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Lourdes Bermejo
Miércoles, 13 de diciembre 2017, 20:40
Cuando el ilustrador, diseñador gráfico y cortometrajista (En el banco, premio Lánzate a rodar 2015) Íñigo Franco conoció a la hija de su actual pareja, la pequeña tenía cinco años y era una niña adorable (N.A.). Años después y con la experiencia que da la convivencia con madre e hija, N.A. ha pasado a ser A.R. (adolescente repelente), aunque su trayectoria ha inspirado tanto a su padrastro que la ha hecho protagonista de su primer cómic en papel, No con tu hija, editado por Dolmen. «No le ha sentado muy bien que airee asuntos familiares, pero, como es súper presumida, creo que al final va a llevar a gala el libro porque es una historia muy bonita», dice Íñigo. La edición, en tapa dura, cuenta con 176 páginas y unas 700 ilustraciones a todo color, realizadas originalmente en acuarela. Cada ejemplar, que se distribuirá en la península e incluso cruzará el charco a las librerías sudamericanas, tiene un precio de 24,90 euros. Esta jueves a las 20.00 horas, el autor presentará la edición en la escuela de arte Pancho Lasso, en formato «estilo rueda de prensa», donde el público preguntará sus curiosidades sobre la obra.
Aunque Íñigo estaba dispuesto a embarcarse en la autoedición, fundando su propia firma editorial «porque quería publicar este proyecto», tocó en la puerta de varias editoriales, «que me contestaron negativamente, incluso alguna confesó que el coste de la producción era excesivo para un desconocido como yo». De repente, Dolmen le contactó, por segunda vez, ya que el primer mail fue erróneo. Los duendes de la tecnología.
N.A-A.R ha dado grandes momentos a la familia que forman su madre y su pareja, Íñigo Franco. «Probablemente muchos lectores que hayan conformado estos núcleos familiares se sentirán muy identificados con los episodios verídicos que se abordan en el cómic y que nos tenían todo el día diciendo esto es para escribir un libro. Pues bien, yo lo hice», cuenta Íñigo. Una de las anécdotas tiene que ver con la educación no religiosa que la madre de N.A. quería para ella. «Eran pocos los alumnos que elegían la asignatura alternativa y ella iba con un niño musulmán y otro de familia atea. Mamá, ¿nosotros no tenemos dios o tenemos otro? preguntaba. Un día, repitiendo con desidia la tabla de multiplicar, se trabó en el 5x8. Dios, si de verdad existes y mi madre está equivocada, dime cuánto es 5x8, preguntó, sin respuesta», recuerda Franco.
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