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Francisco Contreras es el Niño de Elche. Artista, valga el tópico, inclasificable. Flamenco alternativo y ajeno a cosificaciones de género musical, capaz de producir una antología purista o de adentrarse en lo que hoy se califica música urbana con colaboraciones con C. Tangana. Estos días estará por Canarias, primero este domingo en el festival Keroxen y luego en el Monopol Music Festival, el día 12, anticipando 'La distancia entre el barro y la electrónica. Siete diferencias valdemorianas', su séptima referencia discográfica que nace de su residencia en el Centro de Residencias Artísticas de Matadero Madrid, en la que contó con el apoyo del Archivo José Val del Omar y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Contreras ha investigado la figura del artista granadino José Val del Omar (1904-1982). Por sintetizar, un tipo tan inquieto como él, que en las etiquetas menos descriptivas podría quedar resumido como fotógrafo, director de cine o inventor. «Val del Omar llega a un momento de mi vida en el cual yo me reconcilio con el mundo místico y me sumerjo en ello. Me hace reconciliarme con García Lorca, su forma de leerle es la que más me interesa. Y eso que yo vengo del mundo del flamenco. También me hace relacionarme con un mundo tecnológico, aunque yo haya tenido contactos con la electrónica, pero su perspectiva es muy interesante. Y lo que me interesa mucho es como relaciona ese mundo religioso y político con la fascinación de las vanguardias clásicas y su sentido poético», expone el artista ilicitano.
Directo Niño de Elche actúa este domingo a las 21.15 horas en el Aguere Cultural. Para esta actuación no quedan entradas.
Previa Los portugueses Banha Da Cobra antecederán en el escenario a Niño de Elche, a partir de las 20.00 horas.
Residencias Una de las grandes apuestas del festival son las residencias en El Tanque. Este año el invitado el sello Discrepant, y las bandas Banha Da Cobra y Lagoss.
Difusión Los conciertos se emiten en streaming a través de la plataforma Audiotalaia y con tecnología Twich.
Niño de Elche es un artista transgresor. Que parte de una interpretación poco canónica del flamenco aunque admite que «la canción se me queda corta muchas veces. También porque no la he sabido ejercitar muy bien. Mis derroteros me han ido llevando por otros caminos».
Este trabajo muestra a un autor expansivo, con obra literaria publicada y con la necesidad de alternar en todos los campos artísticos posibles. «La experimentación conlleva un cierto riesgo sobre todo para el que experimenta. Soy un artista que está intoxicado, no solo por las drogas o por la comida, también por las facetas artísticas. Entiendo que a un artista lo conforman diferentes capas, la insurrección, la contradicción. Lo fascinante en el mundo del arte es crear otras realidades», indica.
El Keroxen acoge este domingo la primera actuación de este proyecto en las islas. Susana Hernández acompañará a Contreras en los sintetizadores, en una actuación que el autor ve como una prolongación de una investigación inacabada. «Es una actitud que llevo conmigo siempre. Nunca he entendido eso de los proyectos acabados. Cuando me intereso por los proyectos de otros artistas es porque entiendo que eso tiene un ala de continuidad que te invita incluso a intervenirlos. A intoxicarte de ellos o a intoxicarlos. Por eso trabajo a partir de los residuos que dejan los trabajos de otras personas que creo que es más fructífero que creer en la creación absoluta. Caminar por los huellas de los caminos que han dejado otros, como la estela que dejó Val del Omar «, dice.
Por eso relata cómo ha sido su inmersión en el universo de Val del Omar. «Parto de su archivo sonoro y a partir de ahí trabajo. Por ejemplo, en la pieza que hice para el Reina Sofía, que todavía está expuesta, comienzo tomando como iniciativa su trabajo pero cuando uno anda se va separando en cierto modo. Es una negociación constante que se aprende trabajando con la memoria y el archivo, que se puede reconstruir. Aquí se trata de seguir un espíritu valdemoriano, una forma de afrontar el arte-vida», señala.
Su necesidad de refrendar discursos ajenos tiene un origen. «Suele pasar que muchos contemporáneos están atentos a cómo funciona el mundo a su alrededor. Y hoy que tenemos mucha información creemos que estamos más conectados pero también se nos pasan muchísimas cosas. Por nuestra intransigencia o nuestros ritmos», afirma.
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