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Dinamita Montilla, el rastro sangriento del asesino en serie de Tik Tok
Crónica negra

Dinamita Montilla, el rastro sangriento del asesino en serie de Tik Tok

Pasó 28 años en prisión por cuatro crímenes y ahora, tras quedar en libertad, ha vuelto a la cárcel por otros dos asesinatos. La policía también lo ha investigado por el homicidio de un indigente y rastrea sus vídeos en la red social para cruzarlos con denuncias de desapariciones

Juan Cano

Málaga

Domingo, 23 de febrero 2025, 06:02

En los manuales de criminología se estudia a los asesinos en serie en busca de un perfil de comportamiento que permita clasificarlos. En España, uno de los más sangrientos fue Manuel Delgado, más conocido como El Arropiero, detenido en 1971 por estrangular a su novia en El Puerto de Santa María (Cádiz), a la que violó después de muerta. Confesó otros 47 crímenes, de los que la policía demostró ocho y dio verosimilitud a otros 22.

En la lista de los horrores están también José Antonio Rodríguez Vega, apodado El Mataviejas, que acabó con la vida de 16 mujeres en los ochenta; Francisco García Escalero, El Matamendigos, que mató a 11 indigentes en Madrid entre 1987 y 1994; Alfredo Galán, El asesino del naipe, un exmilitar que ejecutó a seis personas escogidas al azar de un tiro en la nuca en 2003; Joaquín Ferrándiz, el asesino de mujeres de Castellón, condenado -y ya en libertad- por cinco crímenes entre 1995 y 1996. El más reciente fue Joan Vila, El celador de Olot, que envenenó a 11 ancianos de una residencia entre 2009 y 2010.

En las clases de criminología ya se ha empezado a estudiar a otro miembro de este macabra lista: José Jurado Montilla (63 años), alias El Titi o Dinamita Montilla. Su rastro criminal se divide en dos etapas, la que lo llevó a prisión en la década de los ochenta y la actual, donde se ha hecho popular como el asesino en serie de TikTok. Desde su última detención, el 16 de mayo de 2024, el número de seguidores de su cuenta en esta red social se ha duplicado al pasar de 3.000 a los 6.638 que tiene a fecha de hoy, 23 de febrero de 2025.

José Jurado Montilla. SUR

Dinamita Montilla ha vuelto de nuevo a la cárcel y está siendo investigado por las muertes de David Hurtado, un universitario malagueño de 21 años asesinado en Los Montes de Málaga en agosto de 2022, y de la sevillana Ester Estepa (42), desaparecida en Gandía (Valencia) en agosto de 2023. Aunque no había trascendido hasta ahora, el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional lo investigó -sin llegar a imputarlo- por la muerte violenta de un indigente búlgaron en los Jardines de Picasso, en Málaga capital. Además, las Fuerzas de Seguridad están examinando todos los vídeos que subió a TikTok y están cruzando lugares y fechas con denuncias de desaparecidos por si pudiera estar detrás de algún caso más.

Lo cierto es que José Jurado Montilla parecía un hombre nuevo que disfrutaba de su libertad tras pasar casi tres décadas entre rejas. En TikTok, donde recordaba con frecuencia sus vivencias y su pasado penitenciario, se mostraba como un tipo vitalista y amante de la naturaleza que recorría incansable la geografía española. El 2.0 de Dinamita Montilla vivía volcado en sus «amigos» de la red social, a los que regalaba mensajes de autoayuda y superación sazonados con una vida desgastada de vivencias y anécdotas carcelarias.

Su infancia

Nacido en el distrito malagueño de Campanillas, se crió con su familia en el campo. Lo apodaron El Titi porque fue la primera palabra que salió por su boca de tanto escuchar a su madre llamar a las gallinas del corral. Ya de niño empezó a meterse en líos. Cuentan que en la escuela la maestra tenía que vaciarle los bolsillos al salir de clase porque se llevaba el material. Con nueve años lo acusaron de robar 20 duros que un hombre dejó en la barra de un bar. Y con 13, le achacaron haber cogido 10.000 pesetas de la casa de un amigo. Él lo niega. Asegura que su mala fama hizo que lo culparan de todo lo que pasaba en el barrio.

