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'Limpiaplatos', acrílico sobrelienzo, 60x105cm. C7
De la belleza y del saqueo

De la belleza y del saqueo

El director de la Casa- Museo Antonio Padrón. Centro de Arte Indigenista reflexiona sobre la muestra de PSJM , 'Nuevo Indigenismo', que ha exhibido este recinto galdense.

Franck González

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 16 de noviembre 2024

Con 'Nuevo Indigenismo: ADN, Inteligencia Artificial y Pintura de Caballete', PSJM, el equipo formado por Cynthia Viera (Las Palmas de Gran Canaria, 1973) y Pablo San José (Mieres, Asturias, 1969), aborda una serie de cuestiones que no por más que evidentes, deben dejarse en el silencio. Porque nuestro tiempo, que se nutre más del silencio que de la palabra –aquel es más saludable e inteligente que éste, se nos recuerda día a día– narcotiza en exceso la mirada. Y así, a cuchillo abierto, PSJM pone sobre el tapete de juego asuntos tan complejos como escurridizos en estos tiempos líquidos: raza, género, identidad nacional, tradición cultural, inteligencia artificial o turismo. Se dirá que no pocas de estas cuestiones conforman el ADN de su producción cultural a lo largo de las dos últimas décadas. No en vano sostiene Augusto Monterroso que el artista «no crea, reúne; no inventa, recuerda; no retrata, transforma» ('Lo demás es silencio', 1978). Pero nunca, como hasta ahora, PSJM había puesto el foco de su producción tan cerca de la realidad insular. Directamente en el terrero.

1. Soberanía cultural

Por seguir el orden del título de la muestra, la puesta en consideración del indigenismo, como se conoce por el gran público la corriente visual puesta en marcha por Felo Monzón y Plácido Fleitas -entre otros- a partir de 1928/1929 supone establecer un marco de referencia que, como todos los mínimos comunes denominadores –eso de lo que ahora hay tan poco– nos permite poner algo en común. Reflexiona PSJM sobre un proceso cultural grancanario de hace un siglo. Y al hacerlo retoma un hábito de cualquier tradición cultural propia, esto es, el asumir unos referentes propios de un contexto histórico –y con ello unas jerarquías– desde los que se parte para construir una nueva reflexión. Hablamos de lo que en cualquier otra tradición cultural se reconoce como soberanía cultural. No deja de ser sorprendente que uno de nuestros mayores activos internacionales de su generación recale en estas cuestiones. Aunque si seguimos el hilo de la cometa, es decir, la definición de «encogimiento cultural» que en la introducción a 'A toda crítica' escribiera ya allá por 1987 el australiano Robertt Hughes –ahora que se ha puesto de moda en España lo de la decolonialidad– la cosa se vuelve cristalina: «el encogimiento cultural consiste en asumir que cualquier cosa que se haga en el campo de la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura, el cine, la danza o el teatro carece de un valor conocido en tanto no sea juzgada por personas ajenas a la propia sociedad. Es el reflejo del niño que se tiene a sí mismo en muy poco aprecio, y anhela satisfacer con su trabajo a un padre exigente, si bien al mismo tiempo desespera en secreto de poder conseguirlo. La esencia del colonialismo cultural es exigirse a uno mismo un trabajo a la altura de unos valores, que no es posible compartir o debatir donde se vive. A través de la manipulación de dichos valores casi todo puede aparecer como un fracaso, no importa la sensación de delicadeza, conocimiento y deleite que se pueda provocar en el propio entorno». La reflexión pues sobre la propia herencia cultural, necesaria para una soberanía cultural tan esencial como la soberanía energética o la soberanía alimentaria, planea sobre todo el proyecto.

2. Tipologías de la canariedad

Dicho esto, hay en esta obra al menos dos cuestiones esenciales sobre las que debemos anotar alguna cosa. La primera, lo que en el primer tercio del siglo XX se llamaba la raza. Lo segundo, la toma del caballete por parte del proletariado. Sobre lo primero, la prensa de los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera y de la Segunda República en Canarias está llena de referencias a la raza como representación del «tipo canario». Un elemento que desde mediados del XIX venía fraguándose en lo que se conoce como «regionalismo» o «costumbrismo» y que no es otra cosa que la construcción de un personaje colectivo cuya expresión es una imagen racializada del isleño. Un tipo que Felo Monzón y Plácido Fleitas dota de altos pómulos, ojos chinijos y anchas narices africanas. Y que Néstor vistió con ropas del Egeo sobre las que borda pintaderas. Y que Pancho Guerra, y luego Cho-Juáa vistió con fajín y cachorra. Nada que ver, pues, con lo que la dictadura del General Franco reivindicará bajo el mismo término, la raza, que en adelante será, únicamente, la raza española.

Los integrantes de PSJM. C7

Frente a esa lectura, PSJM parte del análisis estadístico realizado por Rosa Fregel profesora e investigadora del Área de Genética de la Universidad de La Laguna para elevar un prototipo «racial» de los y las canarias. La metodología no es nueva en PSJM, partir de datos para construir imágenes. La novedad estriba en el uso de la Inteligencia Artificial, que toma, a su vez, para su concreción, el uso y abuso de otras bases de datos. Y al hacerlo resulta que construyen unos «tipos canarios» que son el resultado de unas combinatorias que nada tienen que ver con los postulados de «identidad» asociada a la «raza», tan preciada por los nuevos nativistas. Unas combinatorias ciertamente desasosegantes ya que el resultado del saqueo de las bases de datos de imágenes de las que se nutre la Inteligencia Artifical proyecta imágenes tan familiares que parece que a algunas de aquellas personas las acabamos de ver en la calle.

