Emilio González Déniz posa con su novela 'En mitad de un credo', que regresa a las librerías con la editorial Alrevés. COBER

Emilio González Déniz: «Intenté desmitificar a 'El Corredera' pero lo que logré fue cimentar su mito»

La editorial Alrevés reedita y distribuye por toda España 'La mitad de un credo', que el escritor y columnista grancanario publicó en 1989

Victoriano Suárez Álamo

Las Palm,as de Gran Canaria

Sábado, 15 de febrero 2025, 01:00

Juan García Suárez, alias 'El Corredera', fue un personaje real y también una leyenda. Para unos un héroe casi mitológico y para otros un demonio sanguinario. En 1989, cuando la democracia ya transitaba con fuerza en España tras la dictadura franquista, el escritor Emilio González Déniz (Las Palmas de Gran Canaria, 1951) publicó la novela 'La mitad de un credo', inspirada en la historia de este teldense que fue ajusticiado en 1959 con el garrote vil. Ahora, esta novela que llevaba descatalogada desde hace años como muchas otras de este autor isleño, vuelve a las librerías, canarias y nacionales, de la mano del sello Alrevés.

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El instinto y la curiosidad de Gregori Dolz, director de esta editorial, tienen la 'culpa' de este renacimiento. «Gregori tenía mucha relación con Canarias por publicar las novelas de Alexis Ravelo. Hubo unas jornadas literarias en Gran Canaria y vino como invitado. Fue unos meses después de la muerte de Alexis. Coincidimos en esas jornadas y me pidió si yo tenía algunos libros míos, porque no los encontraba porque estaban descatalogados. Le pasé algunos y al cabo de unos meses me llamó. Estaba interesado tanto en esta novela como en otras. A final de este año está previsto que se publique 'Hotel Madrid' y en 2026 otra de mis novelas», explica González Déniz sobre el germen de este regreso de 'La mitad de un Credo' a las librerías. «Creo que la mano de Alexis Ravelo ha estado ahí. Esto se movió, desgraciadamente, por su fallecimiento. Yo daría toda esta edición mía porque Alexis siguiera aquí con nosotros», apunta con pesar por la muerte de su amigo y figura destacada a nivel nacional dentro del género negro contemporáneo.

Alrevés comienza su relación con Emilio González Déniz con 'La mitad de un credo' porque «Gregori Dolz se enamoró de ella», dice el autor de 'Bastardos de Bardinia'. «Consultó con otros escritores de su cuadra, como la canaria Carmen J. Nieto, a la que esta novela también le gusta mucho. También con Carlos Zanón, que dijo que esta era la ideal para empezar», recuerda.

El editor y su autor tuvieron claro que 36 años después, 'La mitad de un credo' había sobrevivido al paso del tiempo con solvencia. No necesitaba pasar por el quirófano para adaptarse a los gustos de los lectores del siglo XXI. «Me sorprendió un poco que me dijera que no tocara nada de la novela. Uno siempre piensa que puede mejorar lo anterior. Pero es verdad que si la hubiese tocado, habría perdido frescura. Todo se puede mejorar, incluida esta novela, pero entonces sería otro libro. Otra cosa son las distintas modificaciones ortográficas que ha sacado la Real Academia de la Lengua (RAE) desde 1989 y que hay que incluirlas, evidentemente. Sería un sinsentido no hacerlo. 'El Quijote' que leemos hoy no tiene nada que ver con el que se leía hace 400 años, porque el lenguaje ha ido cambiando», pone como ejemplo.

Emilio González Déniz. Cober

«Por sencillo, Juan era singular. Antes de que empezaran a llamarlo Buganvilla, nada en él indicaba que estuviera sostenido por aquella socrática fuerza interior, que poseyera la constancia de Lope de Aguirre o que guardase la furia vengativa de Murieta». Así arranca 'La mitad de un credo', novela con múltiples lecturas y que protagoniza un personaje cuyo destino quedó marcado por la Guerra Civil española. «'El Corredera' es una cosa y mi novela es otra. Su mito y el de Joaquín Murieta de Neruda los dejo claros desde un principio», aclara el escritor isleño, que este sábado participa en la mesa redonda titulada 'Canario en una mina', junto a los también isleños José Luis Correa y la mencionada Carmen J. Nieta, con José Oliva como moderador, dentro del festival literario Barcelona Negra (BcNegra), en la Ciudad Condal.

