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Mediación para recuperar la terraza en el Casa CarmeloLuis Díaz sigue cumpliendo puntualmente con su protesta diaria para recuperar la terraza del Casa Carmelo, el bar de Guanarteme que su padre fundó en 1959. Como cada día, este martes sacó la mesa y la pizarra con su súplica a la puerta del local a las 11.00 horas. La novedad en esta ocasión es que hasta allí se acercó Héctor Alemán, concejal que en sus funciones municipales, además de la gestión del área de Limpieza, es también el responsable del distrito Isleta-Puerto-Guanarteme.
Alemán ha ofrecido a Luis Díaz una mediación para resolver su problema, haciendo de encaje para una conversación que el hostelero debe mantener con el área de Urbanismo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, departamento municipal encargado de ejecutar la normativa por la cual Díaz ha visto restringida la posibilidad de utilizar la terraza que había sacado a la calle después de la pandemia.
La motivación legal que impide a Díaz usar su terraza es la obligación de contar con un baño adaptado para personas con movilidad reducida, medida que afirma cumplirá en los próximos meses si el gobierno de la ciudad le ofrece una tregua hasta el próximo mes de septiembre.
El encuentro entre Luis Díaz y Héctor Alemán, en el que medió Pepi González, responsable del colectivo vecinal La Barriada, fue puramente informativo pero dejó buen sabor de boca en el restaurador. «Al menos vamos caminando algo a ver si podemos encontrar una solución», expuso.
El edil de distrito le recordó a Díaz que sus atribuciones en este conflicto son mínimas y que la conversación se debe dar con el área de Urbanismo, que tutela su compañero en el Partido Socialista Mauricio Roque.
Alemán dio pasos y coordenadas para que el propietario de Casa Carmelo pida una reunión formal por registro al concejal de Urbanismo. A la vez que se comprometió a hacer de puente para que ese encuentro tome forma en las próximas semanas.
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Díaz gestiona un negocio emblemático, que su padre puso en pie en el bajo de la casa terrera familiar en 1959, aunque el polo azul con el que despacha a sus clientes cada jornada tenga destacada la fecha de 1960 en el bordado que luce en el pecho con el orgullo con el que un futbolista canterano luce el escudo del equipo de su vida. Porque eso es lo que el Casa Carmelo representa para él, nacido casi en las cocinas donde desde hace 65 años se despachan pulpos famosos por su sabor y se han servido más rones que los que bajaría la tripulación de un barco pirata.
La pérdida de la terraza supone una importante merma de recursos para él, por ello insiste en que «me dejen trabajar hasta el mes de septiembre, en el que cierro por vacaciones para poder recuperarme económicamente y afrontar en esos días la obra que me exigen».
Pero es que la propia obra va a condicionar en exceso la fisionomía del pequeño local que hace esquina entre las calles de Secretario Padilla y Perú. Dentro del Casa Carmelo hay una barra de aluminio que con los años sustituyó al tablón en el que su padre compartía la actividad del bar con el de tienda de aceite y vinagre. Luego en pequeñas banquetas la gente apenas cuenta con cuatro mesas para comer los históricos pulpitos de Luis. Acometer las obras para instalar el baño de personas con movilidad reducida le hará perder dos mesas.
Por eso Luis tardó en reaccionar y fue reticente en un principio, aunque con el paso de los días se refiera a su edad y a su movilidad como elementos que le demuestran la necesidad de realizar la construcción del nuevo excusado.
Luis Díaz no quiere señalar a nadie, pero sí que se siente algo dolido. «No somos nuevos aquí. Ni hemos montado nada nuevo. Este es el negocio de mi familia desde 1959, crecimos en este local y nos están reclamando cosas como a los que ahora abren en los locales nuevos en los edificios más modernos y con más espacio», señala a la vez que lamenta la poca protección que se de en el Paseo de Las Canteras con la cantidad de terrazas, encajadas en los dos lados del mismo, que dificultan la circulación de los transeúntes.
Ahora que el concejal de distrito ha tenido la disposición de acudir a escucharle cree que algo podría resolverse en su situación, capital en la supervivencia de un negocio de los más veteranos de un barrio que padece un abusivo proceso de gentrificación.
El Casa Carmelo de Secretario Padilla no se resigna a la suerte de los tiempos, en los que el viejo barrio de factorías retrocede para dejar que se expandan colmenas de edificios con una altura que le roba el sol y que puebla sus calles con perfiles que desconocen la identidad del lugar que les ha cosido a la ciudad.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
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