La llama que prendió en las calles de San José se ha extendido por los riscos y ha llegado ya a Tamaraceite. La protesta vecinal contra las determinaciones de los planes municipales que están en fase de aprobación en San Juan-San José o el casco antiguo de Tamaraceite, así como la instalación de un biodigestor en Tenoya, ha terminado por unir a los barrios. Los vecinos comienzan a tender puentes para compartir experiencias, estrategias de lucha y hasta acciones contra el planeamiento municipal.
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«Se va a emprender una lucha y van a intentar movilizarse, nosotros estamos ayudándolos y ahora se nos convoca también en Las Rehoyas y en La Isleta», explica el presidente de la asociación de vecinos de San José, Chano Alemán, «la queja de todos es la misma: que no ha habido participación, que no se informó a los vecinos, que no se ha trabajado en el terreno. Todos decimos lo mismo».
En la noche de este martes, representantes de los diferentes barrios se dieron cita en Tamaraceite. «Queremos organizar algo conjunto», especificó el portavoz de la plataforma vecinal de este barrio, Esteban Santana, «lo que salió de la reunión es que se van a hacer acciones en todos los barrios. Los barrios se van a hacer oír y se van a hacer visibles».
«Es como una ola que va creciendo», añade, «lo que demandamos es que se consensúen los planes de rehabilitación con los vecinos, no puede ser que el ciudadano se entere de que va a ser expropiado con oscurantismo».
Lorenzo Santana, portavoz de la plataforma contra el biodigestor de Tenoya, también defendió la necesidad de que el pueblo se una para hacer frente a las instituciones que hacen caso omiso de las reivindicaciones vecinales. «Van a empezar con manifestaciones y estamos unidos porque en Tenoya también tenemos un problema de hace cinco años al que el Ayuntamiento no da respuesta», denuncia, «si no hacen caso, unámonos y pidamos la segregación de Las Palmas de Gran Canaria, ya que este distrito fue anexionado a punta de pistola en 1939».
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Las sinergias de estos barrios empiezan a ser contagiosas y los vecinos empiezan a reclamar su derecho a tener una voz en el diseño urbano y en la defensa de propuestas que no acaben con la identidad de los diferentes núcleos.
San José fue el primero de los barrios que levantó la voz. El Plan Especial de Regeneración y Conservación San Juan-San José prevé una inversión de 12 millones para las actuaciones de rehabilitación urbanística y otros 6 millones para la reposición de las viviendas. Impone unas 69 expropiaciones para ampliar aceras, crear plazas y habilitar aparcamientos, algo que los vecinos consideraron excesivo.
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Su protesta les ha permitido ir acercando posturas con el Ayuntamiento. «Nuestros avances van bien porque hemos conseguido el aplazamiento de un mes del planeamiento, aunque queremos otro mes más. Se están haciendo modificaciones, estamos haciendo trabajo de campo en diferentes zonas del barrio, con los vecinos afectados y proponiendo soluciones», relató Chano Alemán, «ellos aplazan el plan y nosotros, la guerra».
En el caso de Tamaraceite, el Consistorio plantea la utilización de solares en desuso para la creación de nuevas dotaciones, espacios públicos de ocio, recorridos peatonales y aparcamientos, así como la protección del patrimonio cultural e histórico del casco de Tamaraceite, haciendo efectiva la rehabilitación del entorno de la Iglesia y la Carretera General. «Pero esta no es toda la verdad, ya que el precio a pagar será demasiado alto porque se llevará consigo parte de la historia de este barrio formado en su mayoría por casas cuevas de la época prehispánica», advierte Esteban Santana.
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El próximo viernes, los vecinos de Tamaraceite se volverán a concentrar nuevamente a las puertas de la Junta de distrito con el lema 'Tamaraceite no se rinde'.
La batalla más larga la tienen en Tenoya. La instalación de un biodigestor para el tratamiento de lodos procedentes de la depuración cerca de las viviendas va camino ya del juzgado, ante lo que consideran la inacción de las instituciones públicas. Lorenzo Santana tiene claro que su distrito es el destino de todas aquellas instalaciones que no se quieren poner en la parte baja de la ciudad.
Como ejemplo del abandono que sufren los barrios del distrito, recuerda que «la última marquesina que se puso en Tenoya fue en 2012; que no se poda lo suficiente o que las conexiones de alcantarillado o no existen, o tienen más de cuarenta años».
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Y eso por no hablar de los eternos problemas de tráfico que todas las instituciones se han comprometido a solventar pero que no terminan de hacerse nunca.
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