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Juan Rodríguez, Roberto Suárez, José Arjona, Reyita... La lista es interminable y la verbaliza Blas García Rodríguez, vecino de Jinámar desde que en 1980 recibió las llaves de un piso once sin ascensor donde estableció sus dominios y fundó una familia junto a María Ángeles Sánchez. Con esos nombres da cuerpo a la memoria del lugar en el que habita desde hace más de media vida y que ahora ayuda a explicar en 'Polígono', una obra de teatro documento que aborda la realidad histórica de un movimiento social en conflicto permanente con los prejuicios.
'Polígono' se estrenará el viernes 22 y tendrá otro pase el sábado 23 en el escenario del Teatro Guiniguada de Las Palmas de Gran Canaria. Sobre las tablas del antiguo cine Avellaneda habrá un elenco singular, compuesto en su parte más amplia por vecinos de Jinámar sin experiencia escénica alguna.
Al frente del proyecto está Rosa Escrig, actriz y directora teatral, que lleva dos años envuelta en el proceso creativo de una idea que arrancó por otros caminos pero acabó volcada en reivindicar la memoria colectiva de un lugar con la espalda doblada por los estigmas. «Toda esta locura empezó en diciembre de 2022. Trabajaba en la idea de escribir algo sobre Jinámar, más enfocado a la década de 1990 y las niñas madre pero me tropecé con la tesis de Federico González 'La isla interior' y me enamoré profundamente de la historia del Polígono de Jinámar, porque es la historia de todos esos barrios de periferia que se construyen alrededor de las ciudades en esa España vaciada de finales de la década de 1970», dice.
Blas García es un hombre orgulloso. Lo primero, de su familia; descodificada en el brillo de sus ojos la emoción que le da hablar de las trayectorias profesionales de sus nietos, educados en su fase inicial en la escuela pública en las aulas del Montiano Placeres en el Valle de Jinámar. Porque ahí se documenta otro de los motivos de su orgullo, la lucha social por el detalle que tiene más significado de lo que pueda aparentar. «Peleamos mucho para que en la carretera, cuando vas llegando al barrio, los carteles no pusieran Polígono sino Valle de Jinámar», dice.
Rosa Escrig mira con una sonrisa pícara a Blas porque sabe que cuando activa sus mecanismos de diálogo las palabras son incontenibles. La directora recuerda que en el proceso de documentación hay muchas imágenes de la histórica manifestación de 1984, en la que los vecinos acudieron caminando hasta la sede de Presidencia del Gobierno en Las Palmas de Gran Canaria para exigir medidas sociales a Jerónimo Saavedra, entonces presidente de la comunidad. En todas sale Blas.
El Polígono de Jinámar nace a finales de 1970 y en sus colmenas de edificios sociales se concentró a vecinos que venían de muchos barrios de Telde y Las Palmas de Gran Canaria. Cada uno sobre una zona del mapa. Ese fue el primer problema para Blas. «No se hizo nada para crear comunidad. Nos juntaron a todos los que veníamos de la misma procedencia juntos», expone.
«No queremos porquerías, queremos guarderías» fue uno de los lemas de la movilización que, precisamente la semana del estreno, cumple cuatro décadas. Blas y María Ángeles hacen un ejercicio de memoria y se van a 1980, año en el que reciben las llaves y empiezan a subir escaleras. «No teníamos ni agua ni luz. Apenas había servicios públicos. En aquel momento, no nos reconocía ni el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ni el de Telde; nos obligaban a ir al Gobierno para nuestras demandas», exponen ambos haciendo memoria de un tiempo en el que todavía no había nacido la autonomía tal y como la conocemos hoy.
De Jinámar siempre se ha hablado con sentido crítico. Con la foto fija de la delincuencia, la pobreza, la maternidad prematura. Eso existe. Pero existe también otro Jinámar, el de las segundas y terceras generaciones que han salido adelante desde sus calles.
De historias como la de ellos está llena 'Polígono', una obra que según detalla su ficha técnica arranca con la historia de Marga, que lleva años a la espera de la entrega de una vivienda social. Desesperada, decide ocupar un piso en la Fase 1 del nuevo polígono residencial en Jinámar, anticipándose a su entrega oficial. En este piso se encontrará de forma imprevista con los miembros de la Tripulación Mercury, un grupo de siete astronautas temporalmente alojados en el barrio debido al cierre inesperado de la base de la NASA en Maspalomas en la que prestaban sus servicios.
El proyecto se completa con una mesa redonda el día antes del estreno con la historiadora Iris Hernández. «Ensamblar el equipo está siendo muy complicado pero a la vez muy genuino.Creo que es un espectáculo único por cómo ha sido concebido. No me preocupa el resultado, porque el proceso de estos dos años, recabando testimonios, trabajando en los centros educativos del barrio para saber qué parte de la historia conocen los jóvenes, el trabajo de teatro comunitario y unificarlo con profesionales de las artes escénicas, lo hace especial», culmina Rosa Escrig.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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