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El director Rodolfo Barráez, durante la entrevista, en el Hotel Santa Catalina de la capital grancanaria. Cober

Rodolfo Barráez, director de orquesta

«Conectas con la orquesta si ven en el podio honestidad y humildad»

El director venezolano, formado en el Sistema creado por Abreu, forma parte del comité asesor de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria

Victoriano Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 6 de diciembre 2024, 01:00

El venezolano Rodolfo Barráez, que reside en Berlín, es director asistente de Gustavo Dudamel en la Filarmónica de Los Ángeles, director residente de la Ópera de París, director asociado de la Orquesta Nacional de Singapur y de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, entre otras formaciones. Esta semana trabaja y ensaya junto a la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria, que dirige David Crespo, con la mirada puesta en el concierto del próximo 15 de diciembre, con pases a las 12.00 y a las 18.00 horas, en el Auditorio Alfredo Kraus, con un repertorio de música de cine, encabezado por 'West Side Story', de Leonard Berstein; junto a 'La Misión' y 'Nostromo', de Ennio Morricone; y 'Puentes', de María Eugenia León.

-¿En qué consiste la actividad que va a desarrollar junto con la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria?

-Vengo con el gran honor de ser asesor de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria. Vamos a participar en una serie de eventos y reuniones para el fortalecimiento de la orquesta. Este sábado voy a hacer un ensayo con ellos en el que vamos a compartir musicalmente el repertorio de su próximo concierto. Vamos a conectar de manera artística y humana a través de la música para terminar de entrelazar los lazos de que nos unen.

«Gustavo Dudamel es un caso especial e irrepetible. Fue capaz de inspirar a un país entero y ha sido un antes y un después para todos los directores y se lo tenemos que agradecer»

-¿Cómo entró en contacto con esta orquesta?

-A través de la maestra Teresa Hernández, que fue mi primera profesora de dirección. Fue quien me compartió este hermoso virus de la dirección.

-¿Cómo valora el proyecto de la Orquesta Comunitaria?

- Su proyecto tiene una génesis particular. Viene de la comunidad. Muchas orquestas quieren acercarse a la comunidad y esta nace de ella. Sus miembros se convierten en héroes de la comunidad porque pueden hacer lo que les apetece al margen de sus trabajos. La integran músicos que tienen otros ámbitos profesionales pero que tienen la necesidad de volver al arte, en este caso la música. Ha logrado crear esa gran comunidad, con más de 200 personas que tocan desde la voluntariedad para ensayar y tocar ante el público. Está demostrado que es una necesidad del ser humano, a la edad que sea, conectarse con el arte. Por eso vi, cuando me pidieron entrar a formar parte de su consejo asesor, que sus principios comulgan mucho con mi idea de acercar el arte a todos los seres humanos sin ningún tipo de distinción.

-Además de su carrera profesional como director de orquesta, una de sus pasiones es la vertiente pedagógica. Hasta el punto de crear una serie de talleres específicos para la enseñanza. ¿A qué se debe?

-Porque me encanta. Siento que aprendo muchísimo buscando la manera de enseñar. Mi metodología es bien endógena. Enseño con lo que yo hice para ahorrarle algunos caminos. Aunque les dejo bien claro que el mío no es el único camino. Enseño desde lo que me funcionó y desde lo que no me funcionó. Es algo que discuto muchísimo. En las carreras profesionales, los artistas tenemos mucho pudor a la hora de reconocer dónde no lo hemos hecho bien. Se les conoce muy bien en lo que lo han hecho muy bien, pero no el otro lado. Es raro que un artista reconozca sus errores. Eso lo hago yo con mis alumnos. Considero que es una manera de dar lo que he recibido, las oportunidades que tuve de haber sido formado en el Sistema de orquestas que creado por el maestro Abreu. Allí no había distinción social. Tuve la fortuna de acceder a formarme como director de orquesta sin necesidad de limitaciones. Era un derecho que tenía y me gustaría que se multiplique ahora con mi labor para aquellos que no pueden pagar el acceso a un Conservatorio o trasladarse a la ciudad en la que se puede formar musicalmente. Yo les ofrezco las herramientas. ¿Cómo? De manera digital, porque en las regiones más limitadas, al menos alguien tiene un teléfono inteligente y puedo llegar a darles herramientas educativas. Así, ahora tengo alumnos en Hong Kong, México, Estados Unidos y Venezuela, por supuesto. Tenemos también un taller de dirección físico, presencial en Venezuela, en el que tuvimos 70 jóvenes aspirantes a ser directores de orquesta en la primera edición. Pueden venir tanto niños como jóvenes y adultos. Antes había una limitación. Para ser director de orquesta obligaba a pasar por muchos filtros. Hasta tener el pelo blanco parecía un requisito indispensable. Muchos colegas han conseguido que eso no sea ya así, porque siendo jóvenes han llegado a los podios de las mejores orquestas del planeta. Además, iniciarse en la dirección orquestal desde muy joven es posible, como hicimos nosotros. No hay menos compromiso a la hora de tocar el violín que a la hora de dirigir. Puede ser el mismo compromiso. Si con 9 y 10 años alguien quiere ser director de orquesta, vamos a enseñarle las bases técnicas y que después él vaya explorando.

