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El filólogo y escritor Victoriano Santana Sanjurjo. Víctor Muñoz
«Invito a la lectura de aquello que me ha resultado placentero leer»

«Invito a la lectura de aquello que me ha resultado placentero leer»

entrevista a victoriano santana sanjurjo, escritor y filólogo ·

En 'Soltadas 2' (Mercurio Editorial) su autor vuelve a analizar buena parte del actual panorama literario canario.

DOMINGO-LUIS HERNÁNDEZ

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 24 de diciembre 2022, 01:00

Victoriano Santana Sanjurjo persiste en 'Soltadas 2' (Mercurio Editorial) en la pericia crítica que desplegó en la entrega anterior, 'Soltadas 1'; acredita ahí la continuidad que expuso y anuncia al final del trabajo los contenidos de lo que será la tercera entrega de la serie. Lo que caracteriza a esta espléndida obra, sin duda una de las mejores tareas de la crítica en Canarias, es la actualidad, primoroso y detallado repaso de las propuestas más recientes de los autores de las Islas. Con otra condición: la estima de lo leído con añadidos sustanciales de autores eximios del exterior. Porque lo que dan a la estampa estas propuestas no es solo recoger lo que en su momento el autor dio a conocer en las hojas culturales de la prensa, lo que capacita a las entregas es la argucia de la refundación y el montaje en libro, las propuestas en orden. Y eso es lo que le da enjundia a estos textos atractivos y singulares. Por eso nos pareció oportuno hablar con él sobre aspectos esenciales que afectan al particular, como su concepción de la crítica o la construcción de esos mensajes.

-Lo que define a 'Soltadas 2' (como a la primera entrega) es la crítica. ¿Pero cómo desvelar a ese sector de la escritura, cómo definir a la crítica literaria?

«'Soltadas' no es un acto hostil, al contrario, tiene el espíritu de convite de las antologías»

-Todo lector, por el mero hecho de serlo, posee la condición de crítico literario. La crítica literaria, pues, es una actividad inherente a la lectura; es más, toda lectura no deja de ser en el fondo un quehacer para la crítica literaria. Desde el instante mismo de la selección de lecturas, desde el momento de la aceptación de un título y el rechazo de otros ya está asumiendo este rol. Tiene motivos para ensalzar un producto, apostar por él y, a la vez, para denostar otros. Si además de elegir, se pronuncia públicamente sobre la elección, su función de crítico se afianza aún más, con independencia de la conexión que seamos capaces de mantener con su posición ante el título del que nos habla o con el nivel lingüístico y conceptual de su exposición: un catedrático de literatura y un estudiante de bachillerato pueden coincidir a la hora de afirmar las excelencias de una novela como 'La historia interminable' de Michael Ende. El qué está claro: la obra del alemán es muy recomendable; lo que cambia es el cómo: el especialista, atento a su preparación y al oficio, formulará su defensa haciendo observaciones singulares, rigurosas, sólidas en su argumentación.

-La crítica literaria es un compromiso particular que atiende a eso que se llama leer, que es un ejercicio singular y único. Aquí, además, lo que se produce es compartir la lectura, que resulta reflexión por lo leído. ¿Cómo se comparte la lectura?

-La clave está en el verbo de la pregunta: compartir. Hacer partícipe a alguien de algo que es tuyo, que podías no haber ofrecido, que podías haberte guardado para ti, que podías no haber anunciado nunca, pero que una vez entregado, mostrado, dado, se convierte en un compromiso que vincula al emisor/escritor y al receptor/lector. Yo he decidido en 'Soltadas' que ese acto no sea hostil; al contrario, creo que el mismo espíritu de 'convite' que poseen las antologías debe estar presente en las reflexiones que se ofrecen sobre las lecturas realizadas. Esta actitud transforma al crítico en un tipo amable que solo se pronuncia cuando desea mostrar aquello que, a su juicio, ha de ser ser atendido de un modo especial. El proceso es bien sencillo: alguien lee algo que le gusta y que le parece importante, le apena que se pueda perder entre las numerosas desatenciones culturales por su desconocimiento y decide invertir un tiempo y unas energías en componer algo que sirva para defender la validez de la pieza literaria de turno con el único propósito de que otros la conozcan y sientan, gracias a sus razones, interés por acercarse a ella. Punto. No hay más ni debería haberlo.

