Ricardo Ortega, todavía patrón mayor de la cofradía de Arguineguín, en un rincón del muelle al que lleva ligado toda su vida. JUAN CARLOS ALONSO

El patrón mayor de Arguineguín echa el ancla

Relevo ·

Ricardo Ortega se baja del barco tras 47 años faenando en la mar y deja su cargo al frente de la cofradía de pescadores, que preside desde 2012

Domingo, 16 de marzo 2025, 01:00

Richard, el patrón de La Pardela II y de la cofradía de pescadores de Arguineguín, el Beckenbauer de la tercera división canaria, el Rubio que heredó el título de una saga de pescadores por vía paterna, echa el ancla. Todo eso en uno es Ricardo Ortega Santana, de 64 años, uno de los marineros más carismáticos de Mogán y un líder nato, en el campo de fútbol y en el mar, que ha decidido bajarse del barco tras 47 años faenando en el Atlántico.

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«Yo ya tenía claro que me iba a jubilar, ya vendí el barco. Yo creo que cada cosa tiene su tiempo. Aunque no me habría importado haber seguido, tenía claro que si me jubilaba, también dejaría esto». Y lo dejará, oficialmente, este próximo 18 de marzo, pero no lo hará del todo. «Yo me he comprometido con la nueva junta a que colaboraría con ellos y les ayudaría en todo lo que pudiera». Llevaba al frente de la cofradía desde 2012 y en estos 13 años ha acumulado un bagaje que brinda, generoso, a los nuevos. «Es un poco echarlos a volar hasta que ellos ya vuelen, así que estaré a su disposición», recalca.

Hace balance y, de entrada, subraya una premisa de partida. «Lo he intentado hacer lo mejor posible. He intentado ayudar a todo el sector, tanto a nivel local, regional e incluso nacional. Y bueno, nada es perfecto ni nadie es perfecto. Hay cosas que se han conseguido, y cosas que no. Me quedo con el reconocimiento de los compañeros», confiesa. Algunos le han compartido el deseo de que ojalá logren hacer la mitad de lo que él consiguió para la cofradía y eso le emociona.

«Creo que la cogí siendo la número uno y la hemos subido un peldaño más para arriba o dos. Sigue siendo la mejor de Canarias, la más importante de Canarias. Me quedo con eso». Lo es, sobre todo, en cuanto a volumen de kilos pescados, según apunta. Con 35 barcos registrados, el año pasado cogieron 900.000 kilos y en 2023, 1,1 millones.

Por eso, y aunque es consciente de que nunca llueve a gusto de todos, se va satisfecho del trabajo realizado, una tarea que, apostilla, no habría sido fácil sin la ayuda del secretario de la entidad, Paco Jiménez, «el corazón de la cofradía», en opinión de Ricardo. «Nos hemos compenetrado muy bien; él, en la faceta administrativa, y yo más en la pesquera», aunque el patrón también se fajaba bien en tierra, en reuniones con directores generales para arriba, ante los que se ganó la merecida fama de ser un guerrero. «Yo no me callo las cosas; las digo, guste o no guste; y no me arrepiento de nada, cuando me he pasado un poco, he pedido perdón».

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Tradición familiar. Curiosa foto familiar de Ricardo, que aparece a la derecha de la imagen. Data de 1974. El de la izquierda es su padre, José, y el del centro, uno de sus hermanos. Son 6 hombres y 3 mujeres Foto aportada por Ricardo Ortega

Justo estos días el muelle está inmerso en obras de asfaltado, una vieja batalla que por fin ha ganado Ricardo, de la mano, reconoce, de la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, que ha hecho valer su influencia en Puertos Canarios, el organismo que gestiona estas instalaciones. Y en unos días asistirá también a la inauguración de una cubierta con paneles instalada entre la nave de la cofradía y la zona de descarga de los barcos, que a partir de ahora harán esa maniobra a la sombra. Ha sido posible gracias a una subvención dada por el Cabildo.

Hace tres meses que no sale a faenar

Cada vez quedan menos días para que Ricardo, padre de tres hijos y abuelo de una nieta, se desocupe del todo y admite que aún no tiene claro a qué dedicar su tiempo. «Es cierto que me tengo que buscar algo; dicen que los días se te hacen cortos; a mí se me hacen eternos». Ya sabe de lo que habla porque la última vez que salió a pescar fue hace tres meses, el 30 de diciembre.

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«Ese día cogimos 170 kilos de jureles, uno me lo quedé y nos lo comimos mi mujer y yo, pero desde el día 31 ni he cogido ni he vuelto a comer pescado». Se le pregunta por qué y no lo deja del todo claro. Su todavía mano derecha en la cofradía, Paco, entra en liza y dice que lo hace por lástima. En todo caso, precisa, por suerte o por desgracia, no era como su padre, «una gaviota para los pescados».

Quizás, quién sabe, a su manera. ande en plena fase de duelo. Al fin y al cabo, se desconecta en parte de un mundo al que lleva ligado desde los 14 años, criado, como se crio, al ritmo de las mareas, en una casa pegada a la orilla, en Las Marañuelas, al lado de donde hoy está el restaurante Apolo. No le gustaba mucho estudiar y optó por seguir una tradición que le viene por vía paterna, de los tiempos de su abuelo Agustín Ortega de León y de su padre, José Ortega Rodríguez, y también por vía materna, de Ignacia Santana Álamo, cuyo padre, apunta, era chinchorrero.

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Probó un tiempo en la construcción, en la fábrica de cemento de El Pajar y hasta en un hotel, el Lucana, donde trabajaba de valet, una especie de mozo de habitaciones que ayuda a las camareras de piso, pero nada de eso lo alejó del mar. «Yo sabía que salir con el barco ahí fuera y despejarme la cabeza era como estar en otro mundo; he probado otras cosas y no digo que sean malas, pero no eran lo mío». Entre esos trabajos y la mili no estuvo lejos de la pesca ni tres años. Muy poco tiempo.

El mejor líbero de Arguineguín

Su otra gran pasión, la que sí ha podido compaginar con el mar, desde los 15 hasta los 36 años, fue el fútbol. Entre sus méritos, fue el primer jugador de Mogán en disputar partidos en la 2ª división B, por lo que, de alguna manera, puso la primera piedra de la mítica cantera futbolística de Arguineguín que luego dio leyendas como los hermanos Valerón o David Silva.

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Ricardo Ortega, de blanco, en sus tiempos de futbolista. Foto aportada por Ricardo Ortega

En funciones de líbero, la misma posición del mítico Beckenbauer, jugó en Las Palmas Atlético, donde compartió vestuario con Mayé, entre otros, y fue entrenado por José Manuel León; en el Maspalomas y en el Santa Águeda, que luego pasó a ser el Arguineguín, el equipo de su vida, donde jugó 14 años.

Tras una trayectoria dedicada a tres pescas, cazonal, nasa y túnidos, la jubilación de Ricardo y la de su hermano Francisco, con el que siempre compartió faenas y barco, hace que la saga de los Rubio se baje del barco, pero su legado enriquecerá la memoria de los históricos lazos que tiene Arguineguín con el mundo de la pesca.

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