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Residentes en La Isleta que reivindican semanalmente desde marzo la recuperación del doble sentido de circulación que suprimió el proyecto del tramo 8 de la MetroGuagua, en la calle Doctor José Guerra Navarro, se concentraron el mediodía de este jueves en la intersección de esa vía con Juan Rejón. El motivo era recabar nuevos apoyos para su lucha y anunciar que lejos de tirar la toalla ante la falta de respuesta del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria a su demanda, van a llevarla a la puerta de las Casas Consistoriales el último viernes de cada mes, cuando el Salón Dorado de ese inmueble acoge los plenos ordinarios.
«Queremos dar una llamada de auxilio a la población isletera, residente o trabajadora e invitarla a implicarse en la lucha vecinal porque es el único camino cuando no hay procesos electorales en marcha. Juntas, las personas podemos defender nuestros derechos, no hay otra manera», exponían los convocantes en un manifiesto que dieron a conocer a los asistentes en la voz de Araceli Martín, vecina de la zona e integrante del Foro por La Isleta, plataforma que ha impulsado la reivindicación por la doble vía.
«Empezaron con el estrangulamiento de la calle Doctor José Guerra Navarro y vemos cómo han seguido con restricciones que alcanzan a Eduardo Benot, al parking de la iglesia de La Luz, al invento indescriptible e indescifrable del estrechamiento de Juan Rejón, etc. Restricciones y más restricciones. Estrechando, prohibiendo, bloqueando los accesos de entrada y salida en nuestro barrio», se recoge el texto.
Los impulsores de las protestas, que cambian ahora su cita de cada jueves por la de un viernes al mes en Santa Ana, recordaron que fue el 14 de marzo cuando comenzaron un camino que creen necesario, pues «entendíamos que limitar el acceso a servicios tan básicos y vitales como el centro de salud y el centro de mayores es atentar contra nuestra vida y seguridad».
Incidieron, además, en el hecho de que han sumado «más de 9.000 firmas de apoyo» pero que la única respuesta que han obtenido «de la clase política» es «silencios, generación de confusión y ambigüedades».
También señalaron que La Isleta «no quiere simulacros» ni otros «tecnicismos», sino ver «la solución a un problema real que no existía y que fue creado por las manos técnicas de Geursa. Solo hay que escuchar a taxistas, repartidores, personas vecinas, a trabajadoras que vienen al Sebadal, a la zona militar, a La Isleta y al Puerto».
«Nos están haciendo la vida imposible» , dijeron en referencia a que «lo que está ocurriendo en La Isleta» es similar a lo que se registra «en distintos países donde inversionistas deseosos de abundantes beneficios solo ven el entorno cómo posibilidad de hacer dinero obviando el bienestar de sus gentes».
Apuntaron que «a la clase política, a nuestras vecinas y vecinos de Las Palmas de Gran Canaria y, especialmente a nuestra vecindad del barrio de La Isleta, hay que dejarles claro algo que igual no suena bien pero que es una realidad: nos están echando de nuestro barrio».
Pusieron como ejemplo de la realidad que denuncian las dificultades que existen para alquilar o comprar en La Isleta.
«Sabemos que esto es un gran problema en La Isleta hoy y en el mundo. Mientras, proliferan a alta velocidad altos edificios de unos pocos inversores y muchísimas viviendas vacacionales o establecimientos hoteleros. Se trata de una gentrificación de manual», reseñaron.
«La realidad es que las nuevas construcciones de edificios no dejan de bloquear nuestra calles. A la par vemos cómo decisiones municipales han ido convirtiendo el histórico y emblemático barrio portuario en una ratonera», dijeron.
Así, incidieron en que «la MetroGuagua, se está llevando a cabo desde decisiones técnicas alejadas de una de las máximas del urbanismo social, que es la de facilitar la vida a las personas» y que «han conseguido todo lo contrario: ignorarlas y despreciarlas».
Añadieron que «entre tanto, líneas de guaguas tan importantes como la 20 o la 41, servicios básicos que no funcionan a partir de las 22.00 horas» y «dejan a una gran parte de la población de La Isleta sin adecuada atención en el transporte».
Lamentaron también que «las personas con representación política vienen a las fiestas del barrio y dan sacos de sal para las alfombras, pero nos cierran la posibilidad de movimiento, de salud y de seguridad».
Por último, criticaron que «nos pretenden meter una maquinaria de contaminación en el Puerto de La Luz, una regasificadora y una central térmica que sólo vendrá a poner en riesgo la salud y la seguridad de la población, no solo de La Isleta sino de prácticamente toda la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria».
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