Se refugió en las drogas -probó la heroína por primera vez con 14 años- y ya entonces, siendo un adolescente, comenzó una vida errante. Recorrió media España colándose en los trenes y trabajando como feriante. Con 18 cometió su primer delito: sustrajo dos cubos de monedas a su jefe, 170.000 pesetas -al cambio, unos 12.000 euros- y acabó en 'Málaga, la vieja', la antigua cárcel provincial, la primera de las 38 por las que ha pasado, que estaba considerada muy conflictiva.

Salió a los ocho meses, pero no tardó en meterse en el siguiente lío. Lo detuvieron por robar unos pájaros exóticos y le impusieron cuatro años, dos meses y un día de reclusión. «Me cayó la 'yeye', que es como llamábamos a esa condena. Todos los presos teníamos una», detalló José Jurado en una entrevista a SUR en 2013. Ingresó en la cárcel de Bonxe, en Lugo, donde permaneció hasta 1984. De Galicia se trajo su segundo apodo. Según cuenta, ayudó a preparar unos fuegos artificiales en unas fiestas y metió tanta carga a los petardos que sonaron como bombas. Ahí nació Dinamita Montilla.

Almogía, 4 de abril de 1985

José Jurado mató a Francisco González la mañana del 4 de abril de 1985. Era Jueves Santo y la víctima, que solía ir a su finca a recoger algarrobas y chumbos, había organizado una comida familiar con sus hermanas y sus sobrinos. Ellos fueron quienes encontraron su cadáver en su cortijo, en un paraje de la localidad de Almogía conocido como Llano Persona. Había recibido un disparo de escopeta. El autor había tapado la cara del fallecido con un saco, un gesto que en criminología se interpreta como de remordimiento.

El homicidio de Francisco González (57 años) es el único que reconoció públicamente Dinamita Montilla, aunque aseguró que el disparo fue accidental. Según relató a SUR, la víspera del crimen, su madre le dijo que los zorros habían matado siete gallinas del corral, así que él cogió la escopeta y se echó al campo para «darles matarile», pero le sorprendió la gota fría y se refugió en el cortijo de la víctima, que creyó abandonado. Allí lo descubrió Francisco González, que lo acusó de ser la persona que le había estado robando aperos. Le pidió que se pusiera los zapatos y lo acompañara al cuartel. «Me agaché, cogí la escopeta con la mano derecha, la dirigí hacia él, sin apuntar, y disparé», manifestó.

Campanillas, 14 de marzo de 1987

José Jurado siguió disfrutando de la libertad porque aún no lo habían relacionado con la muerte de Francisco González. Su siguiente asesinato -aunque lo niega- fue el de Antonio Paniagua (46 años), el exchófer del cantaor Juanito Valderrama, en la casa de campo de Puerto Los Randos, en Campanillas, donde la víctima pasaba largas temporadas. Dinamita Montilla lo sorprendió por la espalda y, tras un forcejeo, lo ató a un colchón y le prendió fuego, aunque lo remató de un disparo en la cabeza con una escopeta de cañones recortados. Mientras tanto, el asesino se comió unas latas de conserva en la habitación de al lado y mató las codornices y los palomos que Paniagua tenía en el cortijo. Sólo robó una baraja de cartas, una bombilla y unas pilas. Y la ropa interior de las sobrinas de la víctima.

Álora, 26 de abril de 1987

El 26 de abril de 1987, se hallaron los cadáveres de dos excursionistas asesinados a tiros en El Chorro (Álora). Dos chicos jóvenes, estudiantes; uno alemán y el otro inglés. La Guardia Civil detuvo a José Jurado Montilla por ambos crímenes, que también niega. El Titi estaba durmiendo en esas fechas en una casa de campo abandonada en El Chorro, donde conoció a tres excursionistas españoles con los que conversó y compartió una caminata. Llevaba una escopeta escondida en el hatillo para que no se la quitara la Benemérita. Al caer la noche, acamparon y comieron alrededor de una candela. En esas, aparecieron los dos chicos extranjeros y ellos les propusieron unirse a la cena; tenían comida de sobra. Al terminar, cada uno tomó su camino. Los estudiantes se dirigieron a su tienda de campaña y Dinamita, a la casa abandonada. Esa noche los mató. Al primero lo ejecutó dentro de la tienda de campaña donde dormía y al segundo, que trató de huir, a 14 metros de ésta.

