La llegada de cayucos no cesa en la isla de El Hierro. En la imagen, uno con 100 personas que llegó el pasado jueves.Juan Carlos Alonso
El Hierro, el faro de los cayucos de Senegal
Crisis migratoria ·
La pequeña isla de El Hierro se ha convertido en el destino de quienes salen de la costa de Senegal. Es, sin embargo, la que tiene menor capacidad para atender a los inmigrantes. Con 10.000 habitantes, ha llegado a recibir en un día a 700 personas; más de 6.000 en lo que llevamos de año
La pequeña isla de El Hierro, que fue la gran protagonista de la emigración canaria en los años 50 del siglo pasado, cuando sus jóvenes marchaban en barcos de pesca que no reunían condiciones y hacinados hacia Venezuela buscando un futuro mejor, se ha convertido hoy, siete décadas después, en el principal puerto de destino de los cayucos que salen desde la costa africana -Senegal fundamentalmente- hacia las Islas Canarias.
Paradojas de la vida, hoy muchos descendientes de aquellos que marcharon con lo puesto a otro continente buscando un futuro y sufrieron la dureza del viaje y las dificultades para emprender una nueva vida en un país extranjero, son los que reciben y atienden en el muelle de La Restinga (El Pinar) a los inmigrantes africanos que llegan sin cesar, a una media diaria en las últimas dos semanas de 400 personas.
Guardias civiles, personal portuario, voluntarios de Cruz Roja… Muchos de ellos reconocen ese pasado emigrante en su familia, que les llena de orgullo y les ayuda a empatizar con el que viene. «Nosotros también emigramos cuando aquí no había nada que comer, ni siquiera luz eléctrica. Ahora son ellos y hay que ayudarles», asegura Jorge, el barrendero de La Restinga e hijo de padre herreño y madre vasca. Ambos se conocieron en Venezuela y hace unos años decidieron regresar a El Hierro. En el mismo sentido se declara un agente de la Guardia Civil de El Hierro y nieto de emigrantes a Venezuela mientras se espera en el muelle la entrada de un nuevo cayuco. «Hay que ayudarlos pero hay que hacerlo bien porque el problema si no se integran y no tienen trabajo es que acaban delinquiendo», señala.
La llegada de nuevos cayucos a la isla se vive con tristeza pero también con esperanza. «Si no llegaran hasta aquí seguiríamos sumando muertos y no queremos», indica uno de los voluntarios. Y es que El Hierro, considerado hasta la conquista de América el Finisterre occidental y el lugar del fin del mundo, es el último trozo de tierra que hay ante el vasto mar que conduce hacia América. Aquellos cayucos que se desvían o se pierden van derechos a una muerte segura, empujados por las corrientes que llevaron a Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, hacia El Caribe. Solo el milagro de un buque cercano puede avistarlos aunque quizás demasiado tarde. Ya ha sucedido en el pasado. En junio de 2021 aparecieron en El Caribe 15 cadáveres en un cayuco que se había perdido en el intento de llegar a Canarias. «Si no llegaran estaríamos sumando muertos».
En los últimos días familiares de inmigrantes han reportado información a distintas ONG de varios cayucos que se sabe que partieron de la costa africana pero de los que se desconoce su destino. «Sabemos los que llegan pero no tenemos constancia de los que salen y se hunden o se pierden en el mar», indica uno de los voluntarios que trabaja a pie de muelle en La Restinga. La ONG Caminando Fronteras tiene contabilizados 800 muertos en la ruta canaria de la inmigración en el primer semestre pero estas cifras son superiores porque de muchos no hay constancia.
Tres o cuatro días de travesía
«Estos llegaron, al menos no murieron en la travesía», reflexiona con lágrimas en los ojos una mujer venezolana residente en El Hierro desde hace cinco años y que tuvo que salir de su país junto a su marido -emigrante canario retornado- debido a la situación en Venezuela. «Cuando ves esto los sentimientos salen», apunta mientras observa la escena del desembarco de un nuevo cayuco en el muelle de La Restinga, donde la llegada de embarcaciones de cayucos no cesa. Afortunadamente en esta nueva oleada los inmigrantes llegan en su mayoría en buen estado de salud. Algunos sufren deshidratación, llagas tras horas de hacinamiento en la embarcación y quemaduras del sol pero no se están registrando muertos.
Uno de los marineros de Salvamento Marítimo en La Restinga explica que, aunque muchos creen que la razón está en que «tiran por la borda a los que mueren en la travesía», la realidad es que los cayucos son cada vez mejores y viajan a mayor velocidad, lo que acorta el tiempo del viaje. «En línea recta hay unas 800 millas con Senegal. Los cayucos viajan a una velocidad de 7 nudos la hora, con lo que hacen más de 180 millas cada jornada. En tres o cuatro días están aquí», explica este marinero al que le tocó en 2020 intervenir en un cayuco que traía 20 cadáveres, entre ellos varios niños. «Si tienen que llegar que lleguen vivos», indica. La ruta herreña es la más rápida y en la que hay menos controles de las patrulleras españoles y marroquíes, explica.
