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Imagen del interior del submarino. Efe
El submarino Isaac Peral lanzará su primer torpedo con fuego real en Canarias

El submarino Isaac Peral lanzará su primer torpedo con fuego real en Canarias

El blanco sobre el que disparará es un barco en desuso y la maniobra tendrá lugar en el mes de mayo.

Efe

Cartagena (Murcia)

Sábado, 15 de febrero 2025, 13:23

El submarino S-81 Isaac Peral, que se encuentra en la recta final de su evaluación antes de afrontar sus primeras misiones reales a mediados de este año, lanzará su primer torpedo con fuego real sobre un blanco (un barco en desuso) en aguas de Canarias en el mes de mayo.

Desde que fue entregado a la Armada en noviembre de 2023, el Isaac Peral ha completado más de 130 días de mar, durante los cuales ha permanecido sumergido un máximo de tres consecutivos.

A corto plazo comenzará a realizar navegaciones más prolongadas, en torno a un mes, para optimizar su rendimiento y superar la calificación que le permitirá estar plenamente operativo, ha señalado su comandante, el capitán de corbeta Manuel Corral, a un grupo de periodistas durante una visita al submarino en el Arsenal de Cartagena.

110 años del arma submarina española

Aunque para la Armada la «historia» de los submarinos comienza en 1888 cuando el 8 de septiembre fue botado el primer sumergible propulsado con baterías que adoptó el nombre de su inventor, Isaac Peral, no fue hasta 1915, con la conocida como Ley Miranda cuando se estableció el arma submarina española. Este lunes se cumplen 110 años.

El S-81, que vuelve a llevar el nombre del militar español pionero de la navegación subacuática, es el primero de los cuatro nuevos submarinos de la serie S-80 diseñados y fabricados por Navantia que permitirán a la Armada dar un salto cualitativo en sus capacidades.

Los plazos de entrega previstos para los otros tres son: en 2026 el S-82, en 2028 el S-83 en 2028 y en 2030 el S-84.

Lanzamiento del primer torpedo con fuego real

Antes de entrar en servicio, está previsto que el Isaac Peral lance su primer torpedo con fuego real sobre un blanco (un barco en desuso) en aguas de Canarias en el mes de mayo. Hasta ahora ha realizado varios lanzamientos sin carga.

El submarino está capacitado para lanzar minas y torpedos y, por primera vez en la historia de la Armada, también misiles, tanto para atacar buques como a objetivos en tierra, incluso selectivos.

En la cámara de torpedos, el sargento primero de armas Pablo explica que esta sección tiene dos funciones: el almacenaje y estiba del armamento y el lanzamiento y eyección del mismo.

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Dispone de seis tubos lanzatorpedos y la «joya de la corona», dice orgulloso, son dos turbobombas que eyectan el arma mediante una turbina alimentada por aire.

A diferencia de otros submarinos, el sistema de armas del S-81 tiene un alto grado de automatización, de tal forma que con dos o tres personas en coordinación con la sección de mando y control se puede realizar un ataque.

La capacidad de alcance de los torpedos que lleva incorporados este sumergible es bastante amplia en comparación con otros, pudiendo llegar a una distancia de más de 40 kilómetros, explica el sargento.

Más de 6.000 cables y 10.000 tuberías

Además de por su capacidad de ataque, el S-81 supone, según sus responsables, un salto tecnológico «abismal» respecto a los de la serie anterior (S-70). Está diseñado para ofrecer una «excelente» maniobrabilidad y una completa discreción, la característica que más se aprecia en un submarino.

Puede sumergirse a más de 300 metros y es capaz en menos de cinco minutos de bajar desde cota periscópica (profundidad que le permite sacar el periscopio para observar el exterior) hasta cota profunda.

Más de 40.000 requisitos para su construcción, 80.000 documentos técnicos y logísticos, 6.000 cables, 80 kilómetros de ellos ruteados, y 10.000 tuberías. Son algunos de los datos que ilustran la complejidad del proyecto.

Se trata de un programa ambicioso, cuyo camino no ha sido fácil, reconoce el jefe de la Flotilla de Submarinos, el capitán de navío Pedro Márquez de la Calleja, que subraya la importancia que tiene para la seguridad nacional porque aporta independencia estratégica.

Con este proyecto, España se ha incorporado al selecto grupo de 10 países del mundo (11 si se incluye Taiwán) que son capaces de construir submarinos.

El 'mi' y el yo' no valen cuando se entra en 'El Tubo'

En ese complejo entresijo de cables y tuberías, el espacio que queda para la tripulación es muy reducido. Cuarenta y tres hombres y mujeres conviven en un casco resistente de 70 metros en el que comparten camarotes mixtos, dos duchas y tres retretes.

No hay wifi, con lo que el acceso a información, redes sociales o correo electrónico es nulo. El comandante Márquez reconoce que para un chaval de 20 años no es fácil hoy en día someterse a esa desconexión.

En ese duro entorno el compañerismo y la responsabilidad adquieren un valor añadido.

El 'mi' y el 'yo' no valen cuando se entra en El Tubo, nombre con el que en la Armada llaman familiarmente a los submarinos, y se cierra la escotilla. «Se tienen que dejar muchas cosas fuera», apunta el comandante.

Uno de los valores inherentes al submarinista es la humildad. «Reconocer que tienes carencias, ponerte en manos de los demás y pedir ayuda» es esencial, señala.

También la austeridad cobra una especial relevancia en un espacio tan pequeño en el que no existe intimidad. El único camarote individual es el del comandante.

El adiestramiento, vital: No hay segundas oportunidades

Por ello, una de las mayores preocupaciones de los mandos es la formación del personal, su motivación y, también, admite el comandante, la capacidad de retenerlos.

«Lo que marca la diferencia entre una necrológica y una anécdota de café es el adiestramiento». Con esta frase tan gráfica resume Francisco Barrios, profesor de la Escuela de Submarinistas, la importancia vital que tiene la formación.

Lo que se busca es que los submarinistas adquieran «memoria muscular», de tal forma que cuando escuchen un ruido o reciban una instrucción sepan actuar de inmediato, porque «ahí abajo no hay segundas oportunidades», subraya.

La formación es muy exigente para poder ofrecer al comandante una dotación de la que se pueda fiar, asegura.

Y en ese adiestramiento los simuladores juegan un papel muy importante. En ellos, por ejemplo, se ensaya cómo hacer frente a las dos peores emergencias que se pueden producir en un submarino: una entrada de agua o un incendio.

Y aunque la probabilidad de que ambas ocurran es mínima, «estamos preparados, porque cualquier emergencia en el submarino es crítica», advierte el comandante del S-81.

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