziers, Mr. Castelbon de Beauxherbes, en justo agradecimiento a la asistencia de la Banda al estreno verificado en la citada villa francesa, ha iniciado al señor alcalde de esta ciudad este proyecto, habiéndose dicha autoridad complacido en secundar tan benéfico acto. [...] Mlle. Bourgeois cantar una obra escrita exprofeso por el maestro Saint-Saëns y acompañada por la Banda municipal».

El conde de Morphy, aunque no pudo asistir al evento por sus obligaciones, está sin embargo muy al tanto de lo ocurrido en Beziers, pues su buen amigo don Camilo le ha enviado una carta con sus impresiones desde esa ciudad al día siguiente a la última representación, con los recuerdos todavía muy presentes. Desde Madrid escribe a mediados de septiembre un artículo en La Ilustración española y americana, en la que propone realizar en Granada algo similar, tomando un tema histórico como elemento aglutinador. Termina el artículo relatando la carta del compositor: «[...] Para concluir, hacindome perdonar mi humilde prosa y mis ilusiones artísticas, copio traducida a continuación la carta en que el ilustre compositor me anuncia el éxito obtenido. Dice así: Mi querido amigo: El éxito ha superado con mucho mis esperanzas en esta grandiosa y temeraria empresa, que felizmente ha sido una de las más bellas manifestaciones artísticas que es posible imaginar. Trágicos y cantores, todos han estado admirables en la interpretación, y la solidez de la música municipal de Barcelona, dirigida por el maestro Sadurní, ha sido, desde el punto de vista musical, la piedra angular del edificio.

El viento nos ha molestado un poco; pero ayer en la segunda representación calmó durante el último acto, y un celaje magnífico color de sangre, vino a la puesta del sol a aumentar el efecto, armonizándose con los sublimes horrores trágicos de la túnica de Neso y de la hoguera, como si el fuego del cielo quisiera contestar al de la tierra. El entusiasmo ha sobrepasado los límites ordinarios, y, lo que me ha extrañado sobremanera, he observado que las masas populares escuchaban con religioso silencio los versos hasta concluir el sentido de la frase con un interés y atención que jamás me hubiera atrevido a esperar».

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