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José Manuel Ballester (Madrid, 1960) sugiere con sus composiciones fotográficas y pictóricas. Sus creaciones impactan por su belleza pero cuando se las escudriña emergen detalles velados y significativos que inspiran reflexiones de mayor o menos calado según quien las contempla. Una muestra del trabajo por medio mundo de este Premio Nacional de Fotografía en 2010 se puede contemplar hasta el próximo 28 de noviembre en la Fundación Canaria para el Desarrollo de la Pintura (FCDP).
'Una mirada poliédrica' es el título de la exposición que se exhibe en el número 32 de la calle Domingo J. Navarro de la capital grancanaria y que incluye una de sus piezas pictóricas junto a una ajustada selección de fotografías de gran formato.
Durante su primer viaje a China, Ballester dio prioridad a la fotografía frente a la pintura, aunque esa vertiente sigue viva dentro de su universo creativo. «Cuando fui a China, a conocer el país, vi que no podía ir con la idea de un pintor. Fue allí, incluso, cuando cambié de analógico a digital», confiesa el artista.
«La pintura era incompatible con el ritmo que llevaba. La vida va a otra velocidad y tenía la frustración de que en lo que terminaba un cuadro se acababan las obras del edificio que estaba pintaba. Me pareció entonces más indicado utilizar otro lenguaje, el fotográfico», añade.
El artista, que fue reconocido el pasado año con el Premio a la trayectoria de la Fundación Enaire, tiene claro qué momento requiere de su faceta pictórica y cuando es el momento de coger la cámara. «Se trata de dos disciplinas, dos lenguajes y dos actitudes diferentes de enfrentarse a la realidad. Una la entiendo como un proceso creativo más instantáneo, que me permite trabajar con una movilidad que la pintura no tiene. La pintura establece unos parámetros de reflexión y programación diferentes, es un proceso mucho más sedentario», apunta.
Los espacios urbanos y arquitectónicos son clave dentro de la mirada poliédrica que exhibe en la FCDP, con enclaves cubanos, brasileños y neoyorquinos, entre otros. «Pintaba mucha arquitectura, sobre todo de Madrid. Hice unas series también de Berlín y de Chicago, pero luego lo dejé por la fotografía. La arquitectura es el pretexto, la escenografía en la que vivimos, el teatro donde desarrollamos nuestra vida. Me interesan mucho los edificios que acaban siendo otras cosas, que se convierten en ruinas o en monumentos», explica junto a una fotografía de gran formato de una antigua prisión cubana que está previsto que se convierta en un gran centro cultural.
Reconoce que las dos disciplinas por las que transita le «enriquecen». «Soy muy pictórico como fotógrafo y muy fotógrafo como pintor. Intento sintetizar para llegar a situaciones similares desde perspectivas diferentes», subraya.
Queda muy claro en la serie 'Espacios ocultos', que llevó a cabo en 2007 en el Museo del Prado y de la que exhibe 'El jardín deshabitado', inspirado en el 'Jardín de las delicias', pieza que vacía y trabaja de forma digital. «Le quitaba a los cuadros todo lo narrativo, toda la figuración y dejaba como protagonista al paisaje. Todo lo que vacié lo he vuelto a reubicar en esta pieza, que es un homenaje a la pintura. Es un recorrido por la historia del arte, desde la prehistoria hasta nuestros días. Representa el mundo de las ideas, con la filosofía y la religión, en la parte central la realidad en sí misma, y en la otra parte lo tenebroso, las miserias humanas, las guerras y toda la barbarie», explica sobre una composición fotográfica que también cuenta con referentes literarios como Lorca o Shakespeare, entre otros.
Entre los pilares sobre los que cimenta sus fotografías, la simetría y el vacío son esenciales. «Utilizo la simetría, realmente las falsas simetrías, las simetrías dinámicas que es como las llamo yo. Son composiciones que te llevan a lo estático, a lo permanente, pero en las que intento jugar alterándolas con motivos y matices que siempre están en tensión. Juego con composiciones centrales que son muy neutras, pero tienen matices muy estudiados», señala Ballester.
«Me interesa entender la realidad desde el vacío, desde lo que no se ve. Hacer visible lo invisible. Utilizando los vacíos, los espacios, la interacción entre los objetos que aparecen. Busco ver la realidad de forma inversa, a través de lo que no se ve y no desde lo que se ve. Me gusta retratar el vacío y que esté presente en la relación de los personajes que aparecen en las imágenes, me fijo en las distancias entre ellos y la presencia de un ritmo que en principio no se ve pero que genera un reparto simétrico, lo que aporta una tensión emocional a la obra que el espectador aprecia de forma inconsciente», explica el artista.
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