- ¿La crítica literaria puede interpretarse como un complot con la obra literaria o la crítica literaria, como la obra en sí, es una entidad independiente y no comprometida?

-Como tengo claro lo apuntado sobre lo que denomino «espíritu de convite», considero que todo ejercicio de crítica literaria, para que sea tal, ha de venir de un compromiso libre del autor. Del mismo modo que sería un mal anfitrión si me viera obligado a ser amable con mis invitados sin quererlo, mal crítico sería si me viera forzado a escribir sobre lo que no me apetece. Así lo veo yo; máxime porque nadie me impone el juzgar una obra literaria. Las novelas, por ejemplo, se componen para ser leídas y tienen como finalidad el que puedan conceder al lector un rato de esparcimiento. No se elaboran para ser estudiadas, no se llevan a cabo para que sean el 'leitmotiv' de una reseña. Las escrituras sobre un título son una consecuencia de un estímulo inesperado: una obra asimilada bajo unas circunstancias personales, creativas, situacionales, etcétera, conlleva una necesidad comunicativa que formalizamos en un texto y que damos a difundir por diferentes canales. En este sentido, entre el autor y el crítico no debe haber más relación que la propia de dos intelectuales que asumen dos enriquecedoras perspectivas sobre el producto creativo que uno de los dos ha elaborado.

-¿Qué busca el crítico literario con la crítica literaria?

-Como considero que no hay un solo perfil de crítico literario, sino tantos como lectores, entiendo que los objetivos que cada uno se traza a la hora de abordar sus posiciones sobre un producto son múltiples, difíciles de sintetizar y, por supuesto, imposibles de elevar a una categoría de funciones que a todos cubra. No sé qué resortes empujan a alguien —a ti, por ejemplo— a juzgar una obra creativa, de ahí que lo más razonable sea hablar de lo que busco yo cuando asumo el papel de crítico. En mi caso particular, fundamentalmente, invitar a la lectura de aquello que me ha proporcionado un singular placer. No escribo sobre todos los libros que me gustan (es imposible), sino sobre los que me agradan de un modo especial y que, disfrutados en un momento concreto de mi cotidianeidad, han logrado activar alguna parcela de inspiración hasta el punto de concluir que es aconsejable y necesario el dedicar un tiempo y unas energías a componer un texto que, con suerte, será leído por unos anónimos destinatarios; y, con más fortuna todavía, podrá estimular el deseo de leer la obra sobre la que se ha escrito o de adoptar alguna posición favorable o no a lo que se expone en el ensayo. No hay más.

-Si la consigna del leer es el reescribir, ¿qué anuncia la escritura de la crítica?

-Todo lector es un escritor en potencia. Rara es la inexistencia de un interés de escritor en quienes son lectores, otra cosa bien distinta es que esa existencia luego se vertebre en un texto. Quien lee, imagina; quien imagina, recrea. Todo acto de recreación implica una composición; mental al principio y, si cuadran las circunstancias y las voluntades, sobre soportes: papel, ordenador, etcétera. Este lector recreador expande el producto original, lo amplifica, lo alarga, lo aumenta con la fijación de contenidos novedosos. La escritura crítica, en cambio, solo engrosa el título que referencia. Crea una suerte de muralla a su alrededor que mantiene intacta la creación y que, de alguna manera, la protege para que pueda ser conocida y difundida. La obra es como es y sobre como es escribimos; en la escritura recreativa, la pieza es como es y, además, como nos gustaría que fuera. Hablo de «proteger», «conocer» y «difundir» porque esos son, para mí, los verbos principales de toda escritura que aspira a ser crítica.

