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Canarias7
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 28 de agosto 2022
En una ladera del barranco de Temisas, a pocos kilómetros del casco municipal de Agüimes: allí estaban enterrados los cadáveres de Antonio Quesada y Ana María Artiles, el matrimonio que en 2012 desapareció en el barrio de Guanarteme, en la capital grancanaria.
Es uno de los crímenes sin resolver de la crónica negra de la isla. Y eso que en 2018 se produjo la detención de una persona acusada como presunto autor, pero quedó en libertad por falta de pruebas.
El 20 de agosto de 2017 Carlos Díaz, vecino de Ingenio, estaba, como en otras ocasiones, de cacería. Le llamó la atención que una de sus perras se entretenía en una ladera: al acercarse encontró unos huesos semienterrados. Dio aviso al 112 y se personaron agentes de la Guardia Civil, que en una primera inspección comprobaron que los huesos tenían apariencia humana.
Según declaró Carlos Díaz, en la ladera donde la perra dio con los restos humanos sobresalía de la tierra un trozo de tela de una camisa.
El día después se montó un amplio operativo en el lugar y se confirmó que se trataba del enterramiento de dos cadáveres, con una primera impresión a partir de varios objetos encontrados: eran los cuerpos de Antonio y Ana María. Algunas pertenencias personales así lo confirmaron: fue el caso de unas gafas y una cadena. Ese extremo fue puesto en conocimiento del juzgado que instruye el caso de la desaparición y de la Policía Nacional, que lleva esa investigación. También de la familia, que llevaba desde el 6 de marzo de 2012 preguntándose qué fue de sus padres. Antonio Quesada tenía entonces 76 años y Ana María 74.
Las hijas de Antonio y Ana María y otros integrantes de la familia se reunieron el 24 de agosto con Carlos Díaz en su casa de Ingenio para darle las gracias por el hallazgo y en especial a su perra, de nombre 'Canaria'.
La prioridad en aquel momento, tras la identificación de los cuerpos gracias a las pruebas de ADN, fue el examen de los mismos para determinar las circunstancias de la muerte. Es por ello que hasta noviembre la familia de Antonio y Ana María no pudo darles sepultura. El 17 de noviembre fue el sepelio en la capital grancanaria.
Cinco años después, el misterio continúa.
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