Son los que van en la proa de la barca los que llegan en peor estado. Es donde salpica el agua del mar y se mueve más la barcaza. Estos son los que pagan más barato el billete, que puede llegar a costar más de 2.000 euros. «En la popa, en la parte de atrás, van los que más pagan y los patrones. Allí están los motores, aunque siempre, cuando llegamos a un rescate no hay nadie sentado o ponen a un menor para que dirija la embarcación a muelle y así no ser acusados de tráfico de personas», indica.
En las barcas, que tienen más de un metro de altura, los inmigrantes van sentados como en dos alturas. En la parte de abajo los que menos pagaron. Van totalmente hacinados, así que muchos cuando llegan apenas pueden caminar. En la superior, los que llegan en mejor estado y habitualmente cantando cuando los rescatan y entran a muelle. Celebran que han llegado vivos. Lo han conseguido.
Cuando desembarcan, en el fondo de los cayucos quedan todas sus pertenencias: mochilas, cholas, restos de comida, las cocinillas donde calientan la comida, las garrafas de combustible y agua, ropa y desprenden un hedor insoportable. Son los testigos mudos de un viaje dramático. Fuentes de Salvamento Marítimo indican que todo lo que traen se queda en el cayuco porque les piden que desembarquen sin nada. «Algunos baja con algo pero normalmente, no», indica este marinero.
Sí bajan a tierra con sus móviles. Todos vienen con uno y los hay que portan hasta tres teléfonos. «Es por el tema de la localización, por si pierden poder tener forma de comunicarse», indica. La mayoría de ellos, cuando llegan una de las primeras cosas que hacen, además de agradecer a quienes los reciben en tierra, es llamar a sus familiares para decirles que están bien y que han logrado la proeza de llegar con vida.
En El Hierro se acumulan a fecha de hoy casi 20 embarcaciones que son fumigadas y después desguazadas. Puertos Canarios se encarga poco a poco, con un coste de casi 2.000 euros por barca. Los pescadores de La Cofradía de La Restinga, unas 40 personas, se quejan de que los cayucos están ocupando espacio en el muelle y que les resta capacidad para su actividad y para las escuelas de buceo. El alcalde de El Pinar, Juan Miguel Padrón, indicó a CANARIAS7 que se están buscando las fórmulas para eliminar todos los restos que quedan en los cayucos y desguazarlos cuanto antes pero todo forma parte de un proceso. Como explica, en primer lugar hay que vaciarlas y después hay que fumigarlas por si tienen algún bicho y pueden suponer la entrada de una plaga. Además para el desguace hay que separar la madera de la fibra que recubre estas embarcaciones, que a veces cuando llegan a puerto ya tienen una pequeña vía de agua. Estas son las primeras sobre las que se trabaja y se destruyen para evitar que se hundan en el puerto.
En lo que llevamos de año han llegado a Canarias más unas 22.000 personas y las previsiones apuntan a que en lo que queda de 2023 podrían llegar en torno a 10.000 más. De cumplirse las previsiones que manejan los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y realizadas en función del elevado número de jóvenes africanos que esperan en las costas de Senegal para coger un cayuco, este año podría terminar por encima de las 31.000 llegadas. La cifra está próxima a las 31.678 que se registraron en 2006, cuando se produjo la 'crisis de los cayucos' y Canarias alcanzó sus cifras récord.
Más medios para atenderlos
«Hasta ayer El Hierro encabezaba las llegadas al archipiélago, con más de 6.000 inmigrantes. Especialmente intenso ha sido el mes de octubre, cuando han arribado en doce días a esta pequeña isla más de 3.200 personas, con una población de 10.000 habitantes y una superficie de 268 kilómetros cuadrados.
El presidente del Cabildo de El Hierro, el socialista Alpidio Armas, apunta que en la isla no se ha producido un estallido social gracias a la rapidez con la que el Gobierno de España ha realizado las derivaciones de los inmigrantes a otras islas. En un plazo de 24 a 48 horas han salido desde esta isla a centros de Gran Canaria y Tenerife en barcos fletados o de línea regular los inmigrantes, de forma que siempre hay plazas libres en El Hierro para las nuevas llegadas. En la isla del Meridiano se ha habilitado un viejo polideportivo como centro de acogida que cuenta con 250 plazas en carpas en su interior. Hace unos días se habilitó el antiguo monasterio de La Frontera, con otras 250 plazas. En total, 500 para adultos.
Ya una vez en Tenerife y Gran Canaria, los inmigrantes están un mes en centros de acogida y después son trasladados a la península. Esta operativa se realiza con los inmigrantes que están en todas las islas en base al Plan Canarias que el Ministerio de Migraciones puso en marcha en el año 2021 y con el que se pretende que en el archipiélago no haya más de 3.500-4.000 personas en sus centros. Se trata de evitar lo que ocurrió en el año 2020, cuando la covid impedía los desplazamientos y las islas se vieron colapsadas. Fue entonces cuando Arguineguín (Gran Canaria) se convirtió en el 'muelle de la vergüenza', con más de 2.000 personas hacinadas en su puerto. Una vez en península, los inmigrantes permanecen un mes en los centros de acogida y después, si no están en situación de vulnerabilidad, salen a la calle en situación irregular. Las ONG y la Iglesia demanda soluciones para evitar esta situación que deja sin apoyo y en situación vulnerable a miles de inmigrantes.
