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Las transformaciones, grandes o chicas, exitosas o infructuosas, comienzan con un pequeño detalle. La historia contabiliza revoluciones que prenden con una queja, con una pregunta, con un paso. En la capital grancanaria se está empezando a desperezar una reacción vecinal. En la noche de este jueves, representantes más de veinte barrios acordaron una estrategia común para conseguir que las instituciones escuchen su voz.
La chispa de este movimiento saltó en el risco de San José. Lo que empezó como una reacción en contra de las expropiaciones incluidas en el plan especial del barrio, ha acabado por contagiar a otras partes de la ciudad.
«Cuando vemos el problema del plan de urbanismo, empezamos a solicitar ayuda al resto de colectivos de diferentes partes de la ciudad y esto ha llevado a crear un equipo de trabajo y a luchar por los problemas en común», explicó el presidente de la asociación de vecinos de San José, Chano Alemán, «entre todos hemos creado un nuevo concepto de participación y de lucha para las necesidades de cada barrio, pero todos juntos». E insiste en que «nos interesa que nos vean unidos».
No son todas las asociaciones, pero en la reunión de este martes hubo representación de Zárate, Hoya de La Plata, La Suerte, Las Rehoyas, San José, San Juan, Tenoya, Escaleritas, El Polvorín, Tamaraceite, La Isleta, Schamann, Vega de San José y Arenales. «Estuvieron presentes 34 colectivos», prosiguió Alemán, «pero somos casi el doble».
Este representante vecinal asegura que no se trata de crear una plataforma, sino de establecer una colaboración asociativa porque «todos los barrios presentamos la misma problemática: falta de limpieza, falta de mantenimiento, falta de atención, problemas de accesibilidad, seguridad, los servicios sociales...». En todo caso, no duda en que, si se hay que presentar algún tipo de reclamación o de iniciativa, se hará.
«Ha surgido una nueva era del movimiento vecinal para luchar por las necesidades de los barrios», anunció.
El diagnóstico es común para todos los barrios. El presidente de la federación de asociaciones de vecinos Alcorac Guanche y de la asociación del Barranquillo de Don Zoilo, que también ostenta el cargo de vicepresidente del Consejo Social de la Ciudad, Matías Dávila, comparte las mismas preocupaciones. «Tenemos que llamar la atención y mostrar que estamos descontentos con el modo en que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria trata a los barrios», expuso, «los presupuestos participativos no existen, la realidad es que son un engaño».
«El movimiento vecinal no está muerto, seguimos haciendo ruido», explica este veterano de la acción ciudadana. Quieren que sus reclamaciones resuenen en cada despacho de las oficinas municipales.
«Nos ignoran» lamenta Dávila, quien insiste en la necesidad de que haya un reequilibrio en el trato dispensado a los barrios y a la parte baja. «En Mesa y López se han gastado ya 28,5 millones de euros y para los barrios no se ve ni un duro».
En su caso, además, es necesario que no se cambie el reglamento de participación ciudadana porque deja en manos del Ayuntamiento todo el control de los locales sociales. Y creen que eso puede favorecer arbitrariedades en la gestión de los equipamientos.
Este asunto animó también la participación de la asociación cultural Isleta Unida. Su vicepresidenta, Pepi Reina, expuso también las quejas por el uso de los locales de la plaza del Pueblo y las dificultades puestas para reabrirlos tras la pandemia del covid-19. «Descaradamente, están tratando de aburrir y cansar a las asociaciones de vecinos con las trabas burocráticas», expuso.
La necesidad de articular un frente común también es compartida en Zárate. «Tenemos que hacer entender a los gobernantes que los hemos elegido como representantes y que no pueden darnos de lado, no puede ser que sean ellos los que decidan los proyectos sin contar con la población que los ha puesto ahí», aportó el presidente de la asociación sociocultural Grupo Presidente Zárate, Anselmo Fernández.
Aquí, aparte del cierre de los locales sociales, los vecinos se quejan de la acumulación de escombros y trastos en diferentes calles, sin que se pase a retirarlos, según su versión. «Hay montañas de escombros», describe, «llamamos al Ayuntamiento y les da igual, pero los niños tienen que sortear la basura, los trastos, las cacas y pis de los perros».
Además, se reclama un plan de reposición, similar al que se ha emprendido en otros barrios. «Zárate es más viejo que Las Rehoyas y Tamaraceite», prosigue Fernández en relación con los dos núcleos en los que están en marcha sendos planes de reposición urbana, «los materiales que se utilizaron hace sesenta años en los bloques llegaron ya al final de su vida útil y las viviendas ya no se pueden rehabilitar».
Montaña arriba, en Tamaraceite, se ha vivido una situación similar a la de San José-San Juan. El plan especial de ordenación urbanística del casco histórico y las expropiaciones que plantea han servido de aglutinador de unas quejas que se iniciaron por el cambio del antiguo cruce de San Lorenzo. Pero la plataforma vecinal que allí se constituyó no solo ha puesto el foco en otros problemas que afectan a los vecinos de Tamaraceite, sino que ha levantado la vista hacia el resto de la ciudad.
«Todos hablamos el mismo idioma y todos tenemos los mismos problemas: vivienda, limpieza, transporte, vertidos... ha habido una desidia detrás», argumenta Esteban Santana, «y no ha habido participación, no se ha contado con los vecinos».
Como ejemplo de ello, refiere la aprobación inicial del plan especial del casco histórico de Tamaraceite, que este viernes fue publicado en Boletín Oficial de Canarias «antes de exponerlo a los vecinos».
Desde Arenales, la asociación vecinal y solidaria de Arenales (Avesar), José Antonio Cardoso da Silva también pone el acento en la situación social y en lo que considera una falta de atención del Ayuntamiento. «La pobreza es cada vez mayor y el coste de vida sigue subiendo. Ahora es una aventura llegar a fin de mes», indicó, «pero para conseguir una cita en servicios sociales te pegas cuatro meses y necesitas once meses para obtener la ayuda».
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