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Una de las ilustraciones de Alberto Hernández Rivero para 'Memorias de la peste'. LA tramoyista

Cómo se escribe una pandemia

Noemí Padilla y Alberto Hernández Rivero adaptan el 'Diario del año de la peste' de Daniel Defoe, una novela gráfica que supone el estreno de la editorial La Tramoyista

Domingo, 17 de enero 2021, 00:00

Londres ya ha estado confinada en otros momentos de la historia. Por ejemplo en 1665, solo un año antes del gran incendio que arrasó la ciudad, cuando una epidemia de peste bubónica se domicilió en sus calles y mató a casi un cuarto de su población en aquel momento. Aquel contexto, tan dramático como histórico, cuenta con una biblia particular con el 'Diario del año de la peste' de Daniel Defoe, autor, entre otros textos canónicos, de 'Robinson Crusoe'. Y quiso la casualidad que ahora reaparezca en las librerías como 'Memorias de la peste', una adaptación en formato de novela gráfica firmada por Noemí Padilla Santana y con las ilustraciones de Alberto Hernández Rivero.

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El proyecto es especial para sus autores. Supone el estreno de la editorial La Tramoyista, que con las bases de su primer trabajo editado ya está perfilando un catálogo ambicioso. Y, además, cuenta con la participación de la banda local Föss y sus texturas sonoras en una banda sonora a la que se puede acceder a través del bandcamp del grupo y en la web de la editorial.

'Memorias de la peste' es un trabajo de largo recorrido. Lo señala Antonio Becerra, otro de los vectores editoriales, en el prólogo que firma. «Es un proyecto largamente soñado, no es producto de una moda ni de un momento». Su publicación en tiempos de coronavirus es puramente casual, ya que comenzaron a darle forma el pasado mes de enero y ha visto la luz tras un intenso proceso creativo.

Noemí Padilla Santana, Ignacio González Bonilla y Alberto Hernádez Rivero. juan carlos alonso

Eso es lo primero que cuentan Padilla y Hernández Rivero. Incluso la aparición de la pandemia les hizo valorar distintas opciones entre las que estaba editarlo por capítulos. «Quería terminarlo antes del plazo previsto porque no queríamos que la gente pensara que nos estábamos aprovechando de la situación», manifiesta el ilustrador.

La obra de Defoe siempre estuvo presente en la mesa de trabajo del equipo, como explica Padilla. «La idea principal fue la de montar la editorial. Porque evidentemente es arriesgado. Y una vez decidimos, a Antonio Becerra le pareció que el primer libro tenía que ser este, casi como una obsesión», explica.

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Y manos a la obra. No fue tarea sencilla. A lo largo de la obra, Daniel Defoe relata como un ensayo lo que muchos consideran una novela. Con estadística y pulso, con anécdotas y opiniones. Un estudio en profundidad del asunto que se convirtió en un rompecabezas para Padilla. «Esto no es una traducción, es una adaptación. Tuve que coger los fragmentos que me parecían interesantes, porque al ser una obra de la Ilustración es muy reflexiva. Defoe vuelve una y otra vez a los temas que a él le interesan y, además, de una forma muy subjetiva. Intenté no redundar tanto como lo hacía él y luego tomé las anécdotas que me parecían más interesantes. Las hay más truculentas pero también las hay humorísticas. Al estar en el prerromanticismo tiende en ir al patetismo y conmover al lector», comenta.

Menos dolores de cabeza sufrió Alberto Hernández Rivero. Sugestionado por el poder narrativo de Defoe, de su mano comenzaron a brotar de forma efervescente las ilustraciones que en blanco y negro trasladan al lector a las brumas del Londres de aquellos tiempos. «Tenía medio trabajo hecho. Me había puesto a estudiar texturas y compré pinceles digitales con los que iba experimentando y a medida que eso sucedía, al contrario de lo que me ha pasado con otros cómics, el estilo salió solo. Al leerme un par de veces el libro las ilustraciones salieron solas. Hay veces que tardo una semana por página pero con este estaba yendo a una velocidad de una página al día», indicó.

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Mundos paralelos.

