
Una media anual de 445.000 kilos de toallitas obstruye las cloacas en el sur
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La patronal turística y Canaragua, concesionaria del servicio en San Bartolomé, visibilizan el impacto de un mal uso de la red de saneamientoUna media anual de 445.000 kilos de toallitas obstruye las conducciones de la red de alcantarillado de San Bartolomé de Tirajana, según datos que aporta la empresa Canaragua, concesionaria del servicio de abasto, saneamiento, depuración y reutilización del municipio sureño. A este grave impacto se le suma el que produce la costumbre de ciertos locales de restauración de la zona turística de verter a la red la grasa que desechan de sus cocinas.
Estos datos los aportó el gerente de Concesiones en el Sur de Gran Canaria de Canaragua, Jaime Planells, en el transcurso de un encuentro días atrás con representantes de la patronal turística, celebrado a instancias de los empresarios, que querían conocer de primera mano cómo trabaja la concesionaria para atajar este problema y, de paso, visibilizar de cara a la población y al sector alojativo y hostelero, el mal uso que se hace de las redes de saneamiento y las consecuencias negativas que todo ello genera.
Tom Smulders, vicepresidente de la Federación de Hostelería y Turismo de Las Palmas (FEHT), estuvo en Lanzarote el 25 de octubre pasado para oficializar en representación de la patronal turística de la provincia su incorporación a la Declaración climática de Glasgow y tiene claro que ese compromiso no se puede quedar solo en una firma y en una foto.
Como directivo de la federación se ha puesto como tarea contribuir a la concienciación respecto a los objetivos de este acuerdo medioambiental auspiciado por Naciones Unidas, que, entre otras cosas, obliga al sector a reducir las emisiones de CO2 al 50% en ocho años. Este camino hacia la sostenibilidad exige grandes cambios, pero también otros más mundanos, del día a día y que, sin embargo, hacen mucho daño. Entre ellos figura, por ejemplo, el mal uso del alcantarillado.
Desde Canaragua explican que las toallitas provocan numerosas incidencias en equipos, como las rejas de desbaste o las bombas de impulsión, lo que acaba elevando el coste del mantenimiento. Es tal la intensidad del problema que la empresa tiene que destinar un operario a la recogida diaria de estos residuos. Las toallitas se enredan junto a otros restos y llegan a formar tapones en la red que terminan colapsándola.
De la media anual de kilos de toallitas recogidas, 350.000 son retiradas de la red de alcantarillado, pero son tantas que hay una parte que acaba en las depuradoras, donde recogen una media anual de 94.300 kilos. Si no existiesen las rejas de desbaste en estas instalaciones, la entrada de agua a una depuradora se colmataría en cuestión de 15 minutos y se acabaría ocasionando también un vertido en el entorno.
Por si no fuera poco, la docena de operarios de Canaragua adscritos al saneamiento tiene que lidiar también con el daño que ocasiona al servicio el vaciado de grasas y aceites. Estas sustancias se incrustan y solidifican en las paredes de las tuberías, que, por tanto, ven reducida su sección interior y pierden capacidad para absorber las aguas negras. Hay casos en los que se quedan a la mitad e incluso, al 20%. Su retirada requiere de una maquinaria muy especializada y de horas de trabajo que podrían destinarse a otras necesidades del servicio.
Explican desde Canaragua que las tuberías más afectadas por las grasas son las que están en zonas de restauración y grandes hoteles, de ahí que la incidencia de este problema en San Bartolomé sea muy elevada. Cuentan con varios puntos negros, como el centro comercial Oasis, en Maspalomas, y el del Anexo II, en Playa del Inglés.
«La gran mayoría cumplimos con estas obligaciones, pero hay unos cuantos que no, que, por ejemplo, vierten aceite a la red pese a que existen empresas autorizadas para recogerlo y hasta les pagan por ello», se queja Smulders, para quien es inadmisible que los que cumplen sufran las consecuencias de los que no, como sucedió a finales de septiembre, cuando los clientes de un hotel de lujo protestaron porque los trabajos de Canaragua para desatascar una red, en plena madrugada, no les dejaba dormir.
«Si no cumplimos con lo más mínimo, cómo vamos a cumplir con los grandes objetivos», advierte Smulders, que se queja de la energía que se pierde por los incumplidores. Empresarios y técnicos de la concesionaria hicieron un recorrido por varios puntos negros producto de estas incidencias.
Además, Canaragua aprovechó para mostrarles la tecnología punta de la que se han dotado para detectar con rapidez dónde se producen las obstrucciones. Disponen de un robot con cámara que circula por las redes más anchas y de una cámara pértiga, entre otros recursos.
Es tal la afección a la red de toallitas y grasas, que la compañía ha elaborado un planning de limpieza preventiva en los 320 kilómetros de tuberías con el que busca anteponerse a las posibles obstrucciones y evitar las molestias que generan cuando han de actuar con urgencia. Así y todo, registran una media mensual de 2 incidencias producidas por toallitas y 4 por aceites y grasas. Smulders aprovechó para pedirles que eviten hacer reparaciones en zona turística más allá de las 12 de la noche.
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