José José Giménez, durante la entrevista. Cober
José José Giménez, trompa de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela

«Dudamel es un genio, de su mano alcanzamos proyectos inigualables»

El venezolano dirige el estreno del Ensemble de Metales de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria y toca el domingo en el Alfredo Kraus

Victoriano Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 27 de marzo 2025

El músico venezolano José José Giménez, trompa de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, que dirige su compatriota Gustavo Dudamel, ha liderado esta semana la puesta de largo del Ensemble de Metales de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria (OCGC). Esta formación de metales se estrenó el jueves en el Centro Cultural de Santo Domingo en La Guancha y repite este viernes en la parroquia de Santiago Apóstol de Gáldar. El trompista participará también en el concierto sinfónico de este domingo, a partir de las 18.00 horas, en el Auditorio Alfredo Kraus, con piezas de Bach, Beethoven, Brahms y del canario Manuel Bonino, que estrena una pieza de encargo. Este concierto forma parte de los actos que celebran los 180 años de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria y contará con la participación de los solistas Irina Peña (violín) y Juan Pablo Alemán (violonchelo).

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–¿Cómo ha llegado hasta la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria (OCGG)?

–Por la maestra Teresa Hernández, que es también venezolana y trabaja con esta orquesta. Contactamos porque le doy clases 'online' a un estudiante de trompa de la Comunitaria y a partir de ahí entablamos una relación muy bonita, con clases conjuntas. A través de eso llegué hasta el director David Crespo, con el que me vi en Madrid hace unos dos meses durante una gira con la orquesta en la que toco. Fue en Madrid donde concretamos mi venida para el estreno del Ensemble de Metales de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria.

–¿Encuentra paralelismos entre la forma en la que usted se formó musicalmente en Venezuela y la manera en la que la OCGC entiende la música?

–Por supuesto, existe mucha relación. En Venezuela está el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles y la enseñanza se hace desde lo más básico y desde dentro de la orquesta. Estos días, he visto que hay músicos en la OCGC que comenzaron en la música prácticamente dentro de esta orquesta. El trompista al que doy clases empezó con el instrumento hace tres años y prácticamente se ha formado dentro de esta formación. Se puede decir que no importa el nivel con el que empieces, dentro de la orquesta vas progresando con la técnica colectiva y los resultados son increíbles. El crecimiento de esta OCGC, por los vídeos que he visto, ha sido inigualable en tres años. Ha sido vertiginoso.

– Entiendo que usted defiende el sistema del maestro Abreu, donde los músicos aprenden y crecen mientras tocan en el seno de una orquesta.

– Exactamente. Es posible que quien se forme estudiando solo su instrumento, y hasta los ocho o nueve años de formación no comience a tocar en orquestas, se aburra y lo deje. En cambio, si entra en una orquesta y va aplicando lo que aprende de forma individual, la orquesta crea una especie de energía especial para que se puedan aplicar todos esos conocimientos. A los pocos meses de empezar a ejecutar el instrumento, en este sistema ya comienzas a tocar con una orquesta.

–Lo habitual es que los jóvenes que terminan sus estudios en lo conservatorios aspiren a entrar en una orquesta, pero llegan a ese momento sin haber tocado nunca o casi nunca en una formación orquestal. ¿No es así?

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– Exactamente. A veces, solo tocan una o dos veces al año con la orquesta del propio conservatorio. No hay una práctica colectiva permanente sino que se entiende como parte de una asignatura.

–¿Se puede ser un buen músico pero no un buen músico de orquesta?

–Por supuesto. Además, no todas las grandes ciudades o comunidades cuentan con una orquesta sinfónica profesional. Sí que suelen contar con bandas y formaciones más pequeñas, con otras dinámicas. La logística de una orquesta sinfónica es muy compleja.

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–¿Qué idea trae para la puesta de largo del Ensemble de metales de la OCGG?

–Primero, llevar a cabo los conciertos inaugurales. Lo segundo, que esa formación sea una ramificación de la propia orquesta. Eso es muy importante, porque sigue siendo una práctica colectiva pero más detallada, donde se puede trabajar con el músico algunas cosas de una forma más detallada. Eso repercute en el conglomerado de la orquesta. Hace que las filas y secciones se fusionen mejor. Ya hay un Ensemble de flautas, otro de violonchelo que se está formando y un tercero de instrumentos de madera. Esos pequeños grupos se fortalecen en sí mismos porque el músico está más cerca de su compañero, porque el repertorio a veces es más difícil. Son más solistas y protagonistas y las partituras tienen unas mayores dificultades, lo que hace que se ayuden entre ellos. Se logra así cohesionar mejor la fila y esto a su vez repercute en el resultado sinfónico. En solo un día de ensayos, con este Ensamble de metales hemos conseguido sonoridades muy especiales y lindas que mejorarán el sonido sinfónico de la orquesta en futuros conciertos.

«El crecimiento de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria en estos tres años ha sido inigualable, vertiginoso»

–¿Esa música de cámara mejora la música sinfónica?

–Por supuesto, la música de cámara es el origen de la música sinfónica. El repertorio es muy grande y hay infinitas obras de música de cámara y para ensembles de metales, por lo que el músico se siente muy satisfecho. La música de cámara es una sensación muy placentera para el músico. Es como un punto intermedio entre la música sinfónica y tocar como solista.

