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Este viernes, a partir de las 20.00 horas, en el Auditorio Alfredo Kraus, tocará junto a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) dentro de la temporada de abono de esta formación, con una guitarra elaborada por Vicente Carriño que se ajusta, apunta, a las exigencias de un concierto sinfónico.
«Siempre encuentras nuevos matices. Cada guitarra tiene los suyos. Depende de cada una. No me refiero al volumen, sino a otra cosa, a lo que vas descubriendo mientras la tocas. Es algo que no acaba nunca. La mecánica, una vez que la aprendes, es lo que es. Es andar sobre las cuerdas. Pero para sacar todos los matices que tiene una guitarra se requiere otra técnica y cada instrumento te requiere una concreta. En el fondo, las guitarras son como las personas, las conoces por la vía del trato», explica por teléfono el Premio Nacional de Guitarra en 1982.
En el Alfredo Kraus, bajo la dirección de Karel Mark Chichon, director artístico y titular de la OFGC, tocará la Fantasía para un gentilhombre (1954), que Joaquín Rodrigo compuso por petición de Andrés Segovia.
«Es una obra maravillosa, que se inspira en la guitarra barroca que tocaba Gaspar Sanz. Es una obra muy melódica», avanza el artista.
En solitario tocará otras dos obras propias, como son Añorando el presente y El abismo, que forman parte de su álbum Cuerdas del alma. La primera es «una fantasía», que tiene una cierta «voz flamenca por las cadencias y por los cambios de acordes», aunque desde un punto de vista muy libre.
El abismo, por su parte, es «una bulería». «Es un palo flamenco muy difícil y le doy mi aire, mi sabor y forma de enteder la música», añade.
Juan Manuel Cañizares asegura que la guitarra «vive un gran momento» y que cada vez cuenta con un mayor peso dentro del repertorio sinfónico que se programa en los principales auditorios del mundo.
«Me gustaría que se programara más, por supuesto. Pero creo que la guitarra atraviesa por un buen momento. Ahora me voy a Taiwán a tocar, acabo de venir de Finlandia y también tengo previsto tocar en Montenegro. En Japón suelo tocar mucha música sinfónica española y al público le encanta», subraya.
Cañizares define este instrumento que domina desde que era un niño como «una orquesta en pequeñito». «La cantidad de matices que le puedes sacar es enorme. Tiene la dulzura de una flauta y puede llegar a tener la fuerza de una trompeta o una trompa. Por eso engrana muy bien con las orquestas. Tiene sus limitaciones, como cualquier instrumento, pero gracias a la microfonía encaja muy bien», apunta.
Este artista, cuyo álbum El mito de la caverna acaba de lograr el premio MIN de la música independiente como el mejor de flamenco de 2018, trabaja en la composición de una nueva entrega de su serie titulada Por Cañizares, en la que abordará desde su propia sensibilidad la música compuesta por el maestro Rodrigo. Saldrá a la venta en mayo, asegura.
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