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David posa delante de la finca La Caldera, llamada así por el lugar en el que se halla. Cober

La megapapa de Teror se 'cocinó' en el fondo de una caldera

VI Feria de la Papa ·

David Ramírez recogió en agosto el tubérculo más pesado de la isla | ¿El secreto? Mucho trabajo, la rotación de cultivos y un abonado verde con casi 200 ovejas pastando las cadenas justo antes de la siembra

Jueves, 17 de octubre 2024, 02:00

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De lo que se come, se cría. Y lo que come la megapapa de Teror, la que se llevó el primer premio en el concurso de la papa más pesada de Gran Canaria de este año, es mucho mimo, una tierra volcánica en un paisaje de ensueño, en el fondo de una caldera, y un abonado verde tradicional con rotación de cultivos y un ganado amigo.

De los mimos se encarga David Ramírez Quintana, un agricultor de Teror de 39 años que, como bien dice, cultiva papas «por tradición y por devoción» y que, según advierte varias veces, no podría vivir de esto sin el apoyo de su familia, de su mujer y de sus tres hijas. «Hay que trabajar, es duro, implica mucho sacrificio».

Habla de espaldas a la espectacular caldera de Pino Santo, el resultado del cráter que dejó, hace millones de años, la «enérgica explosión» que se desencadenó cuando, según describe el Atlas Rural de Gran Canaria, una corriente de agua subterránea entró en contacto con magma.

En la imagen, la papa de 1,327 kilos con la que David Ramírez ganó el III Concurso de la Papa más Pesada de Gran Canaria 2024. C7

Donde antes hubo fuego ahora hay vida, un conjunto de tres hectáreas distribuidas en varias cadenas que David tiene arrendadas y que en un año bueno llegan a darle 120.000 kilos de papas, o quizás más. Aquí recogió en agosto la papa de récord de la variedad Electra que pesó 1,327 kilos.

Ahora el color que predomina en el fondo de este boquete volcánico no es el verde, sino el marrón-tierra. «Justo ayer (por el martes) acabamos de sembrarla de avena». Y es que ya pasó el tiempo de la papa. Toca rotación de cultivos para oxigenar la finca. Ese cereal no será cosechado, sino que servirá de abono natural. «Lo enterramos, se pudre y eso genera un suelo vegetal fértil». Y a esa fórmula sin artificios le suma las casi 200 ovejas del ganado de un amigo, que se mudan a esta caldera entre finales de febrero y hasta casi abril.

«Es un sistema muy tradicional y me está funcionando bastante bien; sembrar de avena rompe el ciclo de las plagas; y luego las ovejas comen y abonan», explica. Es más, ha logrado erradicar casi totalmente la polilla guatemalteca. Pero en el campo la ciencia no es exacta. En esta última cosecha les afectó la alternaria y les redujo la producción en un 40%. «Al menos salvamos la campaña».

Vista de la Finca La Caldera, plantada con papas. C7

Toda su producción, que incluye lo que recolecta en otra finca en Lomo Espino, se la vende a Cosecha Directa, que la distribuye en Mercalaspalmas y desde hace cinco años está dedicado exclusivamente a la agricultura. Antes lo compaginaba con otro oficio de repartidor. «Ahora estoy al 100%, y bien, aunque los dos o tres primeros años fueron duros».

Su principal hándicap es el agua, que escasea y la papa la demanda mucho. «En olas de calor empiezo a regar a las 6 de la tarde y me marcho a las 3, a las 4, a las 5 o a las 6 de la mañana». Pero, con todo, lo deja claro. «De la papa se puede vivir perfectamente, unas veces mejor, otras peor, pero se puede vivir». Con trabajo, pero se puede. Por eso agradece concursos como el que convocó el Cabildo y que ganó este año, o la feria insular de la papa, que arranca mañana su sexta edición. «Motiva y nos hace visibles, que la gente sepa que detrás de una papa hay un proceso de cinco meses, que no es ir a comprarla y ya».

Las ovejas, en plena faena en la Finca La Caldera. C7

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