Borrar
Directo La salud laboral y la situación de las Pymes en Canarias, en comisión parlamentaria
«Mis caníbales están ahí para invitarnos a hacer una revolución»

«Mis caníbales están ahí para invitarnos a hacer una revolución»

El escritor El escritor herreño Víctor Álamo de la Rosa vuelve a las librerías con su nueva novela, La ternura del caníbal, publicada por la editorial Siete Islas, una obra de ambientación realista en la que sin embargo aparecen caníbales para «recordarnos la necesidad de cambiar el mundo», según confiesa el autor en esta entrevista, porque «mis caníbales muerden, pero también acarician».

Anghel Morales/ Santa Cruz de Tenerife

Lunes, 25 de mayo 2020, 12:33

— Tengo que empezar preguntándole por la pandemia del coronavirus y la crisis que ha desatado, ¿es un virus bastante caníbal?

— Desde luego, es un virus que nos ha trastocado, pero pienso que hay que seguir adelante. El ser humano ya ha ganado otras importantes batallas, víricas y bélicas. Hay que aprovechar la vida y reeditar el carpe diem pero con mascarilla. La covid-19 nos ha recordado de nuevo la fragilidad del ser humano. Y eso es bueno. Llevo ya años hablando de la necesidad de reeditar un nuevo humanismo, una nueva ilustración, donde el hombre vuelva a ser medida de todas las cosas y vuelva a alinearse con la Naturaleza, con los temas verdaderamente importantes. Tal vez lo que está pasando con esta pandemia nos ayude a poner el tren sobre los raíles adecuados, porque está claro que andábamos descarrilados. La polución ambiental, el cambio climático, la superpoblación y la ignominiosa distribución de la riqueza y la sanidad, la escasa atención al sector primario, el consumismo, la falta de educación y cultura generales, entre otros temas, están desgobernando el mundo, y la probabilidad de nuevas grandes pandemias ahora es un hecho para todos los habitantes del planeta. Hagamos examen de conciencia individual, aportemos nuestra parte para insistir en la necesidad de mejorar el mundo que habitamos o, al menos, no destrozarlo tan rápido. Volvamos al humanismo, pero desde una posición de humildad. El hombre como especie no es tan inteligente como creemos. No nos las sabemos todas, sino que formamos parte de un todo.

— Esta obra es su novena novela y, según me cuenta, ya está lista la décima. Después de unos años de escasa actividad literaria, parece haber vuelto con más ganas.

— Sí. He pasado unos años entre raros y malos. Creo que estaba un poco depre sin haberme percatado. Hubo circunstancias personales que me afectaron mucho, como la muerte prematura de mi maestro literario, el escritor Juan José Delgado, cierto hartazgo del mundillo complejo que rodea a la edición de libros, cumplir mis cincuenta años en medio de mi último divorcio, las atenciones que conlleva criar a mi hijo Pablo que tiene solo ocho años y, en fin, un montón de asuntos así que me llevaron a postergar culminar la escritura de varias novelas que estaban prácticamente listas. Ahora hay nuevas ilusiones en mi vida y me he propuesto recuperar la edición de mi obra literaria. Desde que me he puesto a trabajar en serio he podido rematar dos novelas y un libro de relatos del que estoy muy orgulloso. Este año publico esta novela y los relatos a final de año y además una editorial está preparando la edición de mis obras completas en varios tomos, gracias al trabajo de un entusiasta profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Así que he vuelto con más ganas, dejando lastres atrás. Escribir es suficiente recompensa.

forma parte de la trilogía que inició cuando ganó el premio de novela Benito Pérez Armas en 2014 con

— Así es. Siempre lo he dicho. No funciono novela a novela, sino que pienso en dos o tres como mínimo porque quiero que mis novelas dibujen un panorama mayor, un mundo narrativo también cuando se leen juntas o varias. Tengo las novelas de lo que yo llamo mi ciclo herreño, novelas como El humilladero, El año de la seca, Campiro que, Terramores, La cueva de los leprosos, etcétera, que son novelas donde mi isla, mi pequeña patria, El Hierro, es también un personaje, y por tanto son más rurales, pero una vez clausuré ese mundo novelesco, con Isla nada, ya sabía que quería adentrarme en otros terrenos más volátiles, más nebulosos, menos realistas. La ternura del caníbal forma parte de una trilogía junto con Todas las personas que mueren de amor y El pacto de las viudas. Son novelas más alegóricas, sin geografías exactas, distópicas a veces. Quería imponerme el reto de escribir otro tipo de novela para probarme como artista y no quedarme en lo que ya sentía que sabía hacer. La próxima novela, sin embargo, se ambienta en Fuerteventura, y la siguiente está urdida jugando a los mecanismos del bestseller, una especie de ironía cervantina. Esa será mi última novela porque ahora siento que ya no me divierte escribir narrativa.

