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efe/Ana Santana
Santa Cruz de Tenerife
Viernes, 14 de agosto 2020, 11:17
Tanausú fue el último de los jefes palmeros en oponer resistencia a la campaña de conquista de La Palma dirigida por el adelantado castellano Alonso Fernández de Lugo en 1493, explica en una entrevista Antonio M. López, promotor del Proyecto Tarha de divulgación de la historia antigua de Canarias.
Fortificados en los riscos de la Caldera de Taburiente –Aceró en lengua indígena–, Tanausú y sus súbditos cayeron en manos de los invasores al romper Fernández de Lugo su palabra de celebrar un parlamento con el caudillo palmero para negociar los términos de una rendición pactada.
Y sobre este episodio histórico Antonio M. López remite a la narración de fray Juan de Abreu Galindo sobre estos hechos en su «Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria», cuando afirma que Alonso Fernández de Lugo quiso enviar algunos indígenas que había apresado a los Reyes Católicos, entre ellos Tanausú, que al verse cautivo «con el coraje enfermó y se dejó morir sin comer cosa ninguna, cosa muy común y ordinaria en los palmeros»
¿De dónde surge la idea de que Tanausú pronunció la ominosa expresión?. La clave la da el propio Abreu Galindo previamente en la misma obra, cuando relata que los palmeros, cuando estaban enfermos, decían a sus parientes «Vacaguare («quiérome morir)».
«Luego le llenaban un vaso de leche y lo metían en una cueva, donde quería morir, y le hacían una cama de pellejos, donde se echaba; y le ponían a la cabecera el gánigo de la leche, y cerraban la entrada de la cueva, donde lo dejaban morir», según indica Abreu Galindo en el texto citado por Proyecto Tarha.
Como puede comprobarse, prosigue López, la expresión hace exclusiva referencia al deseo de afrontar voluntariamente la propia muerte con ocasión de enfermedad o, más probablemente, los achaques de la edad avanzada.
La interpretación de Abreu Galindo es «etnocéntrica» y renuncia a profundizar en las bases culturales que daban fundamento al rito, pues se limita a emitir una justificación «un tanto superficial: la presunta pusilanimidad o tristeza de los palmeros ante las enfermedades, contrapuesta implícitamente a la preceptiva resignación con la que se obligaba la Europa cristiana contemporánea al texto a encarar la falta de salud corporal».
A juicio de Antonio M. López, la identificación de esta expresión con Tanausú apunta al periodista, escritor y profesor palmero Antonio Rodríguez López (1836-1901), autor de varios relatos de ficción histórica, y que en su breve narración Vacaguaré inserta el siguiente pasaje: «Tanausú fue hecho prisionero, y pronunciando la terrible frase: ¡Vacaguaré!, selló su labio y bajó sus ojos».
El título de esta obra fue adoptado después por el político y también periodista tinerfeño Secundino Delgado (1867-1912), padre del independentismo canario, en su autobiografía «¡Vacaguaré…!», publicada en México en 1904.
A partir de este hito, el vínculo entre la fórmula ritual y el último guerrero de Benahoare (nombre indígena de La Palma) echaría raíces en la cultura popular de las islas, apostilla el promotor del Proyecto Tarha.
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