
Carlos Álvarez, barítono
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Carlos Álvarez, barítono
«Un cantante profesional tiene que ser honesto y saber decir que no»El barítono malagueño Carlos Álvarez es un mito en activo para muchos compañeros de profesión y para los melómanos. Bromea sobre el estatus que ostenta entre sus colegas de profesión, porque dice que muchos no habían nacido cuando él comenzó a cantar sobre los escenarios líricos de todo el mundo. Está de regreso a la temporada de ópera de Las Palmas de Gran Canaria-Alfredo Kraus para protagonizar 'Don Giovanni', de Mozart, una de las piezas del repertorio que le ha consagrado como una estrella mundial. Las funciones, organizadas por los Amigos Canarios de la Ópera (ACO), en el Teatro Pérez Galdós, se llevarán a cabo los días 8, 10 y 12 de abril, siempre a partir de las 20.00 horas.
-¿Qué rol de don Giovanni trae en mente y cómo será el que el público escuchará en las tres funciones previstas de la ópera del mismo nombre en el Teatro Pérez Galdós?
-Con el tiempo me he dado cuenta de que hay que profundizar en las características del personaje y no tanto en una visión determinada. Por ejemplo, en la literatura hay tantos don Juan distintos... Creo que en esta ópera el elemento fundamental es el desafío. Don Giovanni, don Juan, es alguien que desafía al sistema. Si alguien es un antisistema, ese es don Giovanni, que utiliza el sistema para sentirse defendido al ser un noble y poder hacer con impunidad lo que quiera. Es un personaje que no debe caer antipático. Incluso, asesinando manifiesta su forma de pensar, que es muy tradicional. Pero también es un insatisfecho, porque nunca consigue su objetivo. Entonces, lo que hago es adaptarme a las ideas del director de escena y del director musical y encontrar una situación de consenso.
-¿Le ha resultado fácil encontrarla?
- Sí, ha sido muy fácil. En este caso, como don Giovanni es un elemento mítico y tiene una durabilidad prácticamente eterna, se verá un cierto desarrollo en el tiempo y cómo se comporta siempre igual. Me parece una muy buena idea, porque el elemento fundamental de la obra son las relaciones humanas y no el contexto en el que se producen. Y el ser humano no ha cambiado en los últimos siglos. Ni siquiera para resolver los conflictos. Cuando tiene un conflicto, mata.
- ¿Hoy en día siguen existiendo muchos don Juan, muchos don Giovanni?
-Sin duda. No con la sensación de que don Juan tiene que ser atractivo. En el fondo, don Juan es un abusador. Abusa de su situación de poder y eso nos los encontramos hoy quizás más que en tiempos no tan lejanos.
-¿Se siente más cómodo en las producciones como esta de los Amigos Canarios de la Ópera en la que se busca ser fiel a la partitura y al libreto original?
-Una nueva lectura requiere de una profundización mayor. El problema no está en nosotros. Cuando eres un intérprete y te lo explican, eres capaz de hacer cualquier cosa. El problema es el público. Si no se le cuenta la historia de forma adecuada, quizás no se está siendo tan respetuoso. Al público no le tienes que dar un programa en el que se explique la idea. Lo tiene que ver, percibir y entender en el momento en el que se le ofrece. Si no se logra, es que las cosas no se están haciendo bien. Me gusta la experimentación y el desafío, Me gusta tener que enfrentarme a mis límites como intérprete. Pero no me gusta tanto la sensación de que, quizás, lo que estamos haciendo no vaya a ser bien entendido por parte del público.
-¿Percibe desde el escenario cuando el público no se está enterando y desconecta?
-Lo vemos cuando el público no entra al juego que se le propone. En esta obra hay pocos 'gags'. Está todo muy bien estructurado y el humor de la obra aparece en la escena y está en la partitura. Si somos capaces de trasladarlo al público, se genera esa comunión. En este 'Don Giovanni' la propuesta es muy eficaz. Es simple, se sustenta en las relaciones de los personajes. Esta es de las óperas en la que suceden cosas, en otras te cuentan cosas. Eso la hace más amena y fluida en el tiempo y los cambios de escena se hacen de una forma que no se pierde la continuidad.
-Como barítono, ¿el rol de don Giovanni es complicado desde un punto de vista vocal?
