
José Luis Correa, escritor
«Siempre he escrito tendiendo más hacia lo social, pero esta novela es más política»Secciones
Servicios
Destacamos
José Luis Correa, escritor
«Siempre he escrito tendiendo más hacia lo social, pero esta novela es más política»José Luis Correa (Las Palmas de Gran Canaria, 1962) ha publicado la decimocuarta entrega de la saga de novelas negras protagonizadas por el detective Ricardo Blanco, titulada 'Un arpegio de lluvia en el cristal' (Alba editorial), que dedica a su gran amigo y también escritor Alexis Ravelo, fallecido en enero de 2023. En este nuevo libro, el protagonista y alter ego de Correa se muestra más «brumoso» y maduro dentro de una trama que arranca con el asesinato de una pareja gay en una buhardilla de la calle de La Naval de la capital grancanaria. El 29 de febrero presenta la novela en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de la capital grancanaria y repite el 7 de marzo, en la Biblioteca Municipal de Arucas.
- Siempre dice que uno de los retos de la saga que protagoniza Ricardo Blanco es que cada novela sea diferente y sorprenda a los lectores. ¿Qué diferencia a 'Un arpegio de lluvia en el cristal' de las trece anteriores?
- El universo de Ricardo Blanco es el mismo. Cuando se trabaja una novela de saga, todo el mundo espera encontrar a los mismos personajes: Ricardo, Beatriz, Inés, Gervasio, Susana... Están ahí y el espacio también, porque vivo, trabajo y quiero a Las Palmas de Gran Canaria. No tiene sentido cambiarla, aunque la gente siempre me dice que por qué no mando a Ricardo a Londres o a otro sitio. Lo que cambia en este caso es el tema que trata. En este caso, quería uno más polémico. Probablemente, sea mi novela más política. Suelo hacer siempre mis guiños y homenajes y esta novela desde un principio está dedicada a un amigo. La propia novela tiene muchos guiños a ese amigo, Alexis Ravelo. Siempre he escrito tendiendo más hacia lo social, pero esta es más política. Se habla más de partidos, de política social. Desde el momento en el que mueren dos homosexuales en la pandemia, se abre un abanico de posibilidades desde el punto de vista de la trama y la ideología. Hay detrás un mundo gay y personajes que defienden una postura y otros otra.
- A raíz de ese homenaje a Alexis Ravelo, ¿nacen los personajes de los dos asesinados en la calle de la Naval, Elías Almeida y Ángel Estupiñán, o ya los tenía en mente desde hacía tiempo?
- La anterior novela acaba justo el día en el que nos confinan. Esta empieza justo después del confinamiento. Quería saltármelo por una cuestión de salud mental. No me veía capaz de meter una novela en el confinamiento. Por eso, esta historia empieza después de que nos sueltan. Evidentemente, hay una referencia o reflexión al momento. No puedes saltártelo por saltártelo. Se cuenta una historia que transcurre en un momento determinado y por eso están en el libro las mascarillas, las nuevas normas... Ricardo es un hombre de bares y terrazas. Hace poco, una amiga bloguera, Marta Marne, decía que le sorprendía que Ricardo siempre investigaba al margen de los datos y lo hacía a la vieja usanza, metiéndose a preguntar a la gente y entrando en los sitios a ver qué le cuentan. Eso obliga a ir a los restaurantes y los baruchos y en aquel momento era distinto. La anterior novela, 'La estación enjaulada', ésta que tiene un título muy poético y melancólico, y la que ya estoy escribiendo, conforman una especie de trilogía de la pandemia. Todas tienen un tono brumoso que me nace porque estamos en un momento en el que la vida nos ha dado un bofetón. Nos ha dicho que somos mortales, por si no lo sabíamos. Por eso esta novela analiza todo lo que sufrimos y perdimos. Todos los personajes están muy afectados porque han perdido seres queridos. El otro día, en el festival Aridane Criminal fuimos a dar una charla a un instituto y una alumna me decía que no sabía de qué escribir. Y le respondí que ¿cómo era posible eso para alguien que vive en los Llanos de Aridane donde en menos de año y medio han vivido una pandemia, un confinamiento, un volcán y un incendio? La pandemia nos ha cambiado mucho porque nuestra vida es diferente. No nos enseñó mucho. Y la novela creo que es bastante política en ese sentido y hasta bastante filosófica, en el sentido más puro de la vida.
- Conecta todo lo que cuenta con el tono cada vez más nostálgico de Ricardo Blanco, por el que también pasan los años...
