Robaina y Serra cara a cara: dos modelos para el futuro de la ULPGC

Entre «afianzar» lo logrado en los últimos cuatro años con experiencia en la toma de decisiones en momentos difíciles y recobrar la «ilusión» con la que se fundó adoptando un cambio de rumbo se dirime, este jueves, quién dirigirá la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Los dos candidatos al rector, el catedrático de Fisiología Vegetal Rafael Robaina, quien aspira a la reelección, y el catedrático de Salud Pública Lluís Serra, debatieron esta semana en la sede de CANARIAS7 sobre la situación actual de la institución y el papel que debe desempeñar.

Parten de dos visiones distintas, como se puso de manifiesto en un encuentro que no estuvo exento de algún momento de tensión. Robaina pide otros cuatro años para reimpulsar la ULPGC en la difícil era pospandemia. Serra cree que es hora de tomar otro rumbo y renovar la institución profundamente.

¿Qué candidato está en mejor disposición para afrontar la pospandemia? Robaina cree que su programa se ajusta a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los objetivos de la Unión Europea para superar la crisis . «La UE ha dado directrices muy claras para el reparto de los fondos y los gobiernos necesitan proyectos dirigidos a una sociedad sostenible, igualitaria, que debe nutrirse de un nuevo tejido productivo con una economía más resilente. Toda la acción de esta candidatura y los nuevos vicerrectorados van en esa dirección».

Con la pandemia, destaca Serra, la sociedad se ha dado cuenta de lo importante que es la salud pública «y que sin salud no hay economía». Apela a su experiencia en el comité de expertos que asesora al Gobierno canario en esta crisis, y del que forman parte otros dos docentes de la ULPGC: «Hemos demostrado cómo la universidad puede ayudar a gestionar problemas importantes de la sociedad canaria y con una nota sobresaliente porque pocas regiones en Europa han logrado los resultados que hemos tenido en Canarias. Hemos extraído aprendizajes y por eso queremos crear dentro de la ULPGC una dirección de salud y bienestar, no como riesgos laborales, sino por la acción comunitaria frente a esta pandemia».

La visión de universidad de Lluís Serra aúna «dos conceptos importantes»: «Combatir la desilusión» en el seno de la institución, «una desilusión que implica el miedo al cambio y dejar las cosas como están, frente a la continuidad que representa el proyecto de Robaina». Y, por otro lado, «la experiencia y la excelencia del equipo en gestión, en investigación, en docencia. La universidad tiene una serie de retos en los próximos años que hay que saber afrontarlos. Para eso se necesita un equipo bien preparado». El modelo Robaina está marcado por la Agenda 2030. «La ULPGC tenía que alinearse con esta agenda, la propia universidad debe ser sostenible, apostar por la digitalización, profundizar en la internacionalización. Somos una universidad europea y ultraperiférica. Es una universidad de ciencia e innovación, que capta dinero. Y una universidad de calidad, porque somos referentes en ello. En nuestro proyecto están las personas, el PDI, el PAS, el estudiantado, y hay cosas que consolidar desde los vicerrectorados porque esta nueva etapa va a dejar muchas inequidades».

Serra replica a Robaina que el modelo de universidad se refleja en el plan estratégico institucional, y que él prorrogó el del anterior rector dos años, hasta 2020 por lo que lo «asumió». Dicho plan «no contenía objetivos como los programas de emprendiduría». Y sin este plan «es muy difícil ir a negociar un contrato programa». Robaina contesta que los planes estratégicos están «desfasados» con respecto al mandato en el Rectorado, por eso lo prorrogó, para que ahora, el nuevo equipo, haga el suyo. «¡Y menos mal que lo hicimos! Porque las circunstancias (por el virus) han cambiado muchísimo». El poder contar con un plan nuevo brinda la oportunidad de coordinarlo con las políticas europeas, añade. Con respecto a la «desilusión», dice Robaina, «es un (tema) clásico en todas las campañas de la ULPGC». Sin embargo, «si no hubiera ilusión y cariño» en la ULPGC no se hubiera podido sacar adelante la enseñanza durante la pandemia, «y se hizo», abunda.

Ambos coinciden en el peligro que supone estigmatizar al alumnado de esta generación por la pandemia. «Tenemos estudiantes, en Ciencias Jurídicas por ejemplo, que no han pisado la facultad», lamenta Serra, que cree que esta situación va a aumentar la tasa de abandono. «Es una generación que ha sufrido una situación que ha repercutido en cómo se acercan a la universidad», apunta Robaina. Para remediarlo los dos apuestan por una mayor formación en digitalización, salvar la brecha digital y recuperar la presencialidad cuanto antes.

Reducir la temporalidad y rejuvenecer la plantilla docente es una prioridad de las universidades. «La ULPGC cometió un error», reconoce Robaina, con la figura del profesorado asociado. «Es gente joven a la que hay que darle esperanza», señala, y por eso cree que con las 500 plazas que convocará la ULPGC en los próximos años «va a haber un hueco para todos».

