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Caso Juani Ramos: declararán la hija y la exmujer del investigado
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Ambos están citados este viernes en la Ciudad de la Justicia a petición de la letrada de la defensaLa magistrada instructora del caso Juani Ramos ha citado para que presten declaración este miércoles la hija de Miguel Ramos, el único investigado, y su exmujer en el marco del procedimiento que busca esclarecer qué ocurrió con la vecina del barrio de La Paterna el 20 de agosto de 2016.
La magistrada María Auxiliadora Díaz Velázquez, titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, ha interesado que ambos testigos comparezcan este viernes a partir de las 12.30 horas, en unas diligencias que fueron planteadas por la defensa de Miguel Ramos.
La letrada de Miguel Ramos también había citado al hijo del investigado, pero renunció posteriormente a su testimonio.
Hay que recordar que la expareja de la fallecida fue detenido y estuvo en prisión preventiva investigado por darle muerte, presuntamente, en verano de 2016.
Por orden cronológico, desde que el 7 de septiembre de 2016 pasara a disposición judicial, este vecino de Bañaderos mostró una «nula colaboración» en las labores de búsqueda de la que fue su pareja 13 años, con la que, según dijo, «seguía teniendo buena relación» aunque lo habían dejado tres meses antes, detalla el escrito que presentó en su momento la acusación particular ejercida por el letrado Alberto Hawach y que dio pie a la transformación del procedimiento ante el Tribunal del Jurado por la presunta comisión de un delito de homicidio o asesinato. El documento dejó claro que a día de hoy, la desaparecida «no ha realizado actividad alguna desde la fecha de su desaparición que permita inferir que sigue con vida», sostuvo el letrado.
Expuso esta parte que en septiembre de 2016, cuando se realizó la reconstrucción de los hechos, el investigado «volvió a faltar a la verdad», empezando por la descripción de la vestimenta que portaba el 20 de agosto de 2016.
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Según las imágenes de las cámaras de seguridad del supermercado Carrefour de Las Arenas, a donde acudió Miguel Ramos el día de la desaparición, se puede observar que «a las 19:09:57 horas entró en dicho establecimiento en compañía de su hija menor de edad, vistiendo un polo de color rojo con el cuello blanco, pantalón largo oscuro y unos zapatos también oscuros», narra. Pero, sin embargo, en la citada reconstrucción, al ser preguntado por la ropa que tenía en ese momento, Miguel Ramos manifestó que tenía «una camiseta negra» y no roja con el cuello blanco.
Aludió también el abogado que el sospechoso declaró en sede policial que la noche del sábado 20 de agosto, Juani «le propuso salir a través de una conversación de WhatsApp», quedando a las 22.00 horas en recogerle él en su casa de La Paterna. Allí acudió con su Renault Kangoo blanco, tipo furgoneta, y dijo que se desplazaron a la zona de Las Torres, «a un mirador que está encima del Agua de Firgas y Guanarteme». Allí contó que permanecieron durante dos horas aproximadamente.
Añadió que a las 00.30 «más o menos», la dejó en su domicilio y se fue «antes de que ella entrara en el portal, pues tenía prisa por llegar a casa porque su hija de 14 años -que ahora ha sido citada para prestar declaración- se encontraba sola». Pero, sin embargo, «consta acreditado» para Hawach que Juani «no regresó a su domicilio la madrugada del domingo», pues la alarma de su vivienda que ella activaba antes de acostarse «no fue conectada la noche del sábado al domingo» y, además, una vecina declaró «haber estado despierta hasta las 04.00» y no oyó «ningún coche pararse delante del bloque ni la vio llegar». Todo ello unido a que «el domicilio, el establecimiento y el vehículo de la desaparecida», estaban en «perfecto estado».
Aún es «más determinante» para la acusación el informe realizado por funcionarios de la Unidad de Informática y Comunicaciones de la Policía Judicial en el que se detallaron «mediciones de cobertura de las antenas» de los teléfonos móviles de la desaparecida y su expareja la noche de los hechos.
Desgranando este documento, consta que sobre las 22.15 horas los móviles de ambos estaban «bajo la influencia de antenas que dan cobertura» a La Paterna, por lo que se descartó «que estuvieran en el mirador» de Las Torres como así sostuvo Miguel Ramos.
A partir de las 22.27 horas, el móvil de Juani se situó en zona de Bañaderos y, a las 22.40 horas, el de Miguel se ubicó en El Altillo, una zona que conoce el sospechoso a la perfección, no solo porque era donde vivía, sino que también practicó pesca y caza en ese enclave de la isla. Ambos terminales se detectaron a las 23.10 horas entre Bañaderos y San Felipe, lo que también descarta que ella regresara a Las Palmas de Gran Canaria, quedando registrada su última conexión a las 02.56 horas en Bañaderos. Juani nunca volvió a su domicilio de La Paterna: Miguel mintió.
Tampoco dijo la verdad cuando cambió de versión en su declaración de 7 de septiembre de 2016 y alegó que habían ido esa noche al barranco de Moya.
Por último, el informe determinó que el sospechoso de asesinato nunca regresó a casa de Juani horas después como también señaló cuando argumentó que fue a dejarle los periódicos a su bazar.
Todo esto «evidencia», sostiene esta parte, «que el investigado no ha facilitado datos veraces, tratando de conducir la investigación y búsqueda de la desaparecida en la dirección contraria», hacia Las Palmas de Gran Canaria. «No acudieron al Mirador de Las Torres y, además, no la dejó en su domicilio», porque el teléfono de ella continuaba a las 02.56 horas en Bañaderos.
