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Cuando Pedro Galván, un experimentado patrón de barco, escuchó el primer resoplido, le extrañó. En sus veinte años de navegación había visto orcas, pero nunca tan cerca, ni menos que lo empezaran a rodear. Traía el velero de un amigo a Canarias, un barco de ocho metros que se vio cercado por cinco orcas de entre cuatro y siete metros.
Primero intentó alejarlas para evitar el choque. Usó las linternas y la bocina de aire, pero los animales no se inmutaban. «Llevo la caña del timón a mano y noto que estaban haciendo presión sobre el timón, así que decido recoger velas, para el motor y dejar el barco a la deriva», explica Galván. En ese momento, una de las orcas saca la cabeza y mira hacia el marino, como instándole a que volviera a navegar para perseguir al barco.
«Si no llego a pararme, hubieran podido partir el timón y dejar el barco a la deriva», prosigue Pedro Galván, «se sentía cómo empujaban el timón hacia un lado, para que el velero girara y se parase». Pero no pasó nada más. La parada del barco, que se encontraba a unas 250 millas de Lanzarote, hizo que las orcas perdieran interés y se alejaran, tras casi una hora de 'juego' con el velero.
Esta interacción tan especial con orcas es la primera que se documenta al sur del Estrecho de Gibraltar, según explicó el biólogo Alfredo López, miembro de la Coordinadora para el Estudio de Mamíferos Marinos (Cemma) e integrante del grupo internacional sobre orcas del Atlántico, que está estudiando estos comportamientos. En los últimos meses, estos expertos han registrado 44 interacciones similares desde Galicia a Gibraltar. De ellas, solo en un 14% de los episodios, el resultado fue de daño incompatible con la navegación.
Los especialistas barajan dos posibles hipótesis para explicar una conducta inédita en otras partes del mundo. Por un lado, «que sea un comportamiento autoinducido por parte de las orcas»; y, por otro lado, que sea una respuesta a un «encuentro agresivo con embarcaciones, pero no podemos determinarlo». Alfredo López aclara que «no existe una intención de dañar el barco porque cuando se detiene, las orcas pierden el interés».
Tampoco puede descartarse que los cetáceos que protagonizaron el incidente de Canarias fuera el mismo que ha despertado el interés de los científicos.
Vidal Martín, de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (Secac), asegura que, aunque se sabe poco de las orcas en Canarias, puede haber poblaciones ligadas a las islas macaronésicas, ya que se ha identificado a un mismo individuo en Lanzarote y El Hierro con varios años de diferencia.
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