Serra destaca el valor del vicerrectorado de profesorado, que dirigirá Cecilia Dorado, de quien destaca su talante dialogante. «No podemos permitir que haya titulaciones el 76% sean asociados», afirma, y cuestiona la política de su oponente en este sentido. Robaina le replica que en este vicerrectorado hace falta experiencia pues ya urge hacer la planificación docente del próximo curso.

«Le pediría un plan de financiación plurianual que permita coordinarlo con el plan estratégico. No solo es la financiación de la estructura, es también la investigación», dice Robaina. Serra también apuesta por un contrato programa con el Gobierno y «un incremento progresivo de tasas en base nivel de renta. «A la universidad accede población con un nivel de renta superior a la media canaria, al máster más, y más al doctorado». Robaina replica que ya existió una bonificación de las tasas, «pero no dieron los números. La ULPGC ya va a límite de su presupuesto».

Serra reconoce que la ULPGC, en comparación con otras universidades similares, cuenta con un 10% menos de presupuesto. «Hay otras comunidades con un esfuerzo superior. Pero, como institución podemos contribuir a la captación de recursos. No tenemos que estar siempre pidiendo, sino ser partícipes. En las universidades catalanas por cada euro que invierte la comunidad se producen 5 euros de beneficio social. Esto en las universidades canarias no sucede porque no existe el mecanismo de revertir a la sociedad».

Robaina cree que la comunidad autónoma es más generosa con la Universidad de La Laguna, que tiene 200 docentes más. «Necesitamos la financiación de los costes de la universidad. Está tipificado y evaluado y el Gobierno tiene también en sus manos un contrato programa para exigir resultados y añadir sus propias estrategias». A su juicio, es necesario que igualar ambas para que el valor de las estructuras de ambas universidades sea igual, e insiste en que lograr un nuevo modelo económico requiere de la investigación. «El Gobierno de Canarias no ha desarrollado un documento estratégico de la educación superior, y esto trae fricciones».

Las relaciones con La Laguna también salieron en el debate. Serra cree importante «el diálogo con La Laguna, yo lo voy a propiciar en la primera semana de mi mandato. Las dos universidades tienen que ir juntas. No podemos jugar al pleito insular con el tema educativo». Robaina le recuerda que las universidades canarias «colaboran», pero también «compiten». Ya ofrecen programas conjuntos y doctorados, pero ahora La Laguna «en mitad de nuestra campaña» ha anunciado que ofertará Ciencias de la Actividad Física y Deporte, dice Robaina. «Eso tampoco puede ser», lamenta Serra. Ambos coinciden, y es uno de los pocos acuerdos, en que no es el momento de que la universidad tinerfeña apruebe esta titulación, máxime, dice Serra «porque tenemos una de las mejores facultades de la actividad física de España en la ULPGC, generando investigación y conocimiento, son auténticos referentes». Robaina considera que lo que necesita Canarias no es duplicar el grado sino conceder a la ULPGC el centro que ha pedido para esta facultad. «Coincido con la inoportunidad», abunda Serra.

Para la ULPGC la «generación de conocimiento es fundamental», sin embargo, señala Robaina, en general «nadie ve las aplicaciones hasta que aparece algo que demuestra para qué sirve. Es la historia de la ciencia», y recuerda que cuando se descubrió la resonancia magnética «nadie veía la aplicación». Es «una injusticia» con la «ciencia básica», pero es una investigación que redunda con «transferencia en términos de patentes». Aún así, reconoce, «no lo hemos sabido explicar o no hemos interesado a la población». Y quizás desde la perspectiva de los poderes gubernamentales «la percepción que se tiene es de total indolencia» e incluso en algún momento «no hubo financiación». «Necesitamos mejor soporte para que eso se convierta en economía, creo que el reglamento de empresas tecnológicas puede propiciarlo y con los fondos europeos vamos a ser un actor importante».

Otra coincidencia. Serra destaca que en la ULPGC hay «líneas punteras a nivel mundial que son muy desconocidas por parte de la población y los gobiernos». Pero critica a Robaina porque hay grupos de investigación, dice, «que se han quedado atrás. Tenemos que rescatar esos grupos y potenciar el inicio de la carrera docente. Facilitar la transferencia y reconocer los sexenios desde el minuto uno. Tuvo que aparecer una carta en un periódico para que se reconocieran. Y hay que difundir la investigación por cauces adecuados». En su candidatura investigación la va a llevar Marisol Izquierdo, «la mujer con mayor curriculum de Canarias». Robaina replica que la ULPGC ya ha rescatado proyectos que se habían quedado sin financiación, y matiza que para pagar los sexenios hay que contar con el dinero y el permiso del Gobierno. También añade que «no es lo mismo investigar que gestionar la investigación».

Serra pide el voto para su propuesta, un proyecto que pretende que la ULPGC «recupere la proyección social y constituya un motor para el desarrollo económico y social en Canarias». También quiere una universidad «más joven, inclusiva, democrática, libre, proyectada al futuro, igualitaria y con sueños» de la que sentir «orgullo».

Robaina defiende su opción como «realista y experimentada para capear lo que se nos venga social, económica y académicamente encima. Alineada con los nuevos tiempos, con la sostenibilidad, la digitalización, la igualdad, la formación para empleo» y para «cambiar hacia una economía del conocimiento, que es lo que necesita nuestra tierra».