El barrio de Tafira, en las inmediaciones del campus universitario, fue el tercer lugar de España donde más llovió este domingo. En solo veinticuatro horas, esta parte de la ciudad recibió 110,6 litros por cada metro cuadrado. Aunque no fue un episodio intenso, la continuidad de las lluvias enviadas por la tormenta Hermine convirtió la jornada dominical como la más lluviosa desde febrero de 1989.
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En otros puntos de la ciudad, los registros no fueron mucho menores. De acuerdo a las cifras de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la plaza de La Feria recogió 106,2 litros por metro cuadrado; y el barrio marinero de San Cristóbal, 93,3 litros.
Con estos datos, y comparándolos con los que aporta el doctor en Geografía de la ULPGC Pablo Máyer, en su obra Lluvias e inundaciones en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (1869-1999), podemos situar a Hermine como el origen de las cuartas precipitaciones más copiosas de la historia urbana, solo superadas por los 117,5 litros en los episodios de enero de 1910 y febrero de 1989; y, sobre todo, por los 138,5 litros de noviembre de 1954.
El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, detalló que en toda la ciudad se contabilizaron 294 servicios, muchos relacionados con cortes eléctricos que afectaron a vecinos de zonas como Tomás Morales, pero también a semáforos y farolas. Desde el Ayuntamiento se informa que se trató de incidencias leves, como caída de cascotes e inundaciones.
Los servicios se distribuyeron del siguiente modo: 113 tuvieron que ver con inundaciones; 52 se produjeron por afecciones al alumbrado; otros 47 tuvieron su origen en el alcantarillado; hubo caída de cascotes o afección de algún tipo en 45 edificios; otras 17 incidencias se produjeron con los árboles; ocho con semáforos; y siete con carreteras.
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De estos servicios, al menos medio centenar lo desarrollaron los bomberos, que ayer no tuvieron inconveniente en responder a las llamadas de refuerzo hechas desde la jefatura del servicio para atender las inclemencias del tiempo. «No hemos parado», explicaron las fuentes consultadas por este periódico, «se han producido inundaciones por toda la ciudad, en especial en la parte baja».
La compañía mixta de Aguas, Emalsa, también informó de la realización de cerca de doscientas intervenciones con nueve vehículos, nueve brigadas y atención telefónica.
De la importancia que tuvo el volumen de la precipitación da fe también que el barrio de Tafira solo fuera superado este domingo por Teror (113,4 litros) y El PInar (111,8) a nivel nacional en cuanto a la cantidad recogida en veinticuatro horas. Y la plaza de La Feria ocupó el sexto lugar del país en cuanto a lluvia acumulada.
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Esto hizo que, pese al carácter tranquilo de las lluvias, se desbordara la capacidad de recogida de la red de pluviales, lo que provocó que se sucedieran las inundaciones, en especial en la zona baja de la ciudad, hasta donde llegaban auténticas barranqueras desde los puntos altos.
Así vías como Paseo de Chil tuvieron que ser cortadas al tráfico por la cantidad de agua que le llegaba con arrastre de piedras. También se prohibió el acceso al Confital por el mismo motivo. Lo mismo pasó con la carretera GC-310 (que va al Dragonal) a la altura del Jardín Canario, donde la rotura de una alcantarilla provocó el hundimiento parcial del asfalto.
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De este destino no se libraron tampoco las grandes vías de comunicación, como el acceso desde la GC-1 a los túneles de San José, que se mantuvieron cerrados durante horas por la acumulación de agua; los túneles de Julio Luengo, cuya salida hacia Alcaravaneras quedó anegada durante unas horas antes de recobrar la normalidad; o el semitúnel de Bravo y Murillo.
Por la tarde, todas las vías habían sido ya abiertas al tráfico salvo el acceso de tierra del Confital, por motivos de seguridad; y el carril izquierdo de la GC-1, en sentido a Las Palmas de Gran Canaria, a la altura de Hoya de La Plata.
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Ni siquiera la obra nueva soportó el volumen de agua descargado: en Cañada Honda y en Reina Mercedes la barranquera recordó épocas pasadas; y en Guanarteme, la canalización del barranco tampoco resultó suficiente para evitar que la riada llegara a las viviendas de la calle Castillejos.
La ciudad sufrió inundaciones de diversa consideración. En calles como Portugal o Churruca, la acumulación era tal que casi tapaba las ruedas de los coches y dejaban sumergidas las aceras. Y sin llegar a tanto, también hubo embalses de cierta importancia y riadas en el entorno de la rotonda de Belén María, en la plaza del Pilar, en Arenales, Siete Palmas, Coperfham, Mesa y López, calles del Batán o el entorno de los centros comerciales Alisios y La Ballena.
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Los barrancos recuperaron la memoria y volvieron a transportar cantidades ingentes de lluvia. El más espectacular fue el de La Ballena, que volvió a horadar hasta casi dos metros de arena en la zona de La Cícer, en la desembocadura de Las Canteras. La escorrentía arrastró aquí numerosos residuos, desde un carro de la compra hasta restos vegetales. En este punto, a primera hora del día, un hombre casi es arrastrado cuando trataba de cruzar la barranquera.
También en Tamaraceite corrió el barranco, aquí de una forma más tranquila. Los vecinos aseguran que el cauce no se llenaba de esta manera desde hace más de una década. Y lo mismo sucedió en el Guiniguada, sobre todo a la altura del Pambaso.
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Las escaleras de muchos barrios, en especial en los riscos, se convirtieron también en cascadas.
En cuanto a las alcantarillas, se produjeron incidentes en La Paterna, Escaleritas, Paseo de Chil y León y Castillo.
Y pese a que no hubo viento, se registraron caídas de árboles en Mesa y López (un ficus y una palmera), en la zona del Pilar, en San Bernardo y en la Vega de San José.
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Afortunadamente no se registraron desgracias personales y el dispositivo de emergencia habilitado por el Ayuntamiento en el polideportivo Jesús Telo, en La Isleta, albergó a 57 personas sin techo. Este centro también sufrió la rotura de una tubería que, sin embargo, no afectó al servicio de alojamiento y comida que se ofreció a los sinhogar.
Pese a estas cifras, el alcalde de la ciudad, Augusto Hidalgo, aseguró que el dispositivo de cuatrocientos efectivos que se activó entre Policía Local, Bomberos, Protección Civil, Limpieza y Emalsa permitió ir recuperando la normalidad poco a poco. A ello contribuyó «el civismo de la ciudadanía, que al no salir a la calle facilitaron nuestro trabajo».
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La vuelta a la normalidad no se confirmará, en todo caso, hasta este lunes ya que los expertos advirtieron de la posibilidad de que en la noche de este domingo pueda haber algún episodio de inestabilidad potente que se traduzca en lluvias intensas.
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