

Secciones
Servicios
Destacamos
En concreto, el cineasta galo se inspira en los disturbios de 2005 en su país natal, cuando los habitantes de los barrios periféricos parisinos, habitados en su mayoría por inmigrantes o descendientes de éstos, decidieron tomar las calles de forma violenta para protestar frente a una clase política que miraba para otra parte cuando les planteaban sus reivindicaciones.
Los Miserables es una ficción, pero su base es real. Ladj Ly, incluso, ha reconocido durante la promoción de este largometraje que ha incluido detalles de su propia existencia. Sin ir más lejos, durante «cinco años», ha apuntado, filmó todo lo que sucedía en su barrio, «sobre todo a la policía», cuerpo que se convierte en el hilo conductor mediante el que el espectador se zambulle en la historia de este largometraje.
La película arranca el día en el que Stéphane entra a formar parte de la Brigada de Lucha contra la Delincuencia (en francés BAC), en el suburbio parisino de Montferneuil. Le asignan acompañar en el coche patrulla a dos veteranos, Chris y Gwada, junto a los que comienza a descubrir la cruda realidad que se esconde en ese enclave del Este de la capital gala.
Stéphane y el propio espectador, ya que Ladj Ly filma de forma que quien contempla la película desde la butaca parece formar parte de la acción, contemplan cómo se las gastan sus compañeros frente a los capos del barrio y ante unos niños y adolescentes tan fieros como los primeros. Durante una operación rutinaria con los más menudos es cuando todo cambia y el barrio se transforma en un polvorín.
«Todo se basa en hecho reales: la alegría de la victoria en el Mundial de fútbol, la llegada del nuevo policía al barrio, el dron y hasta el león robado y los gitanos», ha explicado el cineasta francés sobre esta película que logró el Premio del Jurado en el pasado festival de Cannes y que es la candidata del país vecino para los Óscar de Hollywood.
Incluso, confesó Ladj Ly en Cannes, durante sus grabaciones en el barrio llegó a filmar «un abuso policial» en un enclave urbano en el que sigue viviendo y que considera su plató de cine particular.
En Los Miserables late su espíritu de documentalista, que ha plasmado en producciones para la Internet como 365 días en Clichy-Montfermeil y 365 días en Malí, y en otras de mayor envergadura presupuestaria, como Go Fast Connection, À Voix Haute-La Force de la parole. Además, esta ópera prima en el largometraje de ficción sigue la senda del cortometraje del mismo título, que estrenó en 2017.
Los Miserables tiene dos partes bien diferenciadas. Durante los primeros 50 minutos, se desarrolla como una apacible, en apariencia, inmersión en la realidad de un barrio periférico. Tras el incidente policial, se transforma en un thriller apasionante marcado por la violencia. «Primero quería llevar al público a mi mundo, antes de entrar en acción. Es como si estuvieras paseando, familiarizándote con los personajes y con el tejido social del barrio. De hecho, la música es más electro que hip-hop. Quería evitar todos los clichés predecibles de los suburbios», ha explicado el cineasta.
El título, lógicamente, conecta con la más popular novela de Víctor Hugo, considerada una de las mejores de la historia de la literatura mundial. No es casual, hasta tal punto que Montferneuil, donde transcurre la acción de esta ficción, es uno de los enclaves que Victor Hugo utilizó para ambientar su icónica novela decimonónica. Al fin y al cabo, los motivos que llevan al alzamiento de la población son muy similares, a pesar de la distancia temporal entre ambos.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Victoriano Suárez Álamo. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.