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Los cantos rodados o callaos con los que algunos usuarios 'escriben' su nombre en las dunas de Maspalomas, le plantan un 'te quiero' a su pareja, se fabrican un goro para resguardarse o explotan su particular creatividad artística son testigos geológicos de hasta dónde llegó el mar en otros tiempos remotos de esta costa de la isla. El Cabildo, en el marco del proyecto Masdunas, organizó estos días una actividad de concienciación con un mensaje de fondo: no toque los callaos, son parte de la historia de Gran Canaria.
Esas piedras forman parte de lo que llaman paleobarras, acumulaciones de cantos rodados que son indicativas de anteriores niveles marinos, según Marta Martínez, directora de la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas. Existen diferentes paleobarras en todo el campo dunar que en ortofotos del espacio protegido se proyectan como líneas.
Como apunta Martínez, algunos visitantes de las dunas las usan para construir goros o para escribir su nombre, porque, entre otras cosas, desconocen sus valores naturales y hasta cuánto alteran un ecosistema «tan frágil y singular». Esas paleobarras conforman «parte del patrimonio geológico de Gran Canaria y de esa zona específicamente», porque «dan una idea de cómo era la isla anteriormente». Alterarlas «sería como destruir parte de la historia de la isla».
La recolocación de esas piedras, que se ejecutó durante media hora, se llevó a cabo el 5 de diciembre pasado gracias a una cuadrilla de técnicos de Gesplan con la que colaboró un grupo de personas que participaba en una actividad de las que se organizan para dar a conocer las dunas y que consistió en una ruta corta de senderismo interpretativo por la reserva.
En este caso, se trató de un grupo de 30 personas mayores llegadas desde Agaete, que fueron guiadas por el espacio por una educadora ambiental de Nature Canariensis. De los 30, 20 se animaron a mover las piedras, «porque es una tarea dura físicamente». Su acción bastó para dejar las dunas libres de rocas sueltas y para devolver las piedras a su paleobarra.
«Esta actividad de sensibilización fue muy bien recibida, incluso les pareció divertida y grata», apunta Martínez. «Gracias a esta participación tomaron conciencia del valor natural de las dunas y las personas mostraron su indignación frente a la degradación provocada por el mal comportamiento de algunos visitantes».
No en vano, la construcción de goros, especialmente los que usan materiales de las paleobarras litorales o de vegetación, figura en el Plan Director de la reserva como un uso y actividad prohibida.
«Esta actuación se enmarca dentro de los trabajos que venimos realizando con diferentes proyectos, Masdunas o el Impulsa Maspalomas, para proteger la reserva natural de las dunas», explica Raúl García, consejero insular de Medio Ambiente. «Las paleobarras forman parte del patrimonio geológico de Gran Canaria, porque representan hasta dónde llegaba la marea en diferentes momentos del pasado, por eso lo que buscamos con esta actividad es restaurar esas paleobarras y concienciar a los usuarios de lo que no deben hacer». Insiste. «Conservar este patrimonio es importante porque nos permite conocer el pasado de nuestra isla», advierte el responsable del área en el Cabildo.
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