Las tres hijas de un indígena, matriarcas sureñas en Gran Canaria
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'El retorno del hidalgo y otras pesquisas genealógicas', de Faneque Hernández y Juan Ramón García, desvela claves del tránsito del mundo prehispánico al castellanoMariana, Lucía y Ana Hernández. Así se llamaban las tres hermanas, hijas de un hidalgo indígena grancanario, Fernán de Canaria, de las que, según una investigación genealógica de Faneque Hernández Bautista y Juan Ramón García Torres, proceden todos los sureños de esta isla que tengan raíces antiguas en la comarca.
Son las llamadas matriarcas de Agüimes, que era como se llamaba el señorío episcopal, es decir, propiedad de la iglesia, que existió como tal desde la conquista hasta el siglo XIX y que entonces abarcaba mucho más territorio que el Agüimes actual. Comprendía desde Telde para abajo hasta la zona de Juan Grande. Fue un feudo concedido al obispo de Canarias, Juan de Frías, y a todos sus sucesores, por su participación en la guerra de conquista de Gran Canaria.
Estas tres mujeres vivieron durante la primera mitad del siglo XVI y en esa etapa el señorío estaba prácticamente despoblado. Cuenta Faneque Hernández que, según el antropólogo Rafael Rodríguez de Castro, en los años 20 del 1500 solo había 13 vecinos, es decir, 13 cabezas de familia.
«Eso quiere decir que 20 años antes la población podría reducirse a cuatro o cinco familias», entre las que estaban las que formaron estas tres mujeres. «No he hecho ninguna genealogía de personas que sean del sur que por una línea o por otra no llegue a las matriarcas», apunta este catedrático de instituto de Geografía e Historia e inspector de Educación ya jubilado.
Esta es una de las revelaciones más curiosas que el lector podrá encontrar en el último libro de Hernández y García, 'El retorno del hidalgo y otras pesquisas genealógicas', editado por Canarias eBook y prologado por Mariano Gambín, escritor y doctor en Historia Moderna.
El papel de este último fue además clave para apuntalar las tesis que los dos autores de esta publicación manejaban sobre el origen y trayectoria vital del personaje que da título a la obra y que entronca con las llamadas matriarcas de Agüimes.
Gambín halló y les aportó a Hernández y a García el documento original del Archivo Real de Simancas en el que se deja constancia del pleito que un noble nativo canario, Fernán de Canaria, vinculado a la familia real indígena, mantuvo con el conquistador Alonso Fernández de Lugo para poder volver a casa, es decir, a su isla de Gran Canaria.
Este hidalgo había formado parte de los ejércitos que, precisamente bajo el mando del Adelantado Fernández de Lugo, tenían licencia para la conquista de La Palma y de Tenerife en los años 90 del siglo XV. Fueron 60 los canarios en aquella expedición militar.
Ni Fernán ni los demás habían ido por gusto, sino por obligación. Como recuerda Faneque Hernández, el pacto de la capitulación de Gran Canaria que firmó el rey Fernando el Católico con Fernando Guanarteme trajo consigo que solo 40 familias indígenas podían quedarse en la tierra, podían seguir viviendo en su isla.
El resto, en alusión a los hombres, tenía que partir, por lo que la mayoría fueron enrolados en los ejércitos para la conquista de las islas que faltaban. Uno de ellos fue Fernán de Canaria, el padre de Mariana, Ana y Lucía, las matriarcas de Agüimes, y también de Catalina, aunque esta última emparentó con un portugués afincado en Telde, Domingo Báez, y se quedó por aquellas tierras vecinas.
Como participó en la conquista de Tenerife y La Palma, a Fernán le otorgaron repartimientos en la tinerfeña Taganana, junto con Juan de las Casas, otro ilustre noble nativo de la familia real canaria establecido en Tenerife. Se quedó allí porque no le dejaban otra opción. «No se les permitía la vuelta por el pacto de capitulación, porque no podía haber más de 40 familias indígenas en la isla».
Pero en un determinado momento Fernán, casado con Catalina Hernández, quiso regresar a Gran Canaria y pleiteó para que le dieran el permiso. «El rey se lo concede y ordena a Alonso Fernández de Lugo que le otorgue 60 días para traerse sus posesiones y familias y venirse a la isla».
Pero al protagonista de esta historia «no le da tiempo en 60 días de traerse los ganados y de poder vender las propiedades que tenía en La Palma y solicita la ampliación del plazo». Todo eso consta en ese documento hallado, pero para entonces ya estaba en Gran Canaria. Corría el año 1503 y se establece en el señorío episcopal.
Fue así, con un hidalgo que vuelve a casa tras ganarle un pleito al Adelantado, como se inicia la repoblación del sureste de Gran Canaria tras la conquista castellana. «Podemos decir, sin temor a equivocarnos», según afirma Faneque Hernández, «que todos los ciudadanos y vecinos de Telde para abajo tenemos como ascendientes, por alguna de las ramas de nuestro árbol, al noble hidalgo Fernán de Canaria y a su esposa Catalina Hernández».
Por ejemplo, cuenta que Lucía Hernández se casó con Bartolomé de Cazorla, «apellido que identifica en estos sures de Gran Canaria a descendencia directa de este noble de la familia real guadartémica». Y Ana Hernández, por su parte, contrajo varios matrimonios. Se casó con Cristóbal Sánchez, otro apellido muy importante en la comarca, con Perucho de Fuenterrabía, un vasco, de ahí el apellido Garro, según explica. Y luego con otro descendiente nativo canario, Salvador Jiménez, que dio lugar a los Jiménez de Temisas, apellido emblemático en el pago de las medianías de Agüimes.
A modo de curiosidad, Faneque Hernández subraya que, a diferencia de lo que pasaba en Tenerife, isla en la que los canarios se mantienen y están orgullosos de decir que son canarios a la hora de hacer sus testamentos o de redactar las dotes para sus hijas, «los que retornan a Gran Canaria parece como si lo hicieran a escondidas, tratan de ocultar que son de la tierra, del país, porque en su día fueron expulsados, desterrados por un edicto real».
Eso explica que, cuando tenían que presentarse ante la Justicia por distintos motivos, no reconocían que eran canarios. «Hemos tenido que indagar con mucha precisión para poder comprobar que efectivamente son los descendientes de Fernán de Canaria». Entre los pocos documentos que halló con esa referencia explícita a su origen está un documento en un libro de bautismos del Archivo Parroquial de Telde en el que este hidalgo ejerce de padrino en esa localidad, en 1503. «Dice Fernando canario y su esposa Catalina», detalla Faneque.
Esta curiosa historia forma parte de la interesante y concienzuda relación de pesquisas que estos dos autores desvelan en el libro, que es el fruto de un minucioso trabajo de investigación de cuatro o cinco años en el que, entre otras cosas, también desmenuzan el origen genealógico de algunos apellidos conocidos de la isla, como Zamora, Portés, Vaca, Alarcón o Del Toro. O, por ejemplo, ratifican la posición de los que defienden que la llamada capitulación de Ansite tuvo lugar en la Fortaleza Grande de Santa Lucía de Tirajana, y no en Amurga.
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