
No es el beso de Vegueta y Triana la única herida que permanece sin sutura en el término municipal capitalino. En San Lorenzo, otro surco sangra de olvido y descuido: es el camino viejo del viejo municipio, aquel que fue anexionado a punta de pistola en 1940 y cuya historia corre paralela a la de la propia fundación de Las Palmas de Gran Canaria, no en vano desde sus canteras empezaron a llegar piedras para la construcción de la catedral de Santa Ana, en concreto arcos y soportes, desde los remotos tiempos de finales del siglo XV. Aquella parte de la historia no ha hecho más que acumular polvo en los años posteriores. Pero ahora sufre también por la acumulación de residuos. «Presenta en la actualidad un estado de abandono lamentable de basuras, escombros y vandalismo», explican algunos vecinos, «es una vía que utilizan muchos ciudadanos para realizar deporte, caminar, pasear a caballo, hacer ciclismo, respirar aire puro e incluso para desplazarse desde Tamaraceite a Teror pasando por San Lorenzo, ya que el propio tramo de la GC-308 (Tamaraceite-San Lorenzo) carece de aceras para ello».
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De la importancia histórica que tuvo este camino para la isla da fe la carta etnográfica de la Fundación para el Estudio y Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac), que lo incluye en su inventario de bienes inmuebles que forman parte del patrimonio etnográfico de Canarias. De los 648 bienes catalogados, solo tres corresponden a caminos: dos de ellos están en San Lorenzo y el estado de abandono de uno es el que hace levantar ahora la voz de los vecinos.
«El año pasado se hizo una acción de choque con los centros educativos del barrio, pero el barranco vuelve a estar lleno de plásticos», indican los vecinos más próximos al camino real, «y a esto se une que los estanques ya están todos secos, aquello es un auténtico erial».
Hay en el barrio una sensación de que el área se está deteriorando porque se trata de terrenos «muy apetecibles». Y no se entiende que las previsiones anuncien una lluvia de millones de euros sobre el estadio de Gran Canaria y no haya un esfuerzo mínimo en el camino de San Lorenzo. Con el mismo asombro asisten a la discusión entre el Puerto y la Ciudad por el futuro parque del istmo. «Pues aquí se está muriendo de pena un paisaje natural, que encima está protegido», explican. Para ellos, esto se une a los problemas del Jesús Arencibia, el secado de las charcas la inseguridad y un plan de reposición que nunca se acaba.
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