La basura se amontona en algunos puntos del Metro.Arcadio Suárez
Sur de Gran Canaria
El tiempo pasa y los centros comerciales no se renuevan
Oferta comercial en declive ·
La zona turística vive el arranque de la temporada alta con buena parte de sus centros comerciales ofreciendo una imagen lamentable. Los cambios anunciados no llegan
Vallas que, en la práctica, no impiden el paso, pasadizos sin luz, tiendas cerradas, lunas rotas, basura que se acumula, sintecho que aprovechan la ausencia de clientela para dormir en los portales... Es la imagen que, a día de hoy, siguen ofreciendo algunos centros comerciales de San Bartolomé de Tirajana.
Los empresarios del turismo y la restauración se desesperan. La isla, como todo el archipiélago, vive el arranque de la temporada alta y las promesas de renovación de esos espacios comerciales no llegan, lo que tiene un efecto contagio:desanima a los empresarios alojativos de las zonas próximas a invertir en la renovación de sus establecimientos.
A este peligroso cóctel se le une la poca diligencia de la administración pública. El Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ordenó en abril tapiar las plantas bajas del centro comercial Metro, convertido en una ruina en pleno Playa del Inglés. Han pasado los meses, expiró con creces el tiempo que se le dio a los propietarios para levantar el muro y el edificio sigue, no ya visible, sino accesible.
El diagnóstico de lo que pasa y lo que hay que hacer se conoce desde hace meses, en concreto desde mayo de 2023. El Cabildo de Gran Canaria y la Cámara de Comercio contaron con los servicios del experto en turismo Antonio Garzón Beckmann, que radiografió la situación de los centros, sus puntos débiles y sus posibles fortalezas de cara al futuro. Pero los pasos para avanzar no llegan.
En ese informe, Antonio Garzón subrayó que «en varios centros comerciales, que datan de los años 70 o incluso 60, la modernización pasa inevitablemente por el derrumbe y la nueva reconstrucción. Para ello necesitan el soporte de alguna figura jurídica, donde esté encajado el nuevo proyecto y que contemple nuevos aprovechamientos y edificabilidad, así como, en algunos casos, algunos usos nuevos».
Y no solo hay que derribar. Antonio Garzón concluyó que «un reflote importante de un centro comercial, especialmente si lleva asociado el derrumbe, debe llevar asociado algún concepto diferenciado, pues los conceptos comerciales genéricos ya no atraerían el suficiente público para amortizar una inversión de derrumbe con reconstrucción». El ejemplo que puso es el centro comercial Yumbo, que «nos ha mostrado cómo una especialización en un concepto puede tener éxito. Lo ideal es que todos los centros se reconstruyan y, aparte de una cierta oferta genérica que cada uno debe tener (el CC Yumbo también la tiene), cada uno tenga asociado algún concepto que sea exclusivo para así garantizar su subsistencia».
También apuntó que los centros comerciales han de ser entendidos como «proveedores de servicios esenciales del núcleo: plazas de aparcamiento y baños públicos. La única forma que se ve de ofrecer servicios de estacionamiento es a través de los centros comerciales, pues en el caso del tráfico el núcleo está cerca del colapso, por lo que las actuaciones adquieren ya de por sí un matiz de 'interés general', aparte de que cualquier mejora relacionada con el turismo pueda ser vista como una mejora en interés de todos».
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