- Al personaje lo tengo cada vez más claro. O al revés, lo tengo cada vez más oscuro. Personalmente, yo cada vez entiendo menos cosas. Con la edad deberías saber más, pero en el mundo en el que vivimos cada vez sé menos. La capacidad de asombro es cada vez mayor. No entiendo nada en el mundo de las redes, la tecnología, la Inteligencia Artificial, las relaciones humanas actuales... Ricardo es de verdad, buscado y voluntariamente, mi alter ego. Sus dudas son las mías. Está clarísimo. El personaje se vuelve mayor con todos los achaques y la sensación mimosa que nos da la edad. Lo quieras o no, eso se va contagiando. Si analizas las primeras novelas de la saga ves que eran más un divertimento y una coña. Hace unos meses, en un instituto leyeron la primera y me daban palos porque tenía tufos machistas. Y es verdad, porque el personaje de Ricardo nace como un homenaje a la novela negra y ese género lo tenía. Con el paso del tiempo el personaje ha cambiado porque todos hemos cambiado en los últimos veinte años. Ahora está en el momento propio del sesentón que se está dando cuenta de que le queda menos por delante que por detrás. Es más reflexivo, más lento en sus movimientos físicos...
- ¿Y ese tono le sale natural a la hora de escribir porque es lo que usted vive también?
- Sí. No es forzado. El personaje ha ido creciendo y envejeciendo, con sus manías y despistes naturales de la edad, como yo.
- ¿Usted también salía cada mañana durante el confinamiento para ir a comprar varios periódicos como cuenta 'Un arpegio de lluvia en el cristal' que hacía Ricardo durante el confinamiento?
- Claro que sí. A comprar los periódicos e iba al supermercado.
- ¿Le costó meterse en el mundillo de los dos asesinados para la novela o lo tenía muy claro?
- Yo no sé nunca el final de mis novelas. Descubro al asesino cuando ya acaba la historia y entonces ya solo me queda rematar la novela. Lo que hago es cincelar la piedra. Uno de los personajes era diseñador de moda y tenía una tienda y el otro era profesor y escritor, con lo que ya abría un abanico para ver por dónde vienen las cosas. Si por el mundo de la moda o la literatura. A raíz de ahí analicé los dos mundos. Consistió en estudiar las posibilidades que cada uno me ofrecía. Y me gustó que el profesor y escritor se impusiera.
- ¿Comparte la idea de que el halo poético que sobrevuela toda la novela tiene más peso que en las entregas anteriores?
- Sí. Pero siempre estuvo ahí. Siempre he creído en el estilo. Si analizas el inmenso mundo de la novela negra, ves que cabe de todo, desde las más salvajes hasta las más cínicas e irónicas, las de enigmas, las policiacas... Siempre he pensado que la diferencia estaba en la manera de contar. Lo que diferencia a un autor de otro es cómo cuentas. Al final siempre se trata de un crimen, salvaje o no, y una investigación y un submundo debajo de todo... Pero estoy harto del sota, caballo y rey de muchas novelas, que es cierto que te atrapan, porque están muy bien contadas. Los autores y autoras conocen el oficio muy bien. Pero te das cuenta de que el estilo y el lenguaje son más o menos los mismos. Solo cambia que unas suceden en Chicago y otras en Estocolmo. Mi defensa siempre ha sido una manera de contar y una voz diferente, con mucha preocupación por el estilo. Me ocupo mucho de ello y después te puede salir mejor o peor. Algunos pueden decir que es demasiado poético y otros que es muy relamido. Lo fundamental es tener una voz propia.
- ¿Para darle la intención política de la que habla a 'Un arpegio de lluvia en el cristal' y no caer en lo panfletario y no pasarse de frenada tuvo mucho que pulir de las primeras versiones de la novela?