Aunque reconoció que «no hay testigos directos de lo que pudo haber sucedido», deja claro que existen «elementos absolutamente contundentes» para entender que ocultó el presunto crimen.
Por último en este apartado, detalló Hawach que Miguel Ramos manifestó que «tuvo relaciones sexuales» con Juani, en un primer momento en el barranco de Moya y otras veces en Las Torres. «No tiene sentido» para esta parte «que dos personas adultas», que «tienen sus propios domicilios, tengan relaciones sexuales en un coche».
Expuso también que son de gran valor las declaraciones testificales del sobrino, los hijos y la nuera de la desaparecida. De ellas extrae como conclusión que el investigado era «una persona obsesiva, controladora y muy celoso» con Juani.
Aportó como evidencias «algunas fotos existentes en el teléfono móvil» de una de las testigos de eventos familiares, donde se pudo «observar lesiones en la desaparecida tanto en la zona ocular, como en brazos y antebrazo, consistentes en agarres y moretones». Cuando su familiar le preguntó, Juani respondió de forma «evasiva», algo desgraciadamente «bastante habitual» en las víctimas de violencia de género, que «suelen justificar las lesiones evidentes con que se dan golpes con enseres o mobiliario»; según expuso la propia magistrada instructora María Auxiliadora Díaz en un auto de 27 de abril de 2017.
El investigado «no quería» que Juani se «relacionara con su familia, ni que tuviera amigas, siendo relevante que antes de su desaparición había conocido a personas con las que estaba iniciando una relación de amistad», algo que le irritaba. Incluso, la noche antes de su desaparición, ella había salido de fiesta con este nuevo grupo de amigos.
Algo que sí tuvo muy claro el abogado Alberto Hawach es que Juani Ramos no desapareció de forma voluntaria.
Esto lo argumenta exponiendo que ella «se encargaba del cuidado de sus padres octogenarios» y ayudaba a su hija en el cuidado de su nieto de cuatro años que padece autismo. Desgraciadamente, su padre falleció sin saber del paradero de su hija y su madre padece Alzheimer.
El letrado, en su ánimo de dar contexto a lo que entendía que la víctima sufría una situación de sometimiento a manos de su presunto asesino, insistió en demostrar que Juani seguía unido a Miguel por una cuestión de supervivencia económica.
Juani había reconocido a su nuera que «seguía teniendo contacto con el investigado» por una deuda económica que éste «le generó al traspasarle un negocio», cuando él ya sabía «que Hacienda le impondría una multa». A pesar de ello, «no le importó» que su pareja «tuviera que hacer frente a las deudas» y siguió adelante con su plan.
De esta forma, la desaparecida tuvo que afrontar pagos de 15.000 y 9.000 euros, «deudas generadas por negocios del investigado». Debido a ello, Juani «seguía manteniendo contacto con el investigado», a pesar de que quería dejarlo, dado que si no accedía, éste no le efectuaba los pagos mensuales de 550 euros en efectivo que le hacía para pagar la deuda aplazada, que estaba a nombre de ella».
Narró el escrito que a mediodía del 21 de agosto de 2016, con todos los familiares de Juani «alertados porque ella no daba señales de vida», Miguel se personó en la casa de La Paterna después de que la hija de la desaparecida lo llamara preguntándole «insistentemente por el paradero de su madre».
En un momento dado, alguien comentó que el hijo de Juani ya estaba llegando y Miguel abandonó «el lugar a toda velocidad».
Una actitud, sostiene el letrado, «no propia de alguien que está preocupado por la suerte de quien ha sido su pareja con quien dice mantener buena relación, de quien no se tienen noticias de su paradero desde la noche anterior, habiendo estado con ella teniendo incluso relaciones sexuales y siendo la última persona que la vio con vida.
En este escrito se describieron, a juicio del abogado, «los contundentes indicios probatorios existentes contra el investigado», datos que «vienen descritos en varias resoluciones judiciales» y «hemos de recalcar, que no han sido negados por la dirección letrada del investigado» en la audiencia que se celebró del 10 de mayo del año 2017.
«Es igualmente destacable», finalizó Alberto Hawach en su argumentario, que en la pieza separada secreta que consta en el sumario se detalla como los investigadores ocultaron micrófonos en el coche del investigado.
Concretamente, el 26 de noviembre de 2018, dos agentes del Grupo de Homicidios se encontraban realizando un dispositivo de vigilancia y seguimiento sobre Miguel Ramos quien, al percatarse de que estaba siendo vigilado, se dirigió hacia los policías «de muy malas formas» y espetándoles: «¿Qué pasa?». Una de las agentes le respondió «que la vamos a encontrar», a lo que el presunto asesino le dijo «ojalá y yo se lo agradezco».
Pero lo sorprendente de todo esto es que, acto seguido, Miguel entró en su coche sin saber que estaba siendo escuchado por los investigadores. Continuó hablando y diciendo a la policía «ojalá y yo se lo agradezco, ojalá y aparezca ahora y viva y den un golpe sobre la mesa», pero a los minutos, y cuando se alejó del lugar, exclamó la siguiente frase: «Vas a encontrar... Una mierda vas a encontrar tú».
Esto «apunta a que el investigado sabía a la perfección de que el cuerpo sin vida» de Juani Ramos no iba «a ser encontrado jamás, pues dicha expresión no es propia de quien desea que ella aparezca», argumentó el abogado grancanario.
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