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Chucho Valdés tiene clara «la medicina» que le permite estar en la brecha a sus 82 años. «Cuidarse es importante para poder seguir adelante, pero también lo es la ilusión por hacer cosas nuevas y el amor a la música», apunta por teléfono desde Málaga, donde reside largas temporadas, este legendario pianista que abre este fin de semana la 33ª edición del festival Canarias Jazz&Más.
Aterriza de nuevo en el archipiélago canario con una de esas ilusiones que reconoce que le dan tanta vida. Viene celebrar el 50º aniversario de Irakere, formación musical cubana que supuso un punto de inflexión en el universo jazzístico. «Ha pasado medio siglo de un fenómeno que sucedió y que cambió todos los parámetros y lo celebramos con algunos músicos fundadores y con las nuevas generaciones que han seguido esta música de una forma espectacular», destaca quien toca este viernes, a partir de las 20.30 horas, en el Auditorio de Tenerife Adán Martín, repite el sábado, a la misma hora, en el Auditorio de los Jameos del Agua y culmina la minigira festivalera el domingo, también a las 20.30 horas, en el Teatro Pérez Galdós de la capital grancanaria.
Sobre los escenarios del Canarias Jazz&Más, Chucho Valdés estará acompañado por nueve músicos. De su habitual cuarteto estarán Horacio Hernández (en la batería), Roberto Jr. Vizcaíno Torre (percusión) y José A. Gola (bajo eléctrico y acústico), a los que se suman los trompetas Eddie de Armas Jr. y Osvaldo Fleites, los saxofonistas Luis Beltrán y Carlos Averhoff Jr., el vocalista Ramón Alvarez, y su hijo Julián. «Es el más joven de la familia, de los varones, es el primero nacido en los 2000. Está a punto de cumplir 18 años y desde joven dijo que en la familia había demasiados pianistas, que sentía más la percusión. Le gusta el piano pero tiene el ritmo de la percusión muy definido y metido en la sangre», explica con orgullo sobre este joven talento musical.
Todos integrantes de este proyecto para revivir Irakere fueron seleccionados por Chucho Valdés. «Esta selección es una de las mejores cosas que he hecho. Son unos jóvenes que hacen una música tremenda y así se genera una fuerza que multiplica lo original», subraya.
Esta combinación entre veteranía y savia nueva genera un cóctel explosivo, según el pianista y compositor. «Se impone el camino que yo tenía en mente desde el principio sobre el fenómeno original de Irakere, pero se produce una cierta retroalimentación. Los jóvenes siempre aportan ideas frescas y así se produce un intercambio muy interesante entre experiencia y juventud», reconoce.
Quienes asistan a los conciertos de Chucho Valdés & Irakere 50 se encontrarán con un espectáculo que tiene dos partes muy definidas. «Verán las dos caras de Irakere. Una primera con los instrumentales más clásicos y una segunda más bailable. Son dos sentimientos diferentes, dos maravillas que parten de la misma raíz. Una primera más para escuchar y una segunda más para divertirse, pero con un mismo nivel musical», defiende sin ambages.
Dionisio Jesús Valdés Rodríguez, alias Chucho Valdés, fue esencial en el Irakere de hace 50 años junto a los también legendarios Carlos Emilio Morales y Paquito D'Rivera. Celebrar este 50º aniversario hace que se le despierten muchos recuerdos y emociones, que el músico cubano canaliza con naturalidad. La frialdad no entra en su manera de entender la música sobre un escenario. «La espontaneidad, la fuerza y el sentimiento son imprescindibles en cualquier tipo de música. Nunca pueden faltar. La frialdad la dejamos en el camerino y cuando salgo hacia el escenario soy como un león que sale de la jaula», asegura con una carcajada.
«Mi coche está lleno de gasolina». Así responde y entre risas Chucho Valdés cuando se le cuestiona sobre los proyectos musicales que tiene previsto para los próximos años, entre los que se encuentra uno en solitario y otro con su cuarteto habitual.
El artista cubano reconoce que cuando se pone a tocar y a componer sigue descubriendo cosas nuevas en el piano. «Es de las cosas que más motiva a un músico. Siempre queda mucho por recorrer, porque siempre vas a prendiendo muchas cosas. Eso me genera mucha ilusión, porque en la música nunca se llega al final, siempre hay un desarrollo y eso me da mucha vida», asegura.
Reconoce que está «disfrutando mucho este momento de madurez». Intenta exprimir cada momento porque es consciente de que «la vida solo es una». Y entre los momentos más destacados que le ha tocado vivir está su reencuentro en Nueva York con su padre, el legendario Bebo Valdés. «Lo entiendo como el punto más alto de toda mi vida. Tras 18 años sin vernos, no podía haber nada más emocionante. Aquel concierto era mi debut en Estados Unidos. Yo sabía que mi papá había viajado desde Suecia para verme y que estaba entre el público. Cuando nos reencontramos al terminar fue muy emocionante, como decimos nosotros, después de eso no hay más pueblo», apunta quien dice pasarlo «muy bien» cada vez que toca en Canarias.
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