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Luis Díaz posa delante del Casa Carmelo durante los meses que rogó una tregua al Ayuntamiento. Cober

Las Palmas de Gran Canaria

Casa Carmelo cierra y acelera la desaparición del viejo Guanarteme

El bar de Secretario Padilla llevaba abierto desde 1959 y su persiana se baja tras la retirada de su terraza por parte del Ayuntamiento sellando para siempre uno de los pocos negocios clásicos del barrio

David Ojeda

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 7 de enero 2025

Las Palmas de Gran Canaria despidió uno de sus bares más antiguos: el Casa Carmelo de Guanarteme, el de los pulpos, que bajó sus persianas tras el verano y deja aún más huérfano de identidad a un barrio en una dislocada escalada de cemento y obra nueva.

«Lo llevo cómo puedo», concede al teléfono Luis Díaz, su propietario e hijo del fundador de este pequeño local que se ubicaba en la esquina de Secretario Padilla con Perú desde 1959. Un enorme cartel de una inmobiliaria atestigua estos días el final del sueño de una familia que arrancó allí con su tienda de aceite y vinagre cuando «por la derecha solo llegaba el olor a pescado de las factorías y por la izquierda el humo de la central eléctrica de La Cícer».

Casa Carmelo perdió la terraza que había ganado tras la pandemia por una ordenanza municipal. Y con ella mucho del público que sacaba adelante el negocio en los últimos años. La normativa se impuso a la tradición, que exigía que el minúsculo territorio interior del bar hiciera hueco para un baño adaptado para personas con movilidad reducida, lo que prácticamente le condenaba a a perder todo su espacio de salón.

Fue un golpe letal para el negocio, que durante años se vio arrinconado a su vez por las eternas obras de peatonalización de las paralelas a Las Canteras que, como toda obra pública en la ciudad, fueron ejecutadas mucho después de los plazos que preveían sus licitaciones.

Luis Díaz es un hombre desgarrado. Con el cierre de Casa Carmelo se marcha parte de su historia; nacido en la casa que se encuentra sobre el local en las paredes del bar colgaban viejas fotos en sepia en las que se le veía de muy niño ya rodeado de su clientela.

Y Guanarteme dice adiós a uno de los pocos comercios con solera que continúan en pie. Allí se produce un agresivo proceso de expansión urbanística que expulsa a los vecinos de toda la vida, que ven engullidas sus casas terreras por la proliferación de nuevas promociones inmobiliarias.

Eso ha producido varias manifestaciones en tiempos recientes impulsadas por el colectivo Guanarteme se mueve, que trata de poner voz a los que son contrarios a la gentrificación de un lugar que van dejando de sentir como propio.

Eso viene acompañado de viejas demandas vecinales que exigen mejores servicios para el lugar, que cuenta con redes de saneamiento con casi un siglo de vida incapaces de dar salida a los desechos de las nuevas torres de viviendas.

De todo eso ha sido testigo Luis Díaz desde la barra del Casa Carmelo. Primero pidió una tregua de unos meses antes del verano para reforzar económicamente su posición desde la terraza y al regreso de septiembre, en una mejor posición financiera, llevar a cabo las obras que se le exigían dentro del local.

Solicitó reuniones sin éxito con el área de Urbanismo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria que, como es norma en el departamento del concejal socialista Mauricio Roque, no tuvieron respuesta. Y a través de Pepi González, líder de la asociación vecinal La Barriada, recibió la visita de Héctor Alemán, concejal del distrito, que poco pudo hacer por ayudarle.

Guanarteme ha perdido uno de sus referentes, de sus lugares más singulares, un bar que debía formar parte del patrimonio histórico de la ciudad pero que cierra sus puertas víctimas de una burocracia municipal sin sentimientos.

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