- Mi don Giovanni ha ido evolucionando. Ahora soy un hombre que va a cumplir 59 años en agosto y lo que siempre hago es intentar ser muy preciso con la partitura. Mozart en su simpleza nos deja a todos con el culo al aire. Tengo una frase que es: ¡Qué fácil es Mozart para los alumnos de canto y qué difícil para los profesionales! Te obliga constantemente a ser preciso y refinado. Con el personaje de don Giovanni estoy casi desde los inicios de mi carrera. El trabajo de todos estos años me permite afrontar la vocalidad del personaje con una cierta normalidad.
-Los directores de orquesta y los instrumentistas dicen que el famoso «espíritu mozartiano» parece muy sencillo cuando se escucha como público, pero alcanzarlo es especialmente difícil. ¿Cuando se cantan las óperas de Mozart sucede igual?
-Exactamente igual. En las formas de interpretación puede cambiar. Me gusta el Mozart que se canta, no me gusta el Mozart barroco. Hay gente que se empeña en hacer Mozart sin que aparezcan las voces, pero es que las voces tienen que aparecer porque han cambiado las circunstancias. Estoy seguro que en el tiempo de Mozart el orgánico de la orquesta no era igual al de ahora. Las características de los instrumentos eran totalmente distintas. La afinación, también. Ojalá volvamos al 4-40. No es lo mismo cantar un cuarto de tono más agudo que más grave. Todo ha evolucionado y por eso cada día es como si fuera la primera vez. Y eso para un trabajo significa cero monotonía, pero también un gran esfuerzo de superación. Y eso es fantástico.
-¿Pero habrá días en los que le cuesta seguir?
-Por supuesto. Pero ese es el elemento diferenciador de una profesión como la nuestra. Para nosotros no existe voy a cantar solo cuando estoy bien. Cuando eres un profesional y firmas un contrato, el acuerdo es para ese día, lugar y hora. Y tienes que estar dispuesto a hacerlo. También es verdad que si no estás bien, mejor no hacerlo. ¡He trabajado en situaciones en las que he recibido una mala noticia o tengo un problema de reflujo! De ahí que tengamos que cuidarnos, porque vivimos de nuestro cuerpo, aunque pueda sonar mal [risas del cantante]. Si hay algo en lo que se refleja el estado físico y de ánimo es en la voz.
-Tiene usted un oficio que implica viajar mucho, estar constantemente fuera de casa y a veces solo, visitando ciudades que al final ni siquiera conoce más allá del hotel o del apartamento y del teatro. ¿Cómo lo ha llevado durante tantos años?
-Pese a eso, es un privilegio. ¿Cuánta gente puede decir que hace lo que más le gusta? Puesto en la balanza, los impedimentos de este trabajo son nulos. Tengo la circunstancia de que mi mujer viaja siempre conmigo. Tenemos la máxima de que donde estamos, está nuestra casa. Cuando estoy trabajando estoy concentrado, pero también tengo la posibilidad de conocer un poco la ciudad, visitar a amigos que se han hecho durante los años. No es un sacrificio enorme. Pero sí que es verdad que tenemos que conducirnos de tal forma que estemos preparados para el compromiso que tenemos. Hay mucha gente que trabaja en circunstancias muchísimo peores. Mi padre era agente comercial. Salía los lunes por la mañana para trabajar y volvía a casa los viernes por la tarde-noche. Fuera toda la semana y la satisfacción que podía tener a la hora de hacer su trabajo no era la misma que tengo yo. Y eso se traslada a todo el entorno familiar y a los amigos. Lo único que sí que se tiene que entender es que cuando salgo de casa es para trabajar. Hace años que no nos vamos de vacaciones a ningún otro sitio que no sea volver a casa, porque estamos viajando todo el año con el trabajo. Lo que no debe suceder es que los artistas tengamos que hacer una inversión para hacer nuestro trabajo. Por Ley, los teatros deben pagar estancia y viaje. Hay mucha gente en esta profesión que tiene una situación menos satisfactoria que alguno de nosotros. Tengo un compañero que tiene que ir a trabajar en septiembre a Sevilla y no encuentra un apartamento por menos de 2.500 euros para cuatro semanas. Y eso sí que es un problema en este oficio.
-¿Queda mucho Carlos Álvarez por delante o se ha puesto una fecha para empezar a decir adiós a los escenarios?
