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Los únicos datos públicos sobre los terremotos que sacuden La Palma son los que ofrece el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Pese a que algunos acusen al organismo de ocultar o maquillar la información sísmica, su nivel de transparencia es tal que difunde sin ningún tipo de filtros las mediciones provisionales de los terremotos. Tanto es así que, muchas veces, estos cálculos divulgados de forma automática y precipitada inducen a la confusión.
Es lo que pasó en la noche del lunes cuando la web del IGN dio cuenta durante unos minutos de un seísmo de magnitud 4,6 sentido con intensidad VI-VII, es decir, el primer terremoto dañino registrado en La Palma. Sin embargo, este temblor, notado de forma moderada por gran parte de la población, fue de una intensidad máxima de IV. ¿Qué ocurrió?
La intensidad se obtiene a través de los formularios enviados por quienes sienten un temblor a través de la aplicación o la web del IGN. «Si alguien no lo rellena correctamente, puede que la intensidad crezca de forma puntual, pero mucha gente lo cumplimenta y luego se hace un promedio de lo que dicen sobre cómo se ha sentido un terremoto en una zona concreta», explica el sismólogo del IGN, Itahiza Domínguez.
Este dato subjetivo se depura de forma manual. «La sensación depende de muchos factores; de si estás en el exterior o en el interior, el tipo de edificio en que estás o en qué piso», apunta.
Para ver el dato de la intensidad, basta dar media hora de margen para recibir un volumen representativo de formularios y que el sistema automático lo publique. Pasadas unas horas, el resultado se revisa manualmente.
Algo similar ocurre con el dato de la magnitud, que mide la energía liberada por un sismo. En este caso, solo un minuto después del temblor, los doce sismógrafos operativos en La Palma indican la magnitud de forma automática. «Debido a que esas estaciones están muy cerca del terremoto y al efecto en el suelo de la propia erupción, la magnitud que suelen dar es un poco más alta», indica Domínguez. Este dato se revisa de forma manual cotejándolo con los registrados en algunas de las 40 estaciones sísmicas del resto de las islas, sobre todo en las de La Gomera, Tenerife y El Hierro. «Aún así, una magnitud es una estimación. La real se llama 'magnitud momento' y se necesita afinar mucho. Solo se puede calcular en terremotos grandes», advierte el científico que recomienda fijarse en la evolución de los sismos más que en las magnitudes puntuales.
En todo caso, el dato suele tardar en revisarse unos 10 minutos. «Si los terremotos se acumulan, el operador no da abasto. Es mucho trabajo y se revisan antes los mayores», explica.
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