José Jurado tenía 24 años cuando la Guardia Civil lo detuvo por los asesinatos de los estudiantes extranjeros en la estación de Las Mellizas, en Álora, el 4 de mayo de 1987. Una persona lo reconoció como el hombre al que buscaban las autoridades y llamó al cuartel. El Titi se estaba comiendo un bocadillo de tortilla mientras esperaba el siguiente tren cuando un agente lo encañonó con una metralleta. En su mochila hallaron una navaja suiza que el Instituto Armado relacionó con los crímenes de El Chorro y unos parches de bicicleta, bombillas y unas pilas que lo situaron en el de Paniagua en Campanillas. Fue condenado a 123 años de cárcel por las cuatro muertes.

Su manejo de las nuevas tecnologías resulta especialmente llamativo si se tiene en cuenta que cuando entró en la cárcel, en 1987, ni siquiera había móviles. En prisión se sacó el graduado -dejó el colegio en sexto de EGB- y estudió FP, además de hacer cursos de manualidades e informática. Incluso tuvo un programa de radio, que ahora parece un preludio de su intensa actividad pública en TikTok.

El 13 de diciembre de 2013 -un número que, dice, siempre le ha traído suerte- salió de prisión tras cumplir 28 años. La derogación de la doctrina Parot, que aplicaba los beneficios penitenciarios a la totalidad de la pena y no al periodo máximo de cumplimiento, le ahorró los dos últimos años en el trullo.

Desubicado, y sin un lugar a dónde ir -su madre, con la que se carteaba en la cárcel, murió en 2007-, José Jurado se presentó en la puerta de Diario SUR para contar su historia y, al terminar la entrevista, manifestó: «Nunca me he considerado un asesino. Admito que fui un delincuente, pero por la presión de las acusaciones falsas y las drogas. He querido hablar para reconocer lo que he hecho, defenderme de lo que no hice y pedir perdón. En el tiempo que me quede de vida, quiero reparar el daño que he causado a la sociedad». Y prometió no volver a delinquir: «Antes prefiero comer palmito, aceitunas secas o almendras en el campo». Dinamita Montilla parecía haber cambiado la escopeta por un smartphone con el que retratar el mundo y recuperar el tiempo perdido. Pero sólo era un espejismo.

Málaga, 29 de agosto de 2022

David Hurtado (21 años) estuvo disfrutando de un día de playa con sus amigos. Volvió a casa, cogió su mochila, el teléfono, una botella de agua, las llaves y se marchó con su coche a una finca en la zona de Las Chozas, en Los Montes de Málaga, donde su familia tiene una casa de aperos. David, que estudiaba ingeniería informática, tenía autorización de los dueños de las parcelas colindantes para recoger algarrobas, con las que se sacaba un dinerito para pagarse sus gastos.

A las 18.50 horas del 29 de agosto, David habló por teléfono con su padre y le contó que había dado agua a un cazador que llevaba una escopeta y que estaba junto a la casa de aperos que tenían. Al colgar, debía coger una caña de la zona y dirigirse a comprobar las algarrobas que iban a recoger al día siguiente. Para ello, tenía que recorrer un sendero de unos 800 metros junto a un cortijo derruido conocido como Los Ciegos.

En ese trayecto estuvo chateando en un grupo de WhatsApp que compartía con sus amigos. A las 19.04 horas escribió: «...me he quedado un rato hablando con él y dice: 'Nada, es que cazo a los zorros que se me están comiendo las gallinas y aquí estoy esperando a que caiga la noche'. Y me dice: 'Y tú, ¿qué haces aquí? ¿Hacer fotos?'. Y yo le digo, no, no, yo es que más menos soy dueño de esto y estoy viendo a ver si se mete gente extraña, no sé qué, porque están robando… Y dice: '¡Ah, vale, vale, entonces me voy, ¿eh? Que yo no quiero que me llames la atención (sic)». David le dijo que no pasaba nada, que por él podía quedarse, y hasta le dio agua «para ganarse su confianza». También contó a sus amigos que estaba «cagao» porque en cualquier momento le podía «pegar un tiro». Y lo describió así: «Pintas de viejo hecho mierda».