-¿Usted considera a la crítica literaria como un género literario?

-Sí, al menos la que se contempla desde 'Soltadas 2': un género que compartiría las esencias propias del ensayo, que asumiría de algún modo y con innegables particularidades los principios de toda obra académica y que gozaría de la libertad de un texto narrativo. Estoy ante un híbrido, lo sé. Busco un género que me permita el amparo de una escritura que quiere ser muchas cosas a la vez; y como no existe (o, mejor, yo no lo conozco), le he dado una entidad propia a lo hecho, de ahí la necesidad de crear un neologismo como «soltada» para que sea real. No sé cómo categorizar 'Soltadas' y, en consecuencia, dónde ubicar mis empresas escritoras ni si son merecedoras de que se las reconozca como integrantes del amplio universo que representa la crítica literaria.

- 'Soltadas 1' y 'Soltadas 2' manifiestan una puntual entrega de Victoriano Santana Sanjurjo por seguir milimétricamente la actividad literaria cercana. ¿Cumple con el rigor crítico esa cercanía?

-Me interesa muchísimo la literatura que se hace en Canarias; y no tanto porque yo sea de aquí, viva aquí y tenga entre mis perspectivas vitales futuras el morirme aquí, sino porque hay una producción local de mucha calidad, de asombrosa y admirable calidad para lo pequeño que es el territorio y, en consecuencia, lo limitadas que podrían ser las cantidades de obras memorables. Con los años, poco a poco, en un enriquecedor proceso de asimilación constante, he ido descubriendo textos hechos aquí, por gentes de aquí, con claves internas de aquí, con los que me he ido identificando de una manera singular. No me fascinan las obras que abordo porque sean canarias, sino porque son fascinantes, por eso en mis «textos sobre lecturas» hay lugar para autores que no se vinculan a nuestros lares: Anna Staronibets, Javier Sachez, Cristina Fallarás, José Saramago, Luis Landero, Amélie Nothomb, etcétera.

-¿Podría explicarnos el título 'Soltadas'? ¿Qué cumple con los libros que se leen o la reflexión que se acredita?

- Los libros que leo tienen solo dos nexos comunes: la lengua en la que están escritos y la voluntad del destinatario por buscarles un lugar en su cosmovisión. Pero mi dominio del idioma no es absoluto ni mi deseo puede cumplirse en los términos que me gustaría. Por eso siento que los libros arrojan sus mensajes al pozo de mi entendimiento sin dejar que los aprehenda en su totalidad; y trato de nutrirme como sea, de manera suelta, sin lograr la sensación de saciedad, bebiendo en ellos el agua vivificadora que contienen. En consecuencia, me veo abocado a leer 'suelto' lo que 'suelto' luego escribo, lo que percibo como semillas dispersas que se echan en una tierra sin el convencimiento de que vayan a germinar.

-Lo que sustancian los dos libros citados es que usted mantiene una relación eminente con las secciones culturales de la prensa. ¿Análisis o difusión?

-Análisis y difusión a la vez. No son incompatibles. Lo que chocan son extensión y canal, pero nada que no haya logrado resolver, en principio, el entorno digital. Hay un proceso de conjunción entre ambos términos que, tal y como yo lo veo, los vuelve inseparables: el análisis atañe a la escritura, a la composición, a la voluntad divulgativa de dar luz donde hay sombras. Este deseo, el de iluminar, solo es posible con el interés por la difusión, por la expansión del conocimiento.

-Cuando los ensayos que ha publicado en la prensa pasan al libro, ¿pasan transformados, apuras los rasgos formales o eruditos para el segundo caso?