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–¿Cómo califica el momento actual que atraviesa la Orquesta Simón Bolívar de la que usted forma parte?

–Está en plena actividad y tocando muchos conciertos. Acabamos de tener una gira importante en enero por Europa, con conciertos en Londres, Berlín, París y también en el Auditorio Nacional de Madrid. Ahora estamos preparando unas grabaciones y en agosto hay una gira por Estados Unidos. De la mano siempre del maestro Gustavo Dudamel son inigualables los proyectos que se pueden alcanzar.

–¿Dudamel es tan bueno a nivel interno como parece desde el patio de butaca en los conciertos?

–Es un genio, si lo podemos reducir a una palabra. Es uno de los mejores directores de la actualidad. No solo por su genialidad musical, sino porque también tiene una profunda sensibilidad y respeto hacia los músicos. Y hacia los niños y su desarrollo social e integral. Su herramienta es la música, pero lo importante es que es un gran ser humano. De alguna manera ya trascendió lo que hace el Sistema nacional de orquestas en Venezuela y lo que hace es tratar de unir, a nivel mundial, todos los proyectos artísticos que pueda abarcar para atraer a muchas personas hacia el arte. Creo que es justamente lo que necesitamos en estos momentos en el mundo. Menos guerras y peleas y más vínculos artísticos y culturales.

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«Busco ser lo más auténtico posible. Es un instrumento muy difícil que requiere de mucha disciplina, tienes que tocar todos los días, y de una sensibilidad especial»

–¿Esa orquesta y todo el Sistema creado por Abreu es como un oasis para la situación que atraviesa Venezuela?

–Sí, nos sentimos como una especie de burbuja en nuestro edificio. Pasamos todo el día tocando. Una cosa muy linda del país es que se sueña mucho y no hay límites. Por eso, en la orquesta podemos comenzar a ensayar a las ocho de la mañana y se hace la una de la madrugada y todavía estamos tocando. No nos molesta, porque estamos creando y dentro de un Sistema que funciona como una especie de familia. Tenemos la necesidad de apoyar al otro. La filosofía que nos enseñó el maestro Abreu es que si empiezas con el instrumento, pongamos que a los ocho años, a los nueve, cuando llevas un año, tienes que enseñar al que acaba de llegar. Aunque solo te sepas tres 'noticas', le enseñas esas tres 'noticas'. Y el que lleva dos años y se sabe su primera escala, que se la enseñe al que lleva un año solo. Es como una bola de nieve de enseñanza mutua y colectiva que muy rápidamente da un resultado masivo e importante. Es una filosofía muy hermosa para todo el mundo, que demuestra que no necesariamente tenemos que estar vinculados a un único profesor y a una única metodología, sino que podemos recibir la información desde múltiples perfiles y eso a nivel colectivo logra un mejor resultado.

José José Giménez. Cober

–¿Se ha planteado la posibilidad de irse a orquestas profesionales de fuera, como han hecho muchos músicos formados en la Simón Bolívar que hoy tocan en las principales formaciones del mundo?

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–Eso ha sido, en los últimos años, una dificultad para el Sistema de orquestas venezolano. Se debe a causas socioeconómicas y políticas. La gran mayoría de esos músicos que están en orquestas profesionales en el extranjero desean volver al Sistema y por eso están realizando proyectos y actividades constantemente en el país. Por el momento, yo me mantengo allí. Tengo la posibilidad de dirigir muchas orquestas, porque están sembradas por todo el país. Me gusta mucho hacer lo que se llaman «excepcionales parciales», donde preparo las secciones de vientos y percusión de las orquestas que van a ir de gira. Lo hago uno o dos meses antes de que viajen y me gusta mucho porque implica trabajar las obras con mucho detalle.

–¿Qué se necesita para ser un trompista de gran nivel como usted?

–Lo primero es ser lo más auténtico posible. La trompa es un instrumento muy difícil. Siempre bromeamos porque cuando se ejecuta la trompa, es muy típico fallar notas por encima del resto, por lo que decimos que somos un instrumento celestial, porque todos están rezando mientras tocamos para que nos salgan las notas [risas del músico]. Creo que hay dos factores fundamentales. Por un lado la disciplina, que es fundamental en la trompa. Puedes estar dos o tres días sin tocar el piano y el violín y cuando los retomas puedes ejecutar directamente. Con la trompa no. Hay que tocar todos los días. Otra cosa muy importante es la sensibilidad hacia el instrumento. No todo el mundo está 'dado' para tocar la trompa. Se requiere un amor especial hacia el instrumento para conseguir hacer cosas muy especiales. A todo eso hay que sumarle la experiencia. Afortunadamente, yo tuve la dicha de estar desde muy pequeño en la música y haciendo actividades desde muy temprana edad, tanto con el coro como con la misma trompa en las orquestas infantiles. Así, de alguna manera, fui acumulando experiencias y me fui desarrollando profesionalmente desde muy joven. Allá, en Venezuela, con 14 y 15 años ya hay jóvenes que hace giras con repertorios muy difíciles.

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