Lo segundo, también de hondo calado político, es la llegada del proletariado rural a la pintura canaria. Nuestra propia interpretación de 'El Cuarto Estado' (Giuseppe Pellizza da Volpedo, 1901). Bien es cierto que los «magos» y el campesinado estaban presentes en nuestra pintura desde el menos un siglo atrás. Pero no eran más que la mano de obra. Felo dispone en su 'Síntesis canaria', datada –hasta la fecha- en Fyffes en 1937- al campesinado mirando de frente, desafiando al futuro. Renegridos del sol y encerrados en una cárcel social de cardones y miseria. Un campesinado que era hace un siglo el motor económico del país. De un país que condenaba al analfabetismo al más del 80 % de la población. De un país que, a cambio de su fuerza de trabajo sólo les abonaba lo suficiente para no morir de hambre. Eran los tiempos del monocultivo frutero exportador. Que PSJM haya partido –entre otras muchas fuentes– de este icono cultural, de esta imagen de la belleza del saqueo para reflexionar sobre el momento presente es singularmente interesante. Cualquiera puede acercarse y ver que los «tipos canarios» que devuelve la inteligencia artificial a la que han interrogado ambos son –insisto– rostros de gente de la calle. Pero, como en el campesinado de Monzón, no tienen nombre. Y se nos presentan a nosotros -espectadores de visita- tan sólo por su capacidad productiva: Recepcionista, limpiaplatos, jardinero, animador, Kelly, vigilante, cocinero, camarera, Maître… Como un siglo antes, estos hombres y mujeres nos interpelan con la mirada. De frente. Ahora son los trabajadores precarizados de la hostelería, el motor económico del país. De un país que premia su bajo nivel educativo con unos salarios precarios. Son los tiempos del monocultivo turístico. Un modelo que lleva años mostrando sus costuras. Ahí está la lucha de las Kellys, que ya en mayo de 2019 se manifestaban contra la precariedad y la sobrecarga laboral… Ahí están las manifestaciones del pasado contra la turistificación masiva, el 20 de abril de 2024 bajo el lema 'Canarias tiene un límite'. Ahí están las manifestaciones contra los problemas que las viviendas vacacionales –y la legislación de alquiler vigente– generan. Ahí está el debate de la ecotasa. Ahí también, el debate sobre las ampliaciones de los aeropuertos y la necesidad de soportar una sobrecarga del sistema eléctrico e hídrico que ya ha dado ejemplos del cero energético –ya son siete los ceros energéticos en Canarias desde el Apagón de Tenerife en 2009 hasta hoy–. La falta de inversión y la sobrecarga ponen sobre la mesa la necesidad de una soberanía energética cada vez más urgente.

Imagen de la muestra, clausurada a comienzos de noviembre. C7

Pero hay más. Hay mucho más. PSJM no nos presenta, entre estos «tipos canarios» a ningún gerente, ningún touroperador, ningún director de hotel, ningún chefs. Algo que no es ninguna sorpresa para quien conozca un sector cuyos resortes están mayoritariamente en las mismas manos de quienes manejaban la exportación frutera hace un siglo: Británicos y Alemanes. La elección nunca es casual cuando se trata del trabajo de PSJM.

Pero hay más. Hay mucho más. Frente a la homogeneidad de los 'tipos' del primer indigenismo, PSJM avanza lecturas en clave de género. A cualquiera que se pare a contemplar estas pinturas de caballete tampoco le sorprenderá los estereotipos de género vinculados a determinados trabajos como la limpieza (Kellys). Tampoco es casual que entre tantas mujeres y hombres haya un representante del género no binario, en una clara intención de integrar y visibilizar el mundo real. Como tampoco el que haya una persona racializada en un contexto de 'tipos canarios'. Eso sí, la persona racializada, el «jardinero» es la única persona que esconde su rostro. Es la única persona que no tiene interés en dejar su rostro en tu memoria. O tal vez, es la única persona que nuestra memoria no tiene interés en recordar…. «raza», «género», «identidad nacional»…

3. La isla como decorado

Así que PSJM en esta serie también habla del turismo… El turismo ha sido una constante en el arte en Canarias desde Néstor. Si bien entonces sólo como solución complementaria a una economía basada en la exportación frutera a los países de los que hoy recibimos el turismo. Será César Manrique quien consiga –la muerte se llevó los planes de Néstor por delante– convertir a Lanzarote en un destino turístico para las élites. El mundo del turismo de masas –o eso creíamos entonces– aparece ya en las artes visuales a comienzos del año 2000 con una generación de artistas que hacen de la piscina, de los salones de los hoteles y del desbarajuste urbanístico asunto estético. Sin embargo, la obra de PSJM que ahora se presenta poco tiene que ver con todo aquello. No encontrará el visitante de la muestra ningún edificio «singular», ningún gran «buffet», ninguna piscina a la orilla de la marea. El escenario que rodea a estos trabajadores está –como hace un siglo- llego de púas, de cactáceas. Para algunos será sólo el recordatorio al ideario vanguardista del 'Realismo mágico Post expresionismo' de Franz Roh. Pero para quien conozca la obra de PSJM no es sino una imagen de los estrechos que llegan a ser los márgenes para quien no pinta nada en el cuadro. Para quienes son sólo la imagen de la belleza del saqueo.

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