
Francesc Zanetti
Las Palmas de Gran Canaria
Martes, 8 de abril 2025, 02:00
El escritor y biólogo grancanario Rafael Hernández Tristán (1947) formula en su última entrega, 'Resentimiento', publicada en Octubre Negro Ediciones, una historia que nunca abandona el reto de ofrecer una visión panóptica de la realidad social y política del reciente tiempo que sorprendió a España con la irrupción del movimiento ciudadano del 15-M. Hernández Tristán, que presenta el título en la Biblioteca Insular este jueves, día 10 de abril, a las 18.30 horas, considera que 'Resentimiento' no sería una novela negra en el sentido clásico del género, aunque en ella sí existe una trama de intriga policial que, a medida que la obra se desarrolla, se va haciendo cada vez más reconocible.
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Lo que empezó como una convocatoria a través de las redes sociales en la Puerta del Sol de Madrid, protagonizada por jóvenes hartos de no tener futuro y desencantados con el sistema, se convirtió en un movimiento transformador de la democracia española. En esa época se desarrolla la novela de Hernández Tristán, que relata la historia del joven médico Carlos Garcerán, quien desaparece sin dejar huella hasta que aparece muerto en circunstancias extrañas en un piso que no es el suyo y con todos los elementos para que su fallecimiento aparente ser un suicidio.
«Podría decirse que la novela va 'ennegreciendo' según avanza. No podía ser de otra forma en una historia que trascurre en torno al resentimiento, una fuente de energía oscura que cuando se pone en marcha cristaliza en el ansia de revancha, que algunos han definido como la forma cinética del resentimiento. En ella son reconocibles algunos elementos convencionales del género, como la existencia de diferentes sospechosos, cada uno con algo que ocultar, o la competencia entre la policía y un detective aficionado que la supera en capacidad deductiva, aunque sin llegar al extremo del mítico Sherlock Holmes que solía reírse de la torpeza policial cuando espetaba a Watson: esto es tan sencillo que hasta el inspector Lestrade podría resolverlo», señala el novelista, que en los últimos años ha publicado 'Galdós en la encrucijada' (2020), 'La esfera oculta' (2020) y 'Como agua entre los dedos' (2023).
Hernández Tristán advierte que en la trama narrativa de sus novelas trata de construir relatos en torno a temas que, al margen de su interés literario, le interesan por su ambigüedad, como es la intervención del azar en nuestra vida, o ese terreno misterioso de la memoria al que debemos nuestra individualidad, pero que también puede engañarnos. «Me interesa sobre todo que los personajes, las relaciones que establecen entre sí y el ambiente social en el que están inmersos resulten creíbles y reconocibles para el lector. Diseñar voces diferentes e identificables, que se correspondan con la psicología de cada uno, es para mí un objetivo fundamental».
Ni tiene toda la trama en su cabeza antes de empezar a escribir, ni la historia va creciendo a medida que la va escribiendo. «Creo que no son categorías excluyentes. Suelo tener alguna idea embrionaria que luego va creciendo y modificándose a medida que la escritura avanza», comenta el novelista que agrega que, sin embargo, en 'Resentimiento' se aleja de este planteamiento. «Nació el año 2011 por azar, por la coincidencia de la eclosión del movimiento 15 M con el inicio de un año sabático que me concedió la universidad. Después de un periodo absorbente de gestión académica, pude disfrutar del tiempo de reflexión que requería la actividad literaria y, como un regalo de la casualidad, de un tsunami de noticias apasionantes que me brindaba un ambiente perfecto para la novela», dice.
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Confiesa que «se puede escribir sobre algo abominable para rechazarlo y denunciar su toxicidad, aunque prefiero decantarme por lo positivo en las cosas que escribo, hablar sobre los valores humanos más que de sus lacras. A pesar de que a veces no se pueda evitar hablar de los tiempos oscuros, siempre puede abrirse una ventana para dejar que pase la luz. 'Resentimiento', a pesar de su título, es también un canto a la amistad, muchas veces la última defensa que en los tiempos oscuros le queda a la gente, sobre todo a los más vulnerables, frente a la adversidad».
La nevera de la novela negra está llena de cadáveres y de alguna manera el crimen suele considerarse un vehículo efectivo de cómo opera el relato de una sociedad. «En cada época, cada sociedad fabrica sus propios monstruos. El crimen no ocurre en abstracto, ni al margen de la realidad social. Desde hace tiempo muchos autores han entendido que la novela criminal puede actuar como una lupa que, al mostrar ciertos aspectos que estaban en sombra, ayudan a conocer mejor esa realidad. En Europa, ese enfoque lo han impulsado escritores prestigiosos como Henning Mankel en Suecia, Benjamin Black (heterónimo de John Banville) en Irlanda y Manuel Vázquez Montalván en España, por citar solo a unos pocos de una lista que no deja de incorporar cada día nuevos escritores. Son autores que renuncian a construir burbujas para encerrar en ellas a los detectives y criminales de sus novelas, que abren sus relatos a la sociedad y con ello rechazan la denominación de subgénero de novela policíaca que se venía utilizando para incardinar la novela negra contemporánea en el terreno de la novela social», sostiene el novelista.
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Como biólogo estima que sus conocimientos y fundamentos profesionales han influido en su manera de escribir y de diseñar sus estrategias narrativas como escritor. «En mi caso, pienso que el contacto con estudiantes y colegas, las reuniones internacionales y los viajes de trabajo, los encuentros multidisciplinares, la investigación y el método científico, la permanente búsqueda de fuentes, la docencia y el debate intelectual continuo, sin duda es un bagaje que ayuda a afrontar el folio en blanco. En el caso de mi especialidad, los estudios de Comportamiento Animal están emparentados con la Neurofisiología y la Psicología, lo que quizás puede ayudar técnicamente en la construcción de algunos personajes».
Con esos personajes no suele exorcizarse o por lo menos de forma consciente. «Aunque cada personaje se construye a través de materiales diversos que están en nuestra memoria, fruto de la experiencia nuestra y de quiénes nos han acompañado a lo largo de nuestra peripecia vital, lo que obviamente no permite excluir al autor. No obstante, a esa influencia yo no la llamaría exorcismo. Al menos en mi caso, lo que quisiera compartir con mis lectores nunca serían mis demonios interiores sino mis inquietudes y emociones. Huyo de la vulgaridad en todas sus formas y, dentro de la coherencia de estilo, trato de no herir de forma caprichosa o frívola la sensibilidad de los lectores». «No siento incomodidad ante los asuntos escabrosos que puedan aparecer en mis novelas. No son muchos y creo que se entienden con una cierta naturalidad en el contexto de la trama», explica.
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