Era noche cerrada, frente al mar de Tasarte y Yonay Oliva, con ánimo tranquilizador, les soltó: «Yo se los traigo». Y se los trajo. Fue este sábado pasado. Las dos mujeres llevaban horas de desespero, sin saber nada de sus maridos. Habían salido a pescar algo a eso de las dos de la tarde y no habían vuelto. Este vecino de La Aldea cogió su barco, se internó en la oscuridad y los encontró. «¡Vengo a rescatarlos, cabrones!», les gritó. Se les había picado la zódiac por varios puntos, se les estropeó el motor y estaban a la deriva.
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Todo quedó en un susto, en un buen susto, y en una historia para recordar, pero también ha servido para poner de manifiesto la importancia de la colaboración ciudadana, bien ejercida, en dispositivos de rescate. Lo primero que hizo Yonay Oliva fue alertar a Salvamento Marítimo, pero tampoco dudó en poner al servicio de esta emergencia sus años de experiencia en el mar y, particularmente, su conocimiento de esta abrupta costa del oeste de Gran Canaria y de sus corrientes.
«Me enteré porque vi a dos señoras apostadas sobre la barandilla que hay frente al bar», cuenta este joven, que es copropietario del restaurante Oliva, el único negocio de restauración que uno puede encontrarse en esta recóndita playa aldeana. «Estaban llorando y me interesé por ellas». Fue entonces cuando le contaron que sus maridos, con los que estaban pasando la Semana Santa en Tasarte, habían salido en una zódiac a pescar algo y aún no habían vuelto.
«Claro, al principio se extrañaban de que pasara el tiempo y no regresaban, pero siempre terminaban pensando que ya volverían», explica Oliva. No en vano, según cuenta, uno de ellos tiene experiencia en el mar. Pero conforme oscurecía empezaron a angustiarse. No lograban contactar con ellos.
«Fue sobre las diez de la noche cuando llamé a Salvamento Marítimo». Esta hora coincide, de hecho, con la alerta que figura registrada en el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad 1-1-2. Sobre la marcha se activó el helicóptero de Salvamento Marítimo Helimer 205, que empezó a hacer batidas por toda esa inmensa franja costera, y la Salvamar Macondo. «Ellos estaban inspeccionando más lejos de la orilla y yo opté por hacerlo en la zona más próxima a los riscos».
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Al principio no pudo intervenir. No tenía las llaves del barco, pero pudo localizar a su hermano y hacerse con unas. Los dos regentan una empresa que se dedica a llevar y traer por mar a excursionistas que desean visitar, conocer o pasar el día en la playa más aislada de Gran Canaria, la de Guguy, a la que por tierra solo se llega tras duras y largas caminatas a pie. Y eso fue lo que hizo. Siguió su instinto y lo que sabe de las corrientes marinas en esta zona y se dirigió hacia Guguy, relata. «Estuve navegando como 30 o 40 minutos hacia el norte, hasta que los encontré en un punto entre Tasartico y Tasarte».
Por momentos apagaba el motor a ver si con suerte escuchaba algo. Y fue al revés, lo escucharon a él. «Oí una especie de silbido, me acerqué y los vi; les grité, como para quitarle hierro, ¡vengo a rescatarlos, cabrones!». Los metió en su lancha y se dirigió hacia Tasarte, donde se había agolpado gente. Arribaron a medianoche.
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Yonay Oliva se los encontró sentados en la zódiac, uno frente al otro, con el agua casi hasta la cintura. «Se les picó la embarcación por varios puntos y se les averió el motor». Estaban a la deriva después de haberse pasado horas remando sin éxito. «Se me quejaron del frío». Cuenta que los subió a su lancha con cuidado.
«Apenas podían moverse, la zódiac, media llena de agua como estaba, era muy inestable». Logró meterlos y coger otra vez rumbo hacia Tasarte, donde ya lo esperaba un buen grupo de curiosos. Esta playa al final del barranco se llenó en Semana Santa de caravanas y de gente que pasó los días en sus coches.
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El helicóptero de Salvamento Marítimo, una vez informado de que los pescadores habían sido rescatados, auxilió a Oliva iluminando sus desplazamientos en kayak desde el barco hasta la orilla. Hizo un viaje para cada uno. Justo este lunes Yonay Oliva cumplió años. «El abrazo que me dio su familia fue el mejor regalo».
Salvamento Marítimo confirma que recibieron una alerta sobre las 22.00 horas del sábado que llegó de un restaurante de La Aldea, el Oliva. Se activaron el helicóptero Helimer 205 y la Salvamar Macondo. Y sobre las 23.36, el Helimer avisó de que los pescadores habían sido rescatados por un particular.
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