El último mensaje de David a sus amigos lo escribió a las 20.00 horas. A las 20.19 ya no leía los whatsapp. El teléfono dejó de emitir señal a las 20.50 horas. A las 21.45 horas, sus padres fueron a buscarlo al no tener noticias de él y localizaron su coche junto a una venta, que era donde siempre solía aparcarlo. Pero ni rastro de él. Pusieron la denuncia por su desaparición esa misma noche. A la mañana siguiente, sobre las 8.38 horas, el padre encontró el cadáver del joven junto a la casa derruida de Los Ciegos. David había recibido un primer disparo de postas estando de pie y luego otro a bocajarro ya en el suelo.

La policía se enfrentó a una investigación complejísima por la ausencia de testigos o cámaras de seguridad. El estudio de la telefonía tampoco arrojó resultado por la zona tan amplia de cobertura, ya que la misma antena cubría un distrito de la capital, varios pueblos colindantes y la autovía A-45, la salida natural de Málaga hacia Madrid, Sevilla y Granada. Miraron a todos los cazadores que frecuentaban la zona, luego a los propietarios actuales y antiguos de las fincas, siguieron la pista de un modelo de Ford -identificaron a todos los titulares de un coche de esas características entre 1987 y 2002- y chequearon a todos los detenidos por robos en el campo en Los Montes de Málaga en los últimos años.

La respuesta, en el ADN

Al final, la prueba clave la iban a encontrar en la hebilla de la mochila de David. El extraordinario trabajo de los agentes de Policía Científica permitió recuperar una mezcla de perfiles genéticos. En el laboratorio lograron separarlos. Uno era del propio David. El otro, de un varón aún sin identificar. Los especialistas consiguieron aislar el cromosoma Y, que es la parte del ADN que se hereda por vía paterna. La búsqueda en la base de datos dio una única coincidencia. Un hombre cuyo apellido empezaba por la letra M. y que, según sus sospechas, debía ser familiar por parte de padre del asesino de David Hurtado.

Los agentes se centraron en esa pista, la única potable que tenían. Para su sorpresa, cuando acudieron al Registro Civil, descubrieron que ese hombre había sido adoptado y que su padre biológico tenía el apellido Jurado. Los agentes del Grupo de Homicidios reconstruyeron el árbol genealógico de ese apellido hasta 1871, que es cuando se creó el registro, aunque éste se digitalizó en 1949, por lo que tuvieron que completar el estudio consultando las partidas bautismales de la iglesia.

Entonces, la investigación por el asesinato de David se cruzó con la de otro homicidio, el de Nikolay E. P., un indigente hallado muerto el 30 de noviembre de 2021 en los Jardines de Picasso, en Málaga. En el lugar del crimen se localizó una piedra con restos de sangre y mezcla de perfiles genéticos, que fue con la que supuestamente golpearon a la víctima mientras dormía al raso. Los policías identificaron a todos los sin techo que dormían en esos jardines en aquella época y les pidieron una muestra voluntaria de ADN. Entre ellos se hallaba José Jurado Montilla, que acudió a dependencias policiales el 29 de febrero 2024 para hacerse el frotis bucal. En esas fechas, el Grupo de Homicidios de Sevilla ya lo tenía en su radar por la desaparición de Ester Estepa en Gandía (Valencia).

Aunque no se le consiguió relacionar con el crimen del indigente búlgaro, los policías de Málaga se inquietaron al ver que, además de apellidarse Jurado, tenía un pasado criminal muy violento. Para empezar, su apariencia encajaba en la descripción de «viejo hecho mierda» que David escribió a sus amigos por WhatsApp. Los investigadores encontraron en Internet la entrevista que mantuvo con SUR en el año 2013, que incorporaron al sumario del caso al encontrar en sus respuestas algunas coincidencias respecto al crimen de David. En especial, la frase «es que cazo a los zorros que se me están comiendo las gallinas». El mismo motivo por el que, como contó a este diario, se echó al campo hace cuarenta años y acabó matando a Francisco González, que también recogía algarrobas, en un paraje de Almogía. En Los Montes de Málaga, pese a ser agosto, también llovía. Como en 1985.