-En principio, los roles que quiero estrenar lo tengo ya previstos. A final de año voy a hacer 'Adriana Lecouvreur', en Bilbao. Tengo que volver el año que viene al Metropolitan de Nueva York para hacer una ópera contemporánea sobre una historia que me interesa mucho, la relación entre Frida Kahlo y Diego de Rivera. Es cantada en español y me apetece especialmente como elemento reivindicativo cantar en español en Estados Unidos, tal y como están las cosas [risas].
-¿Es cierto que el público yanqui que acude a ver la música clásica es distinto al europeo?
-Es un poco 'naiff'. Fui a Tampa, Florida, a hacer un 'Don Giovanni'. Era, por primera vez en mi vida, con cortes, porque si la orquesta se pasaba de una serie de horas durante la función cobraba un dineral a los organizadores. Cuando salí a saludar me llevé el abucheo mayor de mi vida. Y pensé qué había sucedido. Comencé a repasar mentalmente la función. Mi compañero, que hizo el papel de Leporello, me dijo en seguida que no me preocupara, que abucheaban al personaje, porque es malvado, no a mí. Es un público al que le tienes que contar las cosas bien y de manera amena. Están muy acostumbrados a ir a espectáculos. A finales del XIX y principios del XX, la ópera era el espectáculo total y único que cubría todas las expectativas. Hoy es uno más dentro de un abanico muy amplio.
-¿Se encuentra más cómodo cuando acude a temporadas líricas como la de la capital grancanaria o cuando actúa en los grandes teatros del mundo, en ciudades como Nueva York, Milán, Viena o Berlín?
- En los grandes teatros eres una parte más del engranaje de todo el sistema. Las temporadas donde se hacen las cosas de forma más artesanal, tienes que poner más cosas sobre la mesa. Y eso me gusta. Hasta tal punto que hemos creado el proyecto Ópera Estudio en Málaga, donde damos la oportunidad a los jóvenes cantantes para que conozcan la realidad profesional en un escenario. No en una sala de ensayo o en una escuela, sino a nivel profesional.
-En enclaves como la capital grancanaria el ambiente es más familiar. Ha venido usted ya varias veces así que ya forma parte de la misma, ¿no es así?
- Los conozco a todos, hasta a los maquinistas. Siempre he intentado crear un ambiente positivo dentro del trabajo. No creo que la presión excesiva produzca un mejor resultado. En una situación más relajada, donde somos capaces de compartir ideas, el resultado final es mucho mejor.
-¿Qué consejo le da a alguien que esté estudiando para ser barítono o acabe de empezar su carrera profesional?
-El camino está en la honestidad. Saber decir que no. No cualquier propuesta que te hagan es la mejor. En todo caso, lo tienes que apoyar todo en un criterio que te permita saber si lo que te ofrecen es algo que te va a permitir crecer o es un caramelo envenenado. Si está en la línea del crecimiento, bienvenido sea. Si no lo está, es mejor no hacerlo. También por respeto a esta profesión. Estamos llegando a un punto en el que si dejamos que valga todo, nuestra profesión va a desaparecer. Nosotros somos los últimos analógicos. Después de nosotros no hay nada más. Es cierto que la tecnología ha permitido que las funciones sean distintas. Pero en lo relativo a nuestro trabajo más esencial, lo específico de un cantante es que tenga una buena emisión para que se le escuche en cualquier lugar de la sala. Si no conseguimos que eso siga teniendo un gran valor y que todo esté centrado en ese elemento vertebrador de esta tradición, nos estaremos equivocando. Y el público no sabrá si lo que se le ofrece es bueno o malo. Si tú te vas a pasar tu vida, primero estudiando y después preparándote para ser un profesional, tu expectativa no puede estar por encima de tu capacidad. Suele suceder. Hay gente que está pidiendo constantemente una oportunidad y cuando se le abre la puerta y se le dice que pase... no se ve capaz. En los últimos años he tenido la oportunidad de aumentar mis encuentros con jóvenes cantantes. Les cuento cosas, ellos cantan, les aconsejo, pero siempre les digo que si no están seguros de que valen para esto, que no lo hagan. Es una profesión dura que no depende de nuestra capacidad, voluntad o sacrificio. Depende de la opinión de otra persona. Es todo muy subjetivo. Hay un señor en 'youtube' que tiene un canal de zarzuela en el que hace una cosa muy peligrosa. Compara a cantantes del siglo XXI con otros de la primera mitad del siglo XX. Cree que ganan los de la primera mitad del siglo XX y creo que hay cosas que son inaceptables. Pero es una cuestión de gustos, evidentemente.
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