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'Poemas de andar y ver', del grancanario Ventura Doreste, vuelve a las librerías. Lo hace gracias a la edición que ha coordinado Felipe García Landín y de la mano de la editorial Mercurio.
El volumen se presenta el jueves, 28 de noviembre, a partir de las 19.00 horas, en la Biblioteca Central de Humanidades, en el campus de Guajara de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, en un acto en el que además del propio García Landín intervendrán Juan Manuel García Ramos y Andrés Doreste Zamora.
El tres de mayo de 2021 se cumplió el centenario del nacimiento de Ventura Doreste. Pasó desapercibido para las instituciones con las que mantuvo una estrecha relación y en las que dejó huella: Cabildo de Gran Canaria, Universidad de La Laguna o Museo Canario.
Fue el valedor de la emblemática 'Antología cercada' y de la generación de poetas, escritores y artistas de la posguerra. De él partió la idea de reunir a un grupo de poetas preocupados por la realidad social, política y existencial del momento. Alfonso Armas Ayala le reconoce «su celo como editor» en la mencionada antología y «el rigor y la tesonería» que hizo posible dar a luz un libro tan simbólico para la llamada poesía social de posguerra.
Quien puso en marcha las Ediciones del Cabildo de Gran Canaria y además fue conservador de la Casa de Colón, quien promocinó la labor del Museo Canario y participó en la redacción de la revista El Museo Canario parece haber caído en el olvido. Un intelectual que colaboró en las más importantes revistas literarias españolas e hispanoamericanas con sus ensayos y críticas literarias: 'Ínsula', 'Papeles de Son Armadans', 'Revista de Occidente', 'Espadaña. También en 'L'Herne', de París; en 'La Torre' y en 'Asonante', de Puerto Rico. En 'Unicornio', de Argentina y en 'Al-Motamid', publicada en Larache. En Canarias encontramos su firma en la prensa y en revistas literarias como 'Mensaje', 'Millares', 'Alisio', 'Planas de poesía' y 'Fablas', entre otras.
En 1986 recibió el Premio Canarias de Literatura.
Su paso como director-conservador de la Casa de Colón en 1964 dejó la «creación de un centro de investigación americanista de carácter científico» con la inauguración de la Biblioteca Ballesteros. También le debemos en esta etapa la divulgación de la obra de Fernando González, Clavijo y Fajardo, Agustín Espinosa y Pedro Perdomo, entre otros autores.
Profesor de la Universidad de La Laguna, editor, crítico, ensayista y poeta. Los que lo conocieron personalmente y los que se han ocupado de su obra, lo tienen por un verdadero intelectual que siempre «funcionó por libre».
Creía que el artista tiene la necesidad y la obligación de fijar sus pensamientos y que la poesía es el mejor vehículo para ello puesto que «todo pensamiento empieza por un poema». Estamos ante un intelectual de nuestro tiempo, comprometido «con la historia de nuestro país», con un sentido de la universalidad que lo hacía sentirse isleño y cosmopolita a la vez.
A él debemos la primera traducción -'Seis poemas'- de la poeta Emily Dickinson en España, editada por la colección El Arca en 1954, si bien fue Juan Ramón Jiménez el primero que introdujo la poesía de esta autora al incorporar algunos versos suyos en 'Diario de un poeta recién casado'.
Pero este libro, 'Poemas de andar y ver', que ahora vuelve a las librerías, pretende resaltar su faceta de poeta y dejar sentado que es un autor imprescindible en «cualquier historia digna de nuestra lírica insular», aunque su obra poética es muy breve.
Hay escritores que pasan a la historia de la literatura por una sola obra, en el caso de Doreste solo por sus tres poemas de 'Antología cercada' merece estar en un lugar destacado de la lírica, por la técnica poética y la originalidad en el planteamiento de los temas.
Sus poemas tienen una fuerza insólita que marcan la diferencia con respecto a los otros poetas y con un despliegue de recursos poéticos que subrayan la firmeza del mensaje. Plantea temas atemporales y universales por estar deslocalizados. Los tres poemas de la Antología cercada ( 'Un puerto del Oriente', 'Guerra en la paz' y 'Las dos ciudades') poseen una fortaleza poética que se hace evidente por el manejo del ritmo, la disposición de los elementos temáticos y la belleza de las imágenes que no restan contundencia a los temas planteados: la denuncia del capitalismo, las injusticias en las que viven los trabajadores, el antibelicismo y el sueño esperanzador de la libertad materializado en una ciudad, soñada y esperada, en la que triunfe la armonía y la hermandad, exenta de «odios invisibles». Poemas, que leídos hoy, mantienen su fuerza pues conectan con una realidad que desgraciadamente persiste.
Su legado poético se condensa en un libro 'Veintiún poemas' que nos dejó antes de su fallecimiento. Sin duda, estamos ante un poeta auténtico que se muestra como tal en pensamiento, sentimientos y en el manejo de las herramientas poéticas. La brevedad de su producción, y su escasa presencia pública como poeta, no puede dejar en un segundo plano la calidad de su poesía en lo formal y en lo ideológico.
Su poesía es coherente y heterogénea, hay en ella conocimiento y experiencia. Y la emotividad fluye por sus versos y por los temas que aborda, los que han ocupado su vida: la poesía, el amor, el poder de la palabra, la libertad, el paso del tiempo, la amistad, la infancia, la memoria y el dolor por España.
Ya en 1949 la 'Revista de Occidente' lo incluye como poeta en el 'Diccionario de Literatura' en el que es citado, además, como ensayista y crítico. Su obra poética, dispersa por revistas y periódicos, apenas tiene presencia en las antologías de la lírica, aunque Enrique Azcoaga lo pone en su antología 'Panorama de la poesía moderna española' de 1953 (Editorial Periplo, Buenos Aires).
Manuel González Sosa lo elige para 'Siete poetas canarios' (Ediciones Poesía de Venezuela, 1967) y Lázaro Santana lo incluye en 'Poesía canaria' (Tagoro,1969). Muchos años después lo volveremos a leer en dos antologías de poetas canarios elaboradas por el poeta Javier Cabrera que homenajean la figura y obra de Federico García Lorca (Mercurio, 2016) y Antonio Machado (Mercurio, 2019).
Ricardo Gullón lo reconoce ya en 1951 «como uno de los más destacados prosistas de la generación joven [...] testimoniando una inteligencia que se complace en el manejo de las ideas» y para Juan Manuel García Ramos es un autor de cabecera, «es nuestro Alfonso Reyes» y podría ser también «nuestro Borges».
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