-¿A qué edad, cuando se formaba musicalmente dentro del Sistema venezolano, tuvo usted claro que quería ser director de orquesta?

-Tenía unos 15 años, pero a la vez seguía tocando como intérprete.

-¿Qué instrumento tocaba?

-El violín. Seguí con las dos cosas. Mi método consistió en formarme como director mientras tocaba en las orquestas. En la orquesta del Sistema, por ejemplo, yo tenía una semana a Gustavo Dudamel como director. Él no lo sabía, pero me estaba formando como director. Lo mismo sucedió cuando nos dirigió Abbado o Rattle. También con los directores que no eran tan buenos. Incluso de ellos se puede aprender hasta más.

-¿Se aprende con esos lo que no hay que hacer?

-Exacto. Todo eso lo aprendí como violinista en la orquesta del Sistema. Me llevaba la partitura del director a los ensayos y veía lo que decía y cómo se expresaba gestualmente. También veía las cosas que yo, como intérprete sabía que a la orquesta le molestaba y cuando me tocaba dirigir ya no las hacía. Aprendí desde adentro. En el podio era un músico más. Sabía que los cinco minutos previos a que terminara el ensayo eran lo más. Sabía también que la orquesta te identificaba cuando no estabas comprometido con la música y veían que quieres terminar temprano porque ya no quedaba nada más que decir. Para los músicos que estuvimos años allí tocando son cosas que se vuelven naturales, pero para otros directores no lo son. De ahí la distancia que se crea a veces entre el podio y la orquesta. Los directores que no han estado dentro eso es algo que desconocen. Este sábado, por ejemplo, con la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria dirigiré una parte del ensayo y en la otra parte me sentaré a tocar con ellos como un intérprete más. Ahí es donde también aprendo.

Rodolfo Barráez. Cober

-Por lo que explica, la imagen de director tirano y que no escucha las sugerencias de los músicos de la orquesta no va con su concepción del oficio.

-El director tiene que tener muy claro hacia dónde quiere llevar a la orquesta. La orquesta confía en que la guíe por el camino que propone, que no es el único, pero sí el que quiere el director. Pero no puede ser blando y si propone ir por un sitio y la orquesta quiere ir por otro, ceder. Eso la orquesta lo detecta rápido. Pero creo que tampoco se puede trabajar con el no, diciendo no a cualquier sugerencia. Se puede reconocer que lo que los músicos proponen está bien, pero hacerles entender que el camino elegido es otro. Así se genera un buen ambiente de ensayo, que permite llegar a más cosas y no bloquea a los músicos. Las orquestas están constituidas por cien almas, que siente, se ponen nerviosos, que tienen problemas fuera... En los ensayos se puede crear un ambiente tan sano que sea capaz de que todos desconecten de lo que hay fuera y se entreguen a esta manifestación artística para dar el cien por cien. Se tiene generar un ambiente de confianza entre el director y los músicos en el que todos tienen claro que están ahí juntos únicamente por la música. Cuando los dos lo entienden, no hay rangos, se convierten en un eslabón más y no bloquea el camino de la orquesta. Cuando se consigue es mágico.