Tensión en los servicios sanitarios y sociales
Pese a esta celeridad en los traslados desde El Hierro a otras islas, las llegadas masivas de las últimas semanas han tensionado los servicios sanitarios herreños. En el centro de salud del Pinar, municipio al que pertenece el muelle de Las Restinga, solo hay una ambulancia, un médico y una enfermera, con lo que cada vez que llegaba un cayuco los vecinos sufrían un «vacío sanitario». Si alguien sufría un incidente tenía que bajar al muelle para ser atendido, a 20 kilómetros, o ir hasta el hospital, que está a 35 kilómetros.
Gracias a las gestiones realizadas por el alcalde de El Pinar, Juan Miguel Padrón, y el presidente del Cabildo, el Gobierno de Canarias ha contratado para la atención a los inmigrantes a dos médicos y dos enfermeras y está previsto que en las próximas semanas se sumen cuatro profesionales más. Sin embargo, los problemas siguen existiendo, ya que por ejemplo el hospital solo tiene 25 camas de ingreso. «El problema es que llegan a la isla que tiene menos recursos y menos capacidad de atenderlos», apunta Armas.
El Estado trasladó la semana pasada a nueve agentes de la Policía Nacional fijos el Hierro para atender a los inmigrantes (antes no había y cuando era necesario cruzaban en barco o avión desde Tenerife) y ha reforzado a la Guardia Civil, con unas 15 personas más, hasta llegar a las 50.
Sin embargo, la cifra continúa siendo insuficiente para atender la llegada incesante de cayucos y que ha elevado hasta casi 700 las personas llegadas en un día. Sin ir más lejos el pasado jueves, 12 de octubre y día de la Patrona de la Benemérita, en El Hierro no se celebró ningún acto porque la Guardia Civil no tenía capacidad. «Da igual lo que diga el ministro, Fernando Grande-Marlaska, hay que mandar más medios a El Hierro. La Guardia Civil al igual que los de Salvamento Marítimo no pueden trabajar 24 horas los 7 días a la semana», indica Armas.
Para Armas, son los menores inmigrantes no acompañados y que tutela el Gobierno de Canarias su principal preocupación. Ha llegado a haber hasta 400 aunque esta semana y, ante las reclamaciones de Armas, el Ejecutivo regional los ha reducido a 169. Esta cifra ha vuelto a aumentar con las últimas llegadas. Los menores inmigrantes se alojan en el centro de estudiantes de Valverde, con capacidad para 80 personas, y otros recursos que ha habilitado el Ejecutivo regional como una antigua guardería, que, según Armas, «no reúnen condiciones». Como apunta, no se trata solo de darles comida y alojamiento. Hay que integrarlos y lograr que tengan un futuro y El Hierro no es el lugar. Solo tiene un centro de la ESO y tiene 300 alumnos.
Un menor recién llegado: «Me fuí de Senegal porque mi país es una dictadura»
Los más de 200 menores inmigrantes que viven en la isla de El Hierro y que son subsaharianos en su totalidad aseguran que se marcharon de su país ante la falta de oportunidades. Este medio tuvo ocasión de hablar con dos de ellos y uno fue muy contundente: «Quiero dejar claro que me fui de Senegal porque mi país es una dictadura», indicó uno de ellos, que se aloja en el municipio de La Frontera. Otro de los chicos, de 15 años y que se aloja en la residencia de estudiantes de Valverde, afirma que se marchó de su país «porque allí no hay futuro». «Hay muy pocas posibilidades», señala en francés aunque chapurrea el español, que aprendió en Senegal. En el centro de menores, apunta, que les den clase de lunes a viernes, si bien no pueden ir aún al colegio porque no se les han hecho las pruebas óseas para determinar su edad y regularizar su situación. Cuando llegue ese momento se les escolarizará. Este chico llegó en julio a El Hierro y quiere quedarse a vivir en Canarias. Como explica, llegó a esta isla «porque le trajo el mar», ya que no sabía cuando embarcó cuál iba a ser su destino. Los fines de semana los chicos del centro se mueven libremente por la isla, ya que el transporte de guaguas es gratuito, en perfecta sintonía con los herreños, que destacan que son gente «muy tranquila, muy educada y muy agradecida». «Podemos ir a la playa, jugar al fútbol o caminar», señala. Su objetivo es trabajar para poder mandar dinero a su familia y ayudarlos. El presidente del Cabildo de El Hierro pone de relieve la necesidad de integrarlos y escolarizarlos, aunque en la isla es complicada. El único centro de la ESO que hay tiene 300 alumnos, casi el mismo número que menores inmigrantes. En Canarias hay actualmente 3.300 menores no acompañados.
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