- Sí, es inevitable que así sea. De hecho, yo suelo hacer reseñas muy extensas (cinco mil palabras, seis mil, etcétera) porque considero que sobre una obra leída y analizada no puedo, no debo ni quiero trazarme límites. Escribo hasta que una voz interior me dice: «basta ya, todo cuanto tenías que decir ya está dicho 'por el momento'». Entrecomillo ese «por el momento» porque siempre dejo abierta la puerta a cualquier cambio posterior: ampliación, supresión y/o modificación de lo compuesto. El acceso a la versión definitiva lo representa 'Soltadas'. Lo que publique dentro de este proyecto ya no se va a tocar más. Esa es la voluntad. Hasta que llegue a este último estadio del texto hay varios procesos de transformación en lo compuesto que, de alguna manera, implican alteraciones sustanciales en el mensaje: desde un punto de vista sincrónico, de la pieza grande ha de salir una más pequeña destinadas a unos medios en soporte papel y para ciertos digitales que no desean ofrecer a sus lectores artículos tan extensos. Aquí ya hay cambios que proceden de las disyuntivas que empujan a decidir qué quitar y qué mantener. Luego están las intervenciones diacrónicas: toda revisión de lo hecho siempre conduce a transformaciones. Siempre. Cada vez que releo lo que he compuesto hace unas semanas, no puedo evitar la introducción de modificaciones más o menos significativas; y nada digo si por medio han transcurrido varios años, como me ocurrió en este libro con Bernardo González de Bobadilla y su 'Ninfas y pastores de Henares' (1587).

-Prensa y libro, ¿son distintos? En todo caso, ¿en qué modo se comprometería lo segundo, el libro,con lo primero?

-La diferencia está en la difusión y en el espacio que determina la reproducción de la pieza. Los libros recogen el producto en su totalidad. Permiten que el mensaje adquiera todas las dimensiones que la inspiración y el talento han sido capaces de componer y conceden, además, al texto lo que podríamos denominar la virtud del nicho o de la tumba: los 'restos', lo que queda tras el proceso de creación, tiene siempre muchas más posibilidades de estar localizado que en la prensa, a la que cabría atribuirle, en este sentido, el defecto del osario o de la fosa común. Toda esta imagen que separa a un medio de otro se hace tomando en consideración el soporte papel. En el entorno digital, en principio, las virtudes del hallazgo y de la extensión se igualan en ambos canales; si bien, hay periódicos y revistas literarias y académicas 'online' que siguen operando con la misma mentalidad que sus homólogos impresos.

-¿Qué es 'Soltadas' y por qué se ha comprometido con 'Soltadas' en continuidad?

- 'Soltadas' tiene mucho de crónica puntual de una actividad escritora que va ya para tres décadas y que ha sido muy variopinta. He abordado en todo este tiempo una buena cantidad de temas diferentes porque soy incapaz de ceñirme a uno solo. No puedo evitar ser como soy ni el sentirme atraído por hacer hueco en mis creaciones lingüísticas a tantos asuntos estimulantes. Con los años, la escritura se ha convertido para mí en un medicamentoso instrumento para dar forma a pensamientos que temo ver desaparecer en el limbo de los olvidos.

- ¿'Soltadas' sería un libro infinito si fueras eterno, si fueras inmortal?

-Con sinceridad, no lo sé. No sé cuántas etapas vitales tendría esa inmortalidad ni si los quehaceres intelectuales irían por rachas o, por el contrario, serían uniformes, estables y jamás dejaría de hacer lo que hago. Repito, no lo sé. Para los inmortales, el futuro también es incierto, aunque la certeza de la muerte ya no sea tal. Miro con perspectiva la pregunta, el producto que la ocasiona, mi naturaleza y lo que me impulsó a comenzar este periplo editorial y la primera respuesta que se me ocurre es que no, que Soltadas no sería un libro infinito si yo fuera eterno. El porqué creo que está relacionado con el hecho de que la iniciativa nació principalmente de un deseo por ofrecer las versiones definitivas de todo cuanto he compuesto, aunque las reseñas sean actuales y novedosos no pocos textos. En algún momento (en el tomo cuatro, cinco, en el sexto, o..., vaya uno a saber), en algún instante, repito, ya habré resuelto esta suerte de 'opera omnia' que nació, como señalo en el prólogo, para que me represente cuando ya no esté.

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