-Intuyo que no tiene que ser fácil lograr eso cuando va de director invitado a una orquesta por primera vez, cuyos miembros conoce un lunes para el concierto del viernes o el sábado siguiente...

-La conexión se lograr en los primeros cinco minutos del primer ensayo. Incluso, antes de que el director comience a mover los brazos. Cuando te paras en el podio para empezar, la orquesta se conecta cuando ve una humanidad y una honestidad. Cuando ven que el director es consciente de que está ante la oportunidad de hacer música juntos, algo que la pandemia nos demostró lo valioso que es. El ensayo es lo más importante, el concierto es una excusa para trabajar. En los ensayos se disfruta de un momento de creación que es irrepetible. El ensayo de cada día suena diferente a los anteriores. Y los conciertos son distintos a los ensayos, incluso los segundos a veces son mejores porque se logra una mayor intimidad y todos estamos frescos, no estamos ante una gente que nos quiere escuchar y juzgar ni estamos vestidos de músicos. Cuando empiezo a trabajar, la orquesta se da cuenta que no busco lucirme ni dejar claro que soy un buen director, sino que busco trabajar por y para la música. A veces, los directores fallamos porque queremos conseguir la reinvitación con esa misma orquesta. Empezamos a tratar de hacer las cosas como ellos quieren y entonces se pierde un rango de honestidad.

«La Orquesta Comunitaria de Gran Canaria viene del seno de la comunidad, mientras que muchas orquestas a lo que aspiran es a acercarse a la comunidad»

-¿Le ha sucedido casos en los que se ha puesto al frente de una orquesta profesional y esa conexión de la que habla no se genera?

-Sí que puede suceder. Puedes tener a ochenta músicos que te adoren y veinte que no. Suele pasar a veces por el tema de juventud. Cuando yo empecé tenía 15 años, puede generarse la sensación de que por ser joven sé mucho menos. Cuando no estoy dirigiendo por lo que sé sino para hacer música. Esto sucede cada vez menos y depende de los países. En Alemania, por ejemplo, el hecho de que fuera tan joven les encantaba a los músicos.

-En ese terreno, Gustavo Dudamel tumbó muchas de esas barreras por su juventud. ¿Qué aprendió como su ayudante?

-Muchísimo.

-¿Cuando ensaya es tan genial como cuando lo vemos dirigiendo en los conciertos?

-Todavía más. Y cuando se baja del podio, aún más. Aprendo de él viendo sus conciertos, en los ensayos y cuando está fuera del escenario. En la caminata desde el podio hasta el camerino va haciendo historia y estar cerca de eso ha sido un gran aprendizaje.

-¿Ha sido el principal espejo en el que se ha mirado?

-Sí, Gustavo es una gran inspiración. Es un caso especial e irrepetible y del que se puede aprender muchísimo para lograr inspiración. Él inspiró a un país entero de las posibilidades que tiene que un niño aprenda música, de manera gratuita, dentro de un sistema novedoso, que no era de conservatorio y donde se aprendía tocando y dirigiendo. Y así llegó a los máximos escenarios y nos enseñó que era posible lograrlo. También a los demás directores del planeta. En 2004 comenzó en la Filarmónica de Los Ángeles, hace 20 años. Ahora, con 24 años de edad se nombra a un director musical del Concertgebouw de Ámsterdam o de la Filarmónica de Israel. Ahora eso es más común gracias a lo que hizo Gustavo. Ha sido un antes y un después para los directores y se lo tenemos que agradecer.

El director venezolano, durante la entrevista. Cober

-¿Cómo logra compaginar sus actuales cargos en Los Ángeles, París, Singapur y Venezuela?

-Planifico el año por semanas. Con la orquesta de Singapur estoy al menos once semanas al año, en Los Ángeles unas diez y esta temporada he hecho unas ocho con París y Venezuela. Tengo unas 39 semanas al año ya ocupadas y a partir de ahí, con lo que queda libre, voy como director invitado donde me quieran. Vengo ahora de dirigir a la Sinfonieta de Hong Kong y en enero hago el concierto de Año Nuevo con la Ópera de Marsella. En España he dirigido a las orquestas de RTVE y del Principado de Asturias.

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