«Es que cazo a los zorros que se me están comiendo las gallinas»

José Jurado Montilla

Los agentes localizaron el perfil de TikTok de José Jurado, donde daba cuenta de su periplo carcelario y sus antecedentes. Un usuario le preguntó por qué había estado en prisión y él respondió: «Por tres homicidios y un asesinato, robo, tenencia ilícita de armas, falsificación de carné de identidad, pasaporte y manipulador de artefactos explosivos, 135 de condena de una petición de 300 años».

La investigación había adquirido color. A partir del 15 de mayo de 2024, se centraron en Dinamita Montilla como principal sospechoso del asesinato de David Hurtado. Su actividad en la red social les ayudó a rastrearlo, ya que publicaba vídeos constantemente de los lugares por los que pasaba. Lo ubicaron en Badajoz y establecieron un discreto dispositivo de vigilancia. Lo vieron tirar una colilla al suelo y la recogieron sin que se diera cuenta para cotejar el ADN. Después se sentó en un bar y tomó una cerveza. Cuando se marchó, los policías se llevaron todo lo que había tocado: 19 huesos de aceituna, una servilleta de papel, una taza de vidrio y el botellín vacío.

Dinamita Montilla se desplazó a Valdebótoa, una pedanía de Badajoz situada a apenas cinco kilómetros de Portugal, con el consiguiente riesgo de que cruzara la frontera. El laboratorio de la Jefatura Superior de Andalucía Oriental, con sede en Granada, trabajó a contrarreloj para obtener el ADN de los efectos intervenidos a José Jurado y cruzarlos con el perfil genético de la hebilla de la mochila. Consiguieron extraer muestras de los huesos de aceituna, la colilla de cigarrillo y la botella de cerveza. A las 22.30 horas del 16 de mayo, comunicaron el «match» por teléfono a la jefa del Grupo de Homicidios, que vigilaba de cerca al Dinamita Montilla, ajeno a todo, mientras bebía cervezas con el fútbol de fondo en el bar Benito de Valdebótoa. Aunque la muestra de la mochila era parcial, el resultado resultaba demoledor: es doscientos mil quintillones de veces más probable que la mezcla genética de la hebilla fuese de una combinación entre el ADN de David Hurtado y el de José Jurado Montilla que de otras dos personas elegidas al azar entre la población. Justo después lo detuvieron.

Los policías intervinieron el teléfono de Dinamita y realizaron un volcado del mismo para examinar las imágenes que contenía. En el móvil, encontraron fotos que han permitido atribuirle también la muerte de Ester Estepa, a la que se le perdió la pista la madrugada del 23 de agosto de 2023.

Ester Estepa, junto a José Jurado Montilla. SUR

La última persona que estuvo con ella fue precisamente Dinamita Montilla, al que había conocido días antes en un albergue y con el que compartió una caminata desde Alicante a Gandía (Valencia), donde ella desapareció tras visitar las urgencias de un hospital porque tenía una pierna inflamada y le dolía la cabeza.

Aunque José Jurado Montilla era el principal sospechoso, el estado en el que se encontró el cuerpo impidió obtener pruebas concluyentes contra él. En febrero del año pasado, unos senderistas hallaron en un cañaveral de Gandía un cráneo que, gracias a las pruebas de ADN, se confirmó como el de Ester Estepa. Posteriormente se localizó el resto del cadáver en la misma zona, aunque a algunos metros de distancia. La autopsia determinó que la sevillana falleció por un traumatismo craneoencefálico.

La jueza de Gandía que instruye el caso de Ester imputó oficialmente a Dinamita Montilla el pasado mes de noviembre, cuando llegó a sus manos el informe del volcado del teléfono. Además del homicidio/asesinato de la mujer, le añadió un delito de profanación de cadáver. A juzgar por las fotos que almacenaba El Titi en su teléfono, la policía cree que violó a Ester Estepa posiblemente después de matarla o al menos en el transcurso del crimen.

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