- Sí. Siempre digo que el trabajo del escritor es el de martillo y escoplo. Te dan una piedra enorme y vas quitando, no añadiendo. No le pones más piedra a la piedra. El escritor hace lo mismo. En cada revisión vas quitando. En cada revisión no añado, sino que quito. Por eso mis novelas son cortas. Me da mucha rabia lo superfluo. Me cabrean esas páginas que no aportan a la historia y que lo que hacen es estorbar. Respeto mucho a los autores y autoras de los novelones de 700 páginas. Y disfruto como un enano con muchas de esas publicaciones. Pero también hay muchas en las que te das cuenta de que podían haber contado lo mismo, sin perder intensidad, en 200 páginas. Por eso, cada 50 o 60 páginas imprimo lo escrito y al final se quedan en unas diez menos. A nivel político a veces escribes con las tripas. Esa era una 'pelea' que tenía con Alexis Ravelo. Él escribía con las tripas y le quedaba muy bien y le salían esas novelas tan potentes. El problema de las tripas es que una vez que lo lees después, a veces no te convence. Por eso yo nunca he creído en la asociación entre la literatura y el alcohol. No puedo escribir con dos copas. Necesito una cierta frialdad, una distancia. Esa parte política nace a veces de tu cabreo con el mundo. En el año y medio que tardas en escribir la novela te pasan muchas cosas. Soy lector de la prensa en papel y de los periódicos y de los libros saco frases y cosas. ¡Soy un plagiador nato! [risas del escritor]. No tengo inconveniente en reconocerlo. Y esta novela ha ido contra el populismo, da igual de qué signo. También contra la frase vacía, el disparate y la intransigencia. Estamos en un mundo dual, en el que parece que el que no está conmigo está contra mí. Es terrorífico y el principio de todas las guerras. El que no está conmigo, simplemente es que no opina como yo. Y la novela va por ahí, el miedo al diferente, lo vivimos en todos los lados, con los inmigrantes, los gays, el feminismo y la política sobre todo... En esta novela no está metido del todo, pero me preocupa la sensación de no poder estar en un grupo de amigos y hasta que peligre la amistad porque opinas diferente. Eso nunca ha pasado. He tenido broncas con mis amigos toda la vida, porque hemos tenido opiniones diferentes sobre muchos temas y al día siguiente hemos quedado de nuevo para comer como amigos que somos. Ahora veo que muchas amistades peligran por no tener la misma opinión en cuestiones políticas y sociales. En esta novela subyace, pero no lo abordo a fondo. Siembro una semillita que ya exploto en las siguientes novelas.
- De nuevo ha buscado entretener con una trama detectivesca pero ha incluido mucha reflexión y que la novela tenga poso, ¿no es así?
- Sí, que tenga mucha reflexión. Siempre lo intento. Si lo que buscas es una historia trepidante, en la que no tengas respiro, esa no es mi novela. Incluso, en las novelas o películas más rápidas y trepidantes siempre hay momentos de pausa, con música en los que los protagonistas pasean y reflexionan... Esos son los momentos que me gustan, porque reflexionan sobre a dónde están yendo. Por eso mis novelas son más lentas, pausadas y con personajes que se hacen preguntas. Procuro darles marcha porque no son ensayos, pero en cierto sentido son también como yo. Y eso es una putada, porque el que no se hace preguntas es más feliz.
- El primer acto público de la novela fue en Aridane Criminal. ¿Fue por casualidad o formaba parte de ese guiño a Alexis Ravelo, escritor que dirigió las tres primeras entregas de este festival en Los Llanos de Aridane?
- Mi editorial siempre suele publicar mis novelas a finales de enero, para coincidir con BC Negra, a la que acudo este fin de semana. Esta edición de Aridane Criminal era un homenaje a Alexis y hablé con la editorial para adelantar un par de semanas la publicación, una vez que me invitaron a participar. Por eso se publicó el 17 de enero.
- ¿Y qué tal la experiencia en Los Llanos de Aridane?
- Muy buena. Es un sitio mágico. He estado en varias ediciones del festival Hispanoramericano y también de Aridane Criminal. Es un lugar en el que parece que el tiempo se detiene, las cosas van a otro ritmo y ese ritmo me gusta. Fue una experiencia muy linda y emotiva porque todo nos hacía recordar al amigo. Estos encuentros me encantan porque nos dan la posibilidad de encontrarnos con gente a la que hace tiempo que no ves. Y nos pasamos unos días hablando del mundo y de nuestras vidas, no de literatura.
- ¿Cree que 'Un arpegio de lluvia en el cristal' le gustaría a Alexis Ravelo si la pudiera leer?
- Creo que sí y que diría que me ha contagiado cosas y se alegraría. La que estoy escribiendo, también. Todavía no soy capaz de matar como él, porque nadie mataba como Alexis [risas].
- ¿El círculo de homenaje al amigo se cierra en torno a Alexis Ravelo con su participación como docente en la recientemente creada Escuela Canaria de las Letras Alexis Ravelo?
- Sí. Me pareció una idea estupenda desde que me llamó Pedro Flores para contármela. Lo mío será un taller muy condensado e iniciático. La gente parece que se profesionaliza con los talleres literarios. Van a todos los talleres en busca de más. El mío es de iniciación, porque entiendo que el de escritor es un trabajo tremendamente solitario. Necesitas que alguien te oriente, pero después eres tú con tu pantalla de ordenador o tu Moleskine. Creo que el proyecto es una idea estupenda, porque Alexis dio clases allí y con sus talleres, con los que también se formó, creó escuela. Ahora lees a algunos jóvenes y ves que están influidos por él. Hay un deje 'Raveliano'.
- Por último, ¿Ricardo Blanco está vivo y en enero de 2025 aparecerá la decimoquinta entrega?
- No sé si en enero, pero sí que habrá una nueva entrega que tengo avanzada.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.