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Si el mundo es tan sórdido como luminoso, el lado oscuro muchas veces es el mejor vehículo para describir la realidad. En las manos adecuadas, desde distintos prismas y formas, ese viaje a los aspectos más despiadados del alma humana logra entretener y también permite generar reflexión sobre la actualidad o un periodo concreto de la historia. Estas son algunos apuntes sobre las conclusiones generadas durante las actividades y las mesas redondas desarrolladas desde el pasado miércoles y hasta este sábado durante la celebración de la tercera edición del Encuentro de novela negra y policiaca Aridane Criminal, organizado por el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, que ha contado con Alexis Ravelo como director y que deja el cargo el manos de Eduardo García Rojas.
Esta cita literaria palmera, que tras los estragos de la pandemia ha regresado a su fecha natural, la tercera semana de enero para coincidir con el cumpleaños de la legendaria Patricia Highsmith -el día 19-, ha permitido a los asistentes y participantes debatir y analizar sobre los caminos por los que transita en la actualidad en España un género que atrae a miles de lectores con una oferta muy ecléctica, en ocasiones de gran calidad y en otra de dudosa valía.
La escritora argentina Valeria Correa Fiz aterrizó en Los Llanos de Aridane con su último volumen de cuentos bajo el brazo, 'Hubo un jardín' (Páginas de Espuma), tras ser jurado del Premio de novela de la capital grancanaria. «Todos los cuentos transcurren en Argentina y el espacio se convierte en un personaje más. Creo que son cuentos herederos del gótico, donde proliferan espacios diferentes, con personas ricas, pobres, alienadas y cuerdas... Aunque son cuentos, tienen una unidad, con unos hilos conductores que son la culpa y los secretos. El libro lo escribí en pandemia. Todos los años viajo a Argentina y por la situación sanitaria no pude y creo que eso está incluso recreado en estos cuentos, donde el país aparece como un edén que me ha sido secuestrado», apunta la autora rosarina.
Aridane Criminal también ha abierto sus puertas a las nuevas voces que transitan por el género, entre las que destacan la de la escritora catalana Núria Bendicho Giró. Su primera novela 'Terres mortes' fue considerada por el periódico 'La Vanguardia' como el mejor libro escrito en catalán en 2021. «La naturaleza es un semillero para los sentimientos de mis personajes», apunta quien se considera una deudora «de los grandes maestros de la literatura catalana y de William Faulkner», comenta esta licenciada en Filosofía y profesora de griego y latín en una academia.
Bendicho atribuye en su propuesta literaria mucha importancia «a los personajes», mediante los que retrata «una concepción hostil del ser humano, aunque a veces en la vida te encuentras con algunas almas cándidas». También otorga un peso primordial a la estructura del relato y siempre con un objetivo claro con vistas al futuro: «No quiero salir de la estela de Faulkner y que todas mis novelas sean un 'corpus'. La sangre, el dolor, la mujer siempre serán esenciales, con un tono trágico y existencial que ahoga».
Valeria Correa Fiz define la escritura como un ejercicio de «arqueología de uno mismo». «Aunque el libro no sea autobiográfico, siempre tiras de ti, de lo que te ha sucedido, de lo que te dice tu mamá o la vecina de enfrente», subraya.
Comparte esta visión la leonesa Marta Prieto, que se alzó con el Premio Memorial Silverio Cañada en la Semana Negra de Gijón de 2022 con su primera novela, 'La ilustrísima' (Al Revés), inspirado en un suceso real, el asesinato de la presidenta de la Diputación de León. «Lo que me cabrea es lo que me motiva. Salvo lo de la madre y la hija, que sí que es real, todo lo demás es ficción. Llegó momentos en la escritura de la novela en la que dudé sobre qué era real, qué me habían contado y qué me estaba yo inventando», reconoce quien considera este género «un buen mecanismo para denunciar la corrupción». «En España se pone mucho el foco en el corrupto y no en el corruptor. Se trata de un problema estructural, que se ha perpetuado desde el franquismo», añade Marta Prieto.
El periodista y escritor Francisco Zamora Loboch, nacido en Santa Isabel (Malabo, Guinea Ecuatorial), denuncia la existencia de «una corrupción moral» en España, para lo que pone dos ejemplos. «Los señores Bono y Moratinos, que salen pontificando en televisión. El primero es un asesor de un dictador atroz como es Teodoro Obiang. El segundo también es amigo suyo», asegura el autor de títulos como 'Conspiración en el green' y 'El caimán de Kaduna'.
