
Loly Martel, antes muerta que sin silla
Maestra de vida ·
Una vecina de Agüimes cuenta su historia y sus 30 años de convivencia con la esclerosis múltiple en un libro escrito con sus ojosSecciones
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Maestra de vida ·
Una vecina de Agüimes cuenta su historia y sus 30 años de convivencia con la esclerosis múltiple en un libro escrito con sus ojosEstaba trabajando en Fuerteventura. Allí le dio el primer achaque de salud. Tres meses después le comunicaron que tenía esclerosis múltiple. «Primero empecé cojeando un poco, luego usé dos muletas y después la silla». Loly Martel Bordón resume así, grosso modo, en una frase, sus 30 años de convivencia con la enfermedad, pero la historia de su vida, desde que nació, ha sido una constante superación de obstáculos que ahora ha llevado a un libro, 'Antes muerta que sin silla'.
Esta obra es, en sí misma, otro ejemplo de su carácter. Lo ha escrito con sus ojos gracias a las nuevas tecnologías, a ratos y a lo largo de todo un año. Publicada por Editorial Vecindario, la presentará el próximo viernes, 4 de abril, a las 19.00 horas, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Agüimes. Destinará todo lo que recaude con su venta a la ong Canarias con Mozambique, con la que lleva años colaborando.
«No es un libro de autoayuda, pero creo que sí puede ayudar a muchas personas», explica Martel en la residencia de mayores del casco agüimense, donde ingresó hace 8 años junto a su madre, que ya falleció. «Cuento mi vida, desde que era una niña hasta el lugar y el momento en el que me encuentro ahora», con 60 años y con muy poca movilidad.
No lo ha tenido fácil. Primero, por donde se crio, un lugar «emblemático», como ella lo define, al fondo del barranco de Guayadeque, en Montaña Las Tierras, pero que entonces, en sus años de niña, era un enclave alejado y un tanto aislado al que no llegaba la carretera. Pese a ello, y con gran esfuerzo, se licenció en Psicología por la Universidad de La Laguna.
Y segundo, por la enfermedad, de ahí que su círculo de amigas, entre ellas, Paqui Domínguez, llevase años pidiéndole que lo contase en un libro. «Lo que he vivido y cómo lo he ido superando puede ayudar a esas personas que se ahogan en un vasito de agua, para mostrarles que se puede salir si tienes optimismo y ganas de vivir; eso es lo que quiero compartir con todos».
Ese mismo espíritu vitalista inspira el título de su obra, 'Antes muerta que sin silla', toda una declaración de intenciones sobre su forma de encarar las dificultades y una invitación al hipotético lector a dejarse llevar por ese humor negro que tanto le ha servido a Loly. «Me identifico un poco con ese título, porque tengo un gran sentido del humor, humor negro, pero humor al fin y al cabo».
Fue Domínguez quien se lo sugirió como cabecera del libro, pero en realidad nació como expresión para presentar su perfil de wasap. Se le ocurrió «hace muchísimo tiempo» cuando con el mayor de sus sobrinos trataba de idear una frase que hablase también de ella. «Cuando ya la habíamos elegido, me dijo mi sobrino: pero no me digas más que vas sobre ruedas cuando te pregunte cómo andas», apunta con tono bromista.
A sus amigas le costó convencerla del libro. «Respeto muchísimo a los escritores, como buena lectora que he sido y por eso me parecía una labor que no estaba hecha para mí». Pero le ha influido bastante el hecho de que en los últimos años haya estado participando en el programa que dirige Domínguez, 'Vivir viviendo', en Radio Agüimes, las dos últimas temporadas como colaboradora permanente. «Mis textos han tenido aceptación en la gente, por lo que me di cuenta de que estaba preparada para escribir, para contar mi historia».
Se puso manos a la obra y estuvo dedicándole cinco horas diarias a la tarea en los últimos meses. Lo hizo en su pequeño estudio, un cuarto con ordenador que le han habilitado en la residencia. «Las repartía durante el día porque al escribir con mis ojos tengo que descansar; lo ideal era cada 20 minutos, cuando veía que ya las letras se me juntaban; me iba, me daba una vueltecita por la habitación y a continuar». Estaba en faena desde las siete de la mañana.
Escribirlo ha sido para ella «todo un ejercicio de introspección». Y se explica. «Hubo momentos en que los recuerdos me hacían sentir un poquito feo, porque he tenido momentos duros en mi vida». Dice que no ha podido contarlo todo, pero sí lo esencial, como que fue a clase por primera vez a los 9 años, aunque ya sabía leer porque le enseñaron sus hermanos mayores (ella era la pequeña y fueron seis), el año que pasó en la residencia escolar de Arinaga, el bullying que sufrió en el Roque Aguayro, donde se metían con ella por 'cumbrera', le decían , y por ser bastante alta, o el accidente tras el que definitivamente dejó de conducir, porque ella siguió cogiendo el coche pese a que ya tenía que ir en silla de ruedas.
El libro está salpicado de fotos personales y de mucho, mucho humor. Como cuando llama Doña Esclerosis a su enfermedad. «Es por el tiempo que llevo con ella. La respeto y es mi compañera». Al fin y al cabo, añade, no se ha portado mal con Loly, apunta ella misma. «No es que yo haya aparecido tal cual estoy ahora de la noche a la mañana; ha ido poquito a poco, para que yo me fuera acostumbrando». Y se sonríe.
Por eso añade que no le guarda rencor. «Las cosas suceden por algo; porque a saber dónde estaría yo ahora, preocupada por mis nietos; aquí estoy supertranquila», vuelve a bromear. La enfermedad ha avanzado, pero ella está bien. «Encantada de la vida porque estoy motivada. Cada día pienso que me va a suceder algo maravilloso». Es muy curiosa, colabora con la radio y pasa las tardes escuchando podcast ahora que por prescripción médica de las pasa tumbada en la cama.
Loly siempre dice que ella es como un cóctel. «Una parte es la enseñanza que me dio el nacer donde nací, lo que tuve que luchar para lograr lo que he conseguido; otra parte del cóctel fue mi carrera, Psicología, que al menos me ha servido para poner nombre a todo lo que he ido sintiendo, a gestionar mis emociones; y otra parte es mi enfermedad, cómo me he enfrentado a ella». Y todo eso lo ha salpimentado con humor.
Por eso en su vida los principales obstáculos que se ha encontrado han sido físicos y no psíquicos. «Jamás he tenido depresión; solo ataques de realismo, como cuando tienes un dolor que no puedes soportar. Entonces me digo:esto se me pasa, mañana estaré mejor». Mejor una sonrisa que un enfado, subraya. Por eso Paqui dice de Loly que es una maestra de vida, su maestra.
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