— ¿Está diciendo que va a dejar de escribir?

— He dejado de escribir poesía, aunque he publicado cinco poemarios. Hace ya bastante tiempo que el poema no me sale y no pasa nada. Ahora siento lo mismo con la narrativa. No me creo sus mecanismos y, además, he escrito ya mucho. Una decena de novelas y dos libros de relatos, más la narrativa juvenil, creo que es más que suficiente. Como el tiempo para escribir es poco, quiero meterme con una especie de ensayo donde voy relatando mis ideas y experiencias biográficas con escritores que conocí personalmente, como Saramago, Luis Feria, Rafael Arozarena, Isaac de Vega, entre otros, y con la escritura de un diario que le debo a mi hijo Pablo para cuando sea mayor de edad y yo me vaya a criar malvas.

— ¿Qué se encontrará el lector en ?

— De todo. Es muy completa. Estoy muy satisfecho con mis caníbales. Creo que esta novela formará parte de las mejores que he escrito. Quiero decir que, si Terramores o Campiro que se han señalado como entre las más importantes, La ternura del caníbal viene a ser mi preferida de esta nueva época. Quería poner a corretear por la sociedad actual a caníbales sin que esto pareciera ciencia ficción, porque a veces sale uno a la calle y parece que estamos a punto de comernos los unos a los otros. Juego con esa idea y me invento una ciudad donde viven las personas, los caníbales y lo que llamo los seres humillados. Pero La ternura del caníbal es también una novela de amor donde nada es lo que parece y un montón de aventuras y un alegato contra la precariedad laboral y el sistema, mi particular denuncia de la injusticia social que padecemos y de nuestra propia inconsciencia cuando funcionamos con los individualismos extremos, sin pensar en el prójimo.

— Parecen muchos temas para una sola novela, amor, injusticia social...

—Mis caníbales están ahí para invitarnos a hacer una revolución que cambie el mundo para mejor. Toca rebelión, frenar los abusos políticos y capitalistas, poner otra vez al ser humano en el centro de todo, refundar el humanismo y un pensamiento ilustrado. Si observamos el mercado laboral parece que o te haces funcionario o tu vida siempre penderá de un hilo y de cualquier capricho, más allá de la capacitación profesional que se tenga. Es de locos. Hay una progresiva deshumanización en todas las esferas, no solo en la laboral, sino también por ejemplo en las relaciones entre hombres y mujeres. Hay mucho desprecio y egoísmo. La crisis desatada con la pandemia del covid-19 es y será un buen ejemplo.

-Pero la novela se presenta como una obra que indaga en los mecanismos del amor y las emociones humanas...

— El amor como hilo conductor de la felicidad es la máxima preocupación de todos los seres humanos, una vez solucionadas las necesidades básicas de salud, bebida y alimento. El deterioro de las relaciones entre hombres y mujeres que viene aparejando el siglo XXI cada vez me da más que pensar. Hay mucho ruido, mucho grito y mucha pelea de género, pero no veo que nadie hable del egoísmo, de ese pensamiento de que nos lo merecemos todo y en todo momento, de la inmediatez. Las relaciones de pareja son un desastre en su gran mayoría, gobernadas por la falta de compromiso y el egoísmo. No son duraderas, en ellas no crece el amor maduro, no sirven para crear paz y armonía y mucho menos para criar hijos. La cultura y la educación hacen falta para todo, y observo a mi alrededor un endeble tejido emocional. Vamos por la vida desnortados, zombis. En el sacrificio hay también felicidad. En La ternura del caníbal se propone retratar una sociedad en declive, en la que ciertas situaciones ponen al límite al ser humano. No podemos acabar mirando al prójimo como si fuera un peligro, un extraño.

— Tengo entendido que está recuperando también tu obra periodística...

— Hay dos filólogos trabajando en recuperar de las hemerotecas mis artículos de opinión y mis ensayos para reunirlos en un libro. Desde 1987 a la actualidad he escrito mucho en periódicos, como el propio CANARIAS7, y creo que es una buena idea hacer una criba y ordenarlos en función de su temática, pues la mayoría son sobre arte y literatura. Creo que puede ser interesante para los lectores porque hasta ahora se me conoce por mi obra estrictamente de creación literaria, novela y poesía, pero hay muchos trabajos críticos en prensa y revistas que tal vez completen mi propia trayectoria literaria. Sigo creyendo en la cultura como motor de felicidad para la sociedad.

Sigues a Anghel Morales/ Santa Cruz de Tenerife. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 «Mis caníbales están ahí para invitarnos a hacer una revolución»