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Pero Emilio González Déniz tiene claro que hay gigantes contra los que no se vence. «No se puede ir contra la tendencia natural de la humanidad. Los mitos nacen en las viejas civilizaciones y se repiten constantemente, adaptándose a los nuevos tiempos. Cuando escribí esta novela intenté desmitificar a 'El Corredera'. Se había convertido en una gran bola, en una especie de Luis Candela o el Zorro. Era como un gigante. Intento mostrar que tuvo una circunstancias humanas que le podían pasar a cualquiera. Pero cuando salió mi novela, la reacción fue la contraria. Dio igual, el mito lo arrasó todo y lo que hice fue cimentar aún más su mito», asegura sobre lo ocurrido a finales de los noventa.

Llamó Juan Buganvilla a su personaje y sustituye los nombres de la isla, de Telde y hasta de Franco para «distanciarse de la realidad» que conocían los que iban a ser sus lectores en el archipiélago canario. «No tuve problemas políticos por la novela. Me los creó 'El llano amarillo', que publiqué en 1985 en Cátedra, porque abordaba el tema del Sáhara. Esa sí que resultó muy incómoda y lo sigue siendo hoy, porque es un asunto que no se ha resuelto», apunta.

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La pena de muerte

«En los 80 parecía que todos eran tiempos de vinos y rosas. El muro de Berlín cayó poco después de que se publicara mi novela. Eran tiempos en los que primaban muchos cantos de libertad en toda Europa. En Estados Unidos hacía años que no se ejecutaba a ningún preso, aunque seguía vigente la pena capital en algunos estados», recuerda.

Pero la realidad hoy es otra, apunta, sobre la reflexión que plantea 'La mitad de un Credo' sobre la pena de muerte. «Ahora ha vuelto la pena de muerte. La Vieja Europa, como un cadáver exquisito, puede seguir riéndose de otros lugares, pero la influencia de Estados Unidos es enorme y allí se ha vuelto a ejecutar personas en muchos estados. Para mí, es inconcebible que los seres humanos, supuestamente civilizados, tenga la suficiente fuerza moral para decir que están legitimados para quitarle la vida a alguien. Se puede cometer un delito muy grande y por tanto no estar legitimado para seguir viviendo en sociedad, pero de ahí a matarlo... Solo entiendo lo de matar a una persona cuando se trata de un acto en legítima defensa», puntualiza González Déniz.

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Tampoco justifica la muerte del contrario en una contienda bélica. «La guerra es perversa. Unos señores se odian y mandan a jóvenes, que ni se odian ni se conocen, a la muerte. Los dirigentes no van al frente de batalla. Al menos en los tiempos de Julio César sí que iban a luchar con su ejército y podían morir como los demás. Lo que queda detrás de las guerras es siempre lo mismo, ciudades y familias destruidas, violaciones, abusos... Nada lo puede justificar, porque, además, cuando acaban las guerras se sientan a dialogar el acuerdo de paz. El diálogo es la única manera de solucionar las cosas, lo que tienen es que dialogar y sentarse a negociar de entrada», reivindica.

Estas reflexiones sobrevuelan su libro, pero sin caer en dogmatismos. 'La mitad de un Credo' no es un panfleto. «No valoro las actitudes de los personajes. Solo cuento lo que hacen y el lector, después, ya decide sobre esas acciones o pensamientos según su propio criterio. No según el mío. En 'Bastardos de Bardinia' contaba la ruralidad desnuda, que es muy dura. Algunos me dijeron que me había pasado. Y la verdad es que me quedé corto para que fuera verosímil. Si no lo hubiese hecho, no habría novela, aunque el exceso fuera verdad», argumenta.

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«A veces, me da miedo leer la historia, porque en distintas épocas se repiten los mismos esquemas», confiesa. Solo falta leer lo que le sucede a su Juan Buganvilla y mirar a nuestro alrededor en este convulso 2025.

Cuando llega el momento

Emilio González Déniz tiene claro que la historia que lleva revoloteando en su cabeza desde hace años es la que decide cuándo toca que la plasme. «Siempre he sido de controlar poco las historias. Nunca me he sentado a ver qué escribo y qué se lleva. La historia viene a buscarte. Me ha pasado con todas mis novelas. Me rondaban hasta que un día se formó y me puse a escribir. De repente se enciende la luz y tardo en escribirla lo que tardo en teclearla. Después está el caso de 'El reloj de Clio', que la empecé en 1985 y la publiqué en 2020. Le di vueltas durante más de 30 años», confiesa. «Cuanto más intervengas la historia, más posibilidades tienes de estropearla. Una de mis normas es que la historia fluya», reitera.

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Agradece que Alrevés haya apostado por recuperar sus novelas. «Que ya me pongan medallas o no me da igual. Estoy en un momento en el que lo que me interesa es estar vivo, la familia, los amigos y la sociedad. Con el reconocimiento creo que me sentiría incómodo. Estoy hecho a otra vida»

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