Confiesa que los tebeos de 'Mortadelo y Filemón' y 'Capitán Trueno', que adoró durante toda su infancia, fueron la plataforma desde la que aprendió el castellano. Su análisis de los más de 30 años de su país natal bajo el yugo de Obiang es demoledor. «Ha existido una represión muy importante para acabar con la cultura y con una población que piense y que tenga una opinión formada y argumentada. Nos hemos salvado los que hemos salido huyendo o por cualquier otra circunstancia», asegura.
El bilbaíno Javier Díez Carmona tiene claro que la denuncia social forma parte de su manera de entender el género negro, como quedó de manifiesto en 'Justicia' (Grijalbo), donde parte de una pregunta concreta. «¿Cómo es posible que tras la crisis de 2008, con todo el retroceso social y económico generado, no haya habido una mayor reacción en la calle? Hubo protesta, pero yo me esperaba algo más bestia. Los personajes de esta novela lo que hacen es vengarse y tomarse la justicia por su cuenta», explica durante una de las mesas redondas de Aridane Criminal.
En este encuentro de novela negra y policiaca, durante la mesa redonda denominada 'Otras voces, otros ámbitos', Jon Arretxe, Diego Ameixeiras y Núria Bendicho Giró explicaron sus respectivas experiencias como autores que escriben en euskera, gallego y catalán, respectivamente.
«Es la lengua habitual con la que veo el mundo. Para mí es algo absolutamente normal y con el gallego la literatura cobra sentido para mí», señala Diego Meixeiras, cuya última novela, 'El ciervo y la sombra' (Alrevés), acaba de ser editada en castellano.
Núria Bendicho, por su parte, lo considera «un acto político» y lamenta que «en el siglo XXI se haya perdido mucho catalán, muchas palabras y la riqueza de múltiples expresiones».
Jon Arretxe apunta que el euskera «es su idioma habitual» y que por ello escribe sus novelas en esa lengua. También existen un punto de ser «militante» en su defensa, ya que se está «debilitando» y se ve en la obligación de intentar «recuperarlo de forma autodidacta desde joven».
El autor de la saga protagonizada por Touré es consciente de que escribir en vasco «autolimita». «Hablan vasco un millón de personas, aproximadamente, pero la gente de 60 años en adelante lo habla y lo entiende perfectamente, pero son analfabetos, no lo leen, porque no lo aprendieron en las escuelas por el franquismo», lamenta.
Ameixeiras reconoce que «la lengua te marca» y eso siempre implica un cierto grado de militancia, pero entiende «la literatura como un espacio de libertad absoluta y la militancia la dejo para otras cosas y lugares».
La joven escritora catalana entiende la traducción de sus libros como una parte de «la lucha cultural, territorial y política» desde su ideario independentista, de ahí que tenga claro que no traduce sus obras al castellano, sino que lo deja en manos de los profesionales. «No me traduzco y pido que ponga en la portada que es una traducción», añade.
Jon Arretxe solo tradujo una de sus novelas, de lo que se arrepiente por el esfuerzo que implicó y porque el resultado final no le convenció, de ahí que cuente con una traductora de confianza. Ameixeiras, por su parte, ha traducido solo dos de sus novelas y también deja este paso en manos de profesionales. Eso sí, la última, 'El ciervo y la sombra', la trasladó él mismo al castellano de una forma muy libre con algunos retoques con respecto al original en gallego, reconoce.
Julieta Martín Fuentes y Esteban San Juan Hernández fueron los dos autores elegidos por este encuentro literario para dar voz a la reciente creación canaria dentro del género negro y policiaco.
El palmero Esteban San Juan Hernández, cuya segunda novela que transcurre en Fuerteventura y se titula 'Nunca olvidaré su adiós', reconoce que esta ficción tiene algo de «ajuste de cuentas y de crítica social». 'Tormenta García' permitió a Julieta Martín «quitarse los demonios de encima» con una literatura con la que, dice, busca «respuestas a la vida». «Sin la novela negra no entiendes la vida. La propia vida ha sido la que me ha llevado a este género. El mundo es muy oscuro y lo negro mueve montañas. 'Tormenta García' me reconcilió con la vida», destaca.
Aridane Criminal concluyó con la participación de una de las grandes maestras del género, la escritora argentina Claudia Piñeiro, y con un recorrido musical y literario por el 'Polar' francés protagonizado por la cantante Cristina Santana, el pianista Cristóbal Montesdeoca y con el escritor y guionista Carlos Álvarez como narrador.
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