Aunque el objetivo editorial pretendía eludir la convivencia del producto con la pandemia de estos días, es imposible eliminar la relación del texto de Defoe con las actitudes políticas y sociales de nuestro tiempo. «Tras todo el trabajo de traducción y adaptación no es que me pillara mejor preparada para la pandemia pero sí que no me sorprendieron muchas cosas que pasaban. Cuando esto empezó vi situaciones que son calcadas al libro. Pasan tantas cosas que se están repitiendo que ves que no hemos evolucionado nada», señala Padilla Santana.

La autora de la adaptación percibe en las líneas del original demasiados puntos en común entre aquellos tiempos y los actuales. Curiosamente, en el lado negativo. «No solo en los efectos de la enfermedad en las personas. Sino en las maneras de reaccionar, qué medidas se toman, si se acatan o no. Como nos tomamos como individuos lo que está pasando o lo que saca la especie de lo que está pasando», expone.

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Ese punto de vista también lo comparte Hernández Rivero, creador de atmósferas en blanco y negro para este libro. «La única diferencia es que ahora tenemos más recursos, médicos o a la hora de informarnos. Pero da igual. Seguimos haciendo caso a los bocazas, a la gente que no tiene ni idea de la historia y que se inventa movidas. Cosas curiosas que no pasan ahora, pero que podrían pasar. Clavaban las puertas para que la gente no saliera porque se escapaban de las casas», subraya.

Padilla ahonda en esas similitudes. Esas de un sistema de clases que estaba vigente en el XVII y que todavía es visible en los años que vivimos. «Algo que me resultó bastante curioso. Cuando comenzó el confinamiento y salió la noticia de que José María Aznar y Ana Botella habían salido de Madrid y se habían ido a Marbella cuando no se podía salir de la ciudad; aquí también se habla de cuando se cierra Londres y los que salen de la ciudad son los nobles y la gente relacionada con la corona. Y ves que siempre es todo lo mismo, igual que en estos tiempos. Y por supuesto con los pobres recibiendo ayudas de la caridad del resto de ciudadanos, porque las ayudas de la corona no daban», dice.

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La fascinación que viven los autores con el libro de Defoe abre nuevas ideas y un escenario de posibilidades. «Hay historias dentro del libro que daban para un relato autónomo y pensaba que me encantaría dar con un guionista que le diera forma, como en el caso de los ricos que se trasladaban al río para vivir en sus barcas y contrataban gente para que les abastecieran. Conviviendo en el río acaban peleándose entre ellos», señala Hernández Rivero.

«Es que el tratamiento que Daniel Defoe le da a la peste es como el de un personaje más. A través de un diario personal y sus reflexiones. Viene a ser esa persona que hace cosas, que entra en Londres y ataca a las personas. Esa humanización de la peste es muy visual», añade Padilla.

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Un libro que se escucha.

El ambicioso estreno de La Tramoyista se completa con la banda sonora compuesta por Föss. El grupo fue el último en incorporarse al proyecto pero a juicio de Padilla y Hernández Rivero es una pieza que da una riqueza inesperada al trabajo en el que ellos se habían embarcado. «Noemí nos mandó lo que tenía hecho hasta ese momento y empezamos a trabajar. Sobre todo a ir sacando piezas concretas. Le mandaba cosas que teníamos en la cabeza y estaba bien contrastar porque ella tenía algunas ideas en la cabeza. Y muchas de las partes son de improvisar, que es algo que, por ejemplo, le gusta mucho a nuestro bajista. Yo le iba grabando y editando. Ha sido un proceso muy divertido, aunque traducir todas esas ideas a una obra con un nexo de unión fue complicado, pero al ver las ilustraciones al final vi que sí que iban de la mano», significa en representación de la banda Ignacio González Bonilla.

Los autores de la adaptación quedaron encantados con el resultado. Incluso Alberto Hernández Rivero asegura que le hubiera gustado que la idea de la banda sonora naciera antes porque le habría permitido imaginar otras texturas a las ilustraciones que había realizado. «Es una música con poco colorido. Yo la escucho y veo en blanco y negro, como las ilustraciones. Y me parece que eso es algo muy difícil de conseguir», expresa.

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Para Föss este proyecto ha sido un revulsivo que les ha pillado en un momento de búsqueda de nuevos espacios creativos. Y una vinculación de largo camino con La Tramoyista.

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