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ANDREA MENDOZA
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 22 de agosto 2021, 02:00
La panza de burro desaparece durante varios días seguidos en la avenida grancanaria de Las Canteras. Algo que ha provocado que el sol y el calor extremo hayan sido los protagonistas. El efecto: la playa abarrotada y con ella también las terrazas de los locales de la zona. «Desde el jueves pasado la clientela ha aumentado en un 20%», comenta Fadi Elías, el encargado de uno de los restaurantes de primera línea de playa, Taberna Chica, quien asegura además que el incremento de personas se lleva notando desde hace cinco semanas. «Últimamente la terraza se llena y más por las noches, se sientan muchos grupos de peninsulares y alemanes, sobre todo jóvenes», detalla.
Una situación bastante diferente a la de los meses anteriores, en los que la pandemia, como a muchos otros negocios, limitó el ritmo de trabajo: «Antes era un desastre, ocupábamos solo el 15% de la terraza».
«Con la ola de calor se ha notado más movimiento, por eso estos días hay que aprovecharlos y aguantar para las vacas flacas. De hecho, cerramos todos los miércoles y este no lo hicimos porque hay que recuperarse», explica uno de los trabajadores del restaurante La Quilla, David González. Para este negocio, que desde hace seis años atiende al público, el mes de agosto está siendo «solo un poco mejor que el del año pasado, pero al menos hay trabajo», destaca González.
«Mucha gente tuvo que esperar para conseguir mesa, las ventas subieron un 15%», apunta la propietaria y el encargado del O Sole Mío, Katrina Suneson y Miguel Perdomo, quienes aseguran que se ha notado bastante que la gente local se ha quedado en la isla: «No hay mucho turismo, algunos franceses y peninsulares». Los días de agosto están llenando todas sus mesas, las cuales se encuentran la mayoría al aire libre, «a diferencia de enero y febrero, que no fueron buenos meses por las restricciones que hubo, la gente se asustó mucho y se dio cuentade que la pandemia seguía entre nosotros», dice Suneson. La misma asegura que siempre que hay olas de calor toda la playa se llena y que este año, a pesar de seguir con las restricciones del coronavirus «todo está más controlado. El año pasado no sabías si podías ofrecer la carta en la mano o no, algunos incluso decían que no se podían poner las mesas fuera».
Si en los locales de comida la gente ha tenido que hacer colas, más aún se han hecho en las heladerías. Y es que no hay nada mejor que tomarse algo frío para combatir las fuertes temperaturas. «El calor se ha juntado con el fin de semana festivo y esto se ha notado bastante, gracias a Dios ha habido mucha afluencia», señala Paola Latorre, una empleada de Guirlache. «A la gente le encanta sentarse y disfrutar de la vistas al mar, aunque hay a quienes todavía se les olvida respetar las distancias o ponerse la mascarilla», dice mientras observa que todas las mesas estén limpias. En este local, donde a parte de servir helados se pueden encontrar dulces y otros productos sin gluten y sin azúcar, las ventas se empezaron a incrementar a finales de julio y hasta la fecha están siempre recibiendo la misma cantidad de clientes tanto por las mañanas como por las tardes: «Agosto esta siendo un mes moderado, esperemos que siga así». Latorre manifiesta que cuando los días están buenos, «todo esto está a tope».
Las colas en la heladería Peña la Vieja son un clásico y esto lo sabe bien Rosario Carballo, una de las empleadas: «Entre semana, las mañanas suelen ser más tranquilas, pero a partir de las tres y media hasta las once de la noche no paramos de atender».
El pasado fin de semana se notó mucha más gente, alrededor de 1.500 personas se pararon enfrente del mostrador para elegir su cono o vaso de helado. «El de gofio lo piden mucho los extranjeros y hay quienes repiten su estancia en la isla y vuelven a visitarnos», declara Carballo, quien expone que la época en la que reciben más turistas es en invierno. Pero debido a la pandemia esto cambió, «hubo un bajón y ahora este verano se ve mucho peninsular, personas italianas y francesas y sobre todo a familias con niños, aunque aún así este verano está siendo un poco flojo», señala. Desde sus inicios, se ha conocido por sus helados artesanos y otros de los sabores que los clientes suelen pedir mucho «es el de manzana verde o los de yogures, aunque en general todos se están vendiendo muy bien».
Por la festividad de San Juan todos los años venden un helado de sabor secreto y los clientes tienen que adivinarlo; este 23 y 24 de junio llenaron los conos con sabor a higos preñados, «una receta de higos, nueces caramelizadas y chocolate crujiente», que todavía se puede encontrar en el establecimiento.
Carballo detalla que este año, más que el coronavirus, lo que más les ha afectado es el mal tiempo, «julio no ha sido muy bueno».
«Hasta ahora el verano sido bastante flojo, sobre todo porque nosotros trabajamos con extranjeros, pero esto días de calor ha venido muchísima gente, la playa estaba abarrotada», afirma Rita Díaz, quien junto con su padre y su hermana regenta el restaurante El Gallo Feliz.
«Hemos llenado la terraza, al interior todavía entran poco, no sé no sé si por el calor o por el covid», señala mientras prepara una de las mesas del exterior, las cuales se están ocupando muy bien durante este agosto y «más al mediodía, cuando la gente sale de trabajar».
La familia que se hizo cargo del restaurante hace tres años nunca imaginó tener que interrumpir su actividad por causa de una pandemia. «Cuando tuvimos que echar el cierre, estábamos en nuestro mejor momento y al regresar el uno de julio tuvimos casi que empezar de cero, lo bueno fue que teníamos una clientela de hace muchos años», señala Díaz. Y es que ese restaurante está ahí desde hace mucho tiempo, incluso ellos mismos habían sido trabajadores con el antiguo propietario.
«Con esta ola de calor las ventas se han incrementado hasta el triple o cuádruple de lo normal», asegura el propietario del bazar Carol 2000, Jorge Pozo, quien esta semana ha hecho caja especialmente con los productos de playa: gafas de buzo, flotadores, balsas, colchonetas... «También algo de souvenirs porque es una zona turística y cosas de nevera vendo menos porque tengo competencia cerca», indica.
Desde que tenía 16 años trabaja en el negocio familiar y es la experiencia la que le lleva a afirmar que «en Las Canteras manda el sol a primera hora de la mañana. La mayoría de gente que viene es canaria y nosotros conocemos la panza de burro. Si el sol sale temprano, la gente viene a la playa y si el día se nubla ya no les queda otra y se quedan. Pero si el día se levanta gris no se acercan, directamente se van al sur». Tanto es así que durante los meses de junio y julio no ha hecho «ni un tercio» de lo que puede hacer en agosto si el tiempo sigue así.
Habrá que esperar a final del verano para ver si los resultados siguen siendo positivos.
personas pararon este fin de semana detrás del mostrador en Peña la Vieja para comprar un cono o un vaso de helado. La heladería es todo un clásico en la playa y durante los fines de semana con tiempo de playa es fácil encontrarse con colas de clientes esperando turno para conseguir el helado con su sabor favorito. La ubicación en mitad del paseo es otra de las ventajas del negocio de heladería tradicional.
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