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— Organizar un nuevo festival de música a partir de cero es muy arriesgado. ¿Cómo está yendo la experiencia?
— Está siendo muy interesante, la verdad. Estoy dándolo todo. Cuando estás en medio del barullo de trabajo, no eres capaz de calibrarlo. Me doy cuenta por el feedback que estoy recibiendo. El hecho de que Zubin Mehta esté implicado como director artístico ha sido un espaldarazo. Cuando esta noticia te llega dos o tres veces de alguien de Alemania y de agencias importantes de música de Viena o cuando un director que ha llevado la Filarmónica de Viena te da la enhorabuena, te da un shock y piensas: ¿cómo ha llegado esto a Viena? Esas cosas me hacen mucha ilusión. Se está hablando mucho del festival. El director del Ojo crítico me hizo una entrevista en Radio Nacional, me llegan correos de gente de la Península mostrando su interés... Empiezo a ser consciente de la importancia de esta apuesta. Dijimos: «vamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas» y se está poniendo en pie con fuerza, energía y garra. Estoy impresionada y contenta y, por supuesto, muy agradecida a todos los medios porque lo han acogido con cariño y calor, la verdad.
— Tienen el respaldo de Zubin Mehta, pero no sabía que iba a ser director artístico.
— Es director honorífico. Teníamos ya un presidente honorífico, Jerónimo Saavedra, digamos que es un gold member. Estuve hablando con Zubin Mehta para llevar de forma conjunta la dirección artística, pero no quería que le diera mucho trabajo. Sí, es verdad que no hay ningún problema en preguntarle sobre qué programar. Lo cierto es que, desde luego, no pone su nombre a cualquier proyecto. Para mí es muy significativo su apoyo. Él considera importante que sigan existiendo festivales de este tipo y que la cultura siga en danza.
— La ciudadanía canaria no está muy boyante. Hace unos días, se dio a conocer que el 40,2% de la población canaria es pobre o está en riesgo de exclusión. Las entradas del Festival no son baratas. ¿El público está respondiendo?
— Yo no sé cómo son esos datos en Canarias. Sé que viene el Barça y la gente paga hasta 500 euros. Juegue el Barça o el Numancia, las entradas se venden y nadie piensa en ese asunto.
— Lo pregunto para saber si hay una predisposición del público a pagar los 200 euros que cuesta el recital de Juan Diego Flórez.
— De momento, (hasta el miércoles) hay casi 600 entradas compradas. La gente ha respondido bien a esta apuesta. La respuesta es buena, primero, porque en Canarias, y sobre todo, en Las Palmas de Gran Canaria, hay una enorme afición, hay mucha gente especializada y con conocimientos en la música y en el mundo de las artes, y claro que responden. El mensaje tiene otra lectura. Cuanto más bajo es el índice cultural, mayor es la pobreza. Quitando algunas excepciones, como ciertos países árabes, la cultura y la riqueza se dan la mano, porque la cultura aporta riqueza. No basta con que los niños vayan al colegio, el factor cultural es básico para acabar con las desigualdades de todo tipo. La empresa privada está haciendo un ingente esfuerzo para montar este festival, para llevarlo al sur y para que haya buenos conciertos en la zona turística. ¿Que es caro Juan Diego Flórez? También son caros artistas sin formación, con menos trabajo y peores contenidos. Recuerdo que las administraciones retiraron una subvención para un concierto de un artista con letras machistas, para eso la gente no se plantea si paga 120 o 200 euros.
— ¿Hasta qué punto el festival se va a financiar con las entradas? ¿Y es viable económicamente?
— Eso esperamos. Hemos hecho un llamamiento a otras empresas que han respondido con muchísimo entusiasmo. Gracias a eso, las entradas se han podido rebajar para los pensionistas.
— El proyecto es valiente, casi temerario. ¿Cómo se le ocurrió?
— Veía que, por ejemplo, en Gran Canaria reside el grueso de la población del archipiélago, aparte de la población flotante, que son muchos millones al año. Al afectar a la zona del sur y periodos donde no hay programación musical estable, las empresas aceptaron de buena gana invertir en la cultura. Lo que se pensó como un ciclo se convirtió en Festival. Lo primero que se me ocurrió fue preguntarle a Juan Diego Flórez si le parecía atractiva la idea de arrancar con un nuevo festival para favorecer la cultura y la música. Desde que me dijo que sí fue una carrera a contrarreloj. Tuvimos que crear un equipo y todo desde cero. Ha tenido una muy cariñosa y cálida acogida.
— Si llega a saber que esto iba a ser así, ¿se hubiera metido?
— Sí, por mi amor por la música y la cultura, y mi profundo deseo de que nuestra sociedad siga avanzando. Lo reitero, la cultura y la educación son nuestras tablas de salvación. Sin ello empezaremos a caminar hacia atrás. Sabemos de dónde venimos, pero no sabemos a dónde podemos llegar si vamos hacia atrás. Además conviene echar abajo el concepto erróneo –sobre todo en España– de que la cultura se debe subvencionar. En América, la cultura no la sostiene ningún estamento público, sino empresas, además es desgravable. Es un camino importante a realizar. Estamos acostumbrados a entender la cultura como un adorno de las sociedades ricas y eres rica porque tienes cultura, no al revés. Esto cuesta muchísimo de que se entienda. Es una trinchera desde la que seguiré luchando siempre